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La vuelta a la anormalidad

Septiembre es el comienzo de un nuevo año escolar, y para muchos una vuelta a empezar después de un verano atípico, en un marco de inseguridad general generado desde hace meses por este enemigo invisible llamado COVID-19, que nos ha cambiado la vida personal y laboral a muchos de nosotros.

Si bien recordamos que hemos tenido unos meses de parón, en los que a la fuerza hemos tenido que aceptar esta nueva realidad de vivir, ahora toca la vuelta al caos: hospitales colapsados otra vez, escuelas sin profesores y sin protocolos de seguridad realistas, negocios cerrados, largas colas de gente que necesita ayuda y un sinfín de problemas sociales que nos afectan a cada uno de nosotros.

¿Que estamos haciendo mal? ¿Qué toca cambiar en la sociedad que vivimos? Quizás si empezáramos cada uno por nosotros mismos, sin pedir al de al lado nada, sin culpar a uno y a otro, nuestras vidas serían diferentes. Vemos mucho incivismo, y muchas veces en vez de enseñar al que no sabe con hechos, nos comportamos como los cavernícolas. ¿Dónde y cuándo se nos ha perdido la solidaridad que vimos en los meses de confinamiento? ¿Dónde han quedado los aplausos a nuestros héroes? Surgen muchas dudas y preguntas sin respuesta, pero aun así el ser humano tiene la capacidad de adaptarse a todo, de superarse, de reinventarse en todos los aspectos, y creemos firmemente que es lo que toca ahora.

Villaverde siempre ha sido un distrito obrero, con gente buena y trabajadora; un vecindario que ha luchado mucho por todo, y cada logro, cada paso que ha dado, ha sido gracias a su gente. No es fácil volver, no es fácil aceptar esta “anormalidad”, pero aquí hay fuerza, hay lucha y hay mucho amor de barrio. Tenemos que seguir adelante, tenemos que cambiar un poco nuestras mentes para poder adaptarnos a esta vida que nos ha tocado vivir ahora, en estas circunstancias y con los medios que tenemos. Que no se nos olviden la humanidad, la esperanza y la fe de que somos capaces de afrontarlo todo, de buscar nuevos caminos si los viejos ya no nos sirven.

Volvemos a la lucha todos juntos, poniendo cada uno nuestro granito de arena para seguir con nuestras vidas, en nuestras calles de siempre, junto a nuestros vecinos, en nuestros barrios, orgullosos de ser quienes somos y de tener nuestras raíces aquí en Villaverde. ¡Ánimo a todos!

Marea Blanca pide una inspección y auditoría a la gestión sanitaria de la Comunidad

Ante su gestión “irresponsable y caótica” de la pandemia de la COVID-19 en región, la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid (MEDSAP)-Marea Blanca, de la que forma parte la FRAVM, presentó el pasado 14 de agosto ante la Subdirección General de Cohesión y Alta Inspección del Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Consumo una petición urgente de inspección y auditoría a la Comunidad de Madrid. La demanda se ha registrado con copia a la Dirección General de Ordenación Profesional, de la que forma parte.

En un comunicado, la MEDSAP daba cuenta de las razones que le han llevado a este extremo: la situación del personal sanitario, las listas de espera, los rastreadores y la desviación de fondos públicos hacia entidades privadas. “Hacemos esta solicitud ante la alarma generalizada que aumenta día a día viendo que el Gobierno de la Comunidad sigue empecinado en otros objetivos irresponsables y caóticos que afectan a los habitantes de toda la Comunidad”, indicaba en su nota, antes de continuar: “habiendo denunciado la necesidad de tener en cuenta la salud comunitaria por encima de otros objetivos, estamos viviendo con horror que, en vez de ser ésta el objetivo prioritario tomando decisiones claras para acometer con la máxima capacidad todos los aspectos que pueden aminorar una segunda fase grave de la pandemia de la COVID-19, se toman decisiones peligrosas y contradictorias”.

“Los parámetros son claros: aumento de personal; estabilidad en los recursos; claridad operativa para todos los niveles asistenciales y máxima dotación en Atención Primaria y Hospitalaria, así como en una red de control de rastreadores en relación al baremo de la OMS que desde hace meses ya debía estar activa. Ninguna de estas decisiones se han tomado en función de la necesidad de garantizar la salud de casi siete millones de personas, sino que muy al contrario continúan con sus rutinas depredadoras de la sanidad pública, única capaz de garantizar la salud comunitaria; no han enmendado ninguno de sus errores, sino que al margen de lo procedente se está poniendo en mayor riesgo a la población aun habiéndose visto las graves consecuencias de la pandemia que han hecho de la CAM epicentro de la misma; siguen haciendo peligrosamente otras inversiones, utilizando nuestra institución para seguir engordando mercados y especulación. Esto debe cortarse por el bien de todas las personas”, concluía la mesa en su comunicado.

FRAVM

PAL M-40: publicadas las prescripciones técnicas para la contratación del plan de movilidad

El 7 de agosto se publicó en la plataforma de Contratación del Sector Público el pliego para el “Estudio de incidencias sobre la movilidad y el tráfico derivado de las actuaciones del Parque de Ingenieros y la plataforma logística en el distrito de Villaverde”.

Este pliego se corresponde con el plan de movilidad prometido por el concejal de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid, Mariano Fuentes, en la primera reunión de la mesa de negociación sobre la PAL M-40 a finales de julio de 2019.

El pliego justifica la realización del plan de movilidad alegando que “el distrito de Villaverde está inmerso en un proceso de desarrollo que comprende diversas actuaciones de gran interés, las cuales presentan unas importantes repercusiones sobre la movilidad”.

De todas las actuaciones, se centra únicamente en dos de ellas: el desarrollo urbanístico del Parque de Ingenieros con 2.000 nuevas viviendas y la implantación de la plataforma logística PAL M-40.

También indica que ambos desarrollos provocarán un aumento de la circulación en la zona y adyacentes, pero lo que no dice es que asimismo aumentará considerablemente la ya elevada contaminación acústica y medioambiental de la zona, consecuencia directa del aumento del tráfico.

Respecto a los trabajos a realizar, el pliego plantea un número bastante elevado de escenarios construidos a partir de la variación y combinación de unos escenarios básicos y una serie de escenarios proyectados.

A modo de ejemplo, uno de los escenarios es el estado actual del tráfico en Eduardo Barreiros y sus alrededores, es decir, sin la PAL M-40 en funcionamiento, sin ocupar el 100% de las viviendas del Parque Central de Ingenieros y sin desdoblar la calle Eduardo Barreiros.

A partir de aquí, plantea el resto de los escenarios de estudio combinando el porcentaje de ocupación de la PAL M-40 con un porcentaje de ocupación del Parque de Ingenieros con el desdoblamiento o no de la calle Eduardo Barreiros y/o incorporando nuevos viales que permitan el acceso a la plataforma evitando que el tráfico pase por zonas residenciales.

Por último, determina finales de agosto como fecha de inicio de los trabajos y establece tres meses para su ejecución.

Lo que no hemos encontrado en el pliego, aunque nos lo aseguró la concejala Concha Chapa, es referencia alguna a realizar mediciones tanto acústicas como medioambientales del estado actual para que al igual que con la movilidad pueda ser proyectado a cada escenario estudiado. Datos que son más importantes que los de movilidad porque afectan directamente a la salud de los vecinos.

Tampoco hemos encontrado ninguna referencia a las otras tres plataformas logísticas que ya están implantadas o se van a implantar en el Distrito (en Gran Vía de Villaverde y Avda. de Andalucía) antes de que termine el 2021, que generarán un tráfico similar al de PAL M-40 sobre la Avda. de Andalucía y zonas aledañas.

Puedes encontrar un resumen del alcance del plan de movilidad (del que está extraído y editado este texto), un desglose de información relevante contenida en el pliego y algunas inquietantes preguntas que ésta suscita a la plataforma vecinal en: https://noalapalm40.blogspot.com/2020/08/se-publica-el-pliego-de-prescripciones.html

PLATAFORMA VECINAL DE USERA Y VILLAVERDE CONTRA LA PAL M-40 / REDACCIÓN

Butarque sigue reclamando una solución para la M-301

El pasado 24 de agosto tenía lugar un nuevo y aparatoso accidente de tráfico en la avenida de los Rosales (M-301). Un varón de 36 años resultaba herido de pronóstico reservado y una mujer de 40 con contusiones de carácter leve en un choque frontal entre dos turismos a la altura del número 401 de dicha vía, en nuestro Distrito.

“Esta vez no ha sido en el punto negro de siempre, pero es que la situación de la M-301 desde Perales a nuestro barrio exige que se actúe de una vez. Son ya demasiadas las víctimas mortales y la gente herida como para seguir mirando hacia otro lado”, protestan desde la Asociación Vecinal Independiente de Butarque. “Hace unos días también tuvimos un accidente en la rotonda de Zafiro con la avenida de los Rosales. Está aprobado en los presupuestos participativos convertirla en rotonda completa desde hace años, pero ni con el anterior Gobierno municipal ni con el actual se ha llevado a cabo”, recordaba la asociación en su Twitter.

Los vecinos consideran éste un asunto “político, y no técnico. Comunidad de Madrid y Ayuntamiento, en lugar de ponerse de acuerdo, se acogen a motivos técnicos para no solucionar un problema que ya ha acumulado demasiadas víctimas”. Para tratar esta cuestión, representantes de la asociación mantendrán una reunión con el director general de Carreteras en la primera quincena de este mes, “y esperamos la implicación de todas las partes para encontrar una salida política que ponga fin a los accidentes en la M-301”, han manifestado.

REDACCIÓN

La delegación de la FAPA, ante la vuelta al cole

La Delegación de Villaverde de la FAPA Giner de los Ríos apuesta por la vuelta al cole presencial, ya que hemos vivido cómo estos meses pasados la educación a distancia no ha funcionado

Esto no quita que, como padres y madres, vivamos esta vuelta con miedo y preocupación por la salud de nuestros hijos. Durante todo el verano hemos vivido con incertidumbre qué ocurriría en el inicio de curso, y ahora, ya en septiembre, seguimos sin tener nada claro: vemos cómo a última hora se reciben las recomendaciones e instrucciones de la Comunidad de Madrid en los centros para, sin apenas ayuda ni medios, articular medidas para garantizar la salud del alumnado.

Nos preguntamos cómo los equipos directivos van a poder realizar la bajada de ratios con las aulas masificadas que tenemos en el Distrito, cómo van a evitar en colegios con patios pequeños mantener los grupos burbuja, cómo en centros de mil alumnos van a gestionar los horarios de lavarse las manos cinco veces al día, cómo van a poder realizar deporte y educación física con mascarilla, qué ocurrirá con las extraescolares que nos facilitan la conciliación laboral, en caso de tener que realizar una clase cuarentena cómo se realizará la formación en ese tiempo… y en caso de hermanos, ¿también tendrán que realizarla? Si un centro decide de manera excepcional establecer la jornada continua sin la consulta a los padres, ¿se garantizará el volver a la jornada partida? Si los desayunos se van a realizar en las aulas quitándose las mascarillas, ¿se garantizará la distancia de 1,5 metros? En caso de bajas médicas o cuarentenas de profesores, ¿cuánto se tardarán en cubrir? En el caso de los mayores, que solo tendrán un tercio o media jornada de clases presenciales, ¿cómo se organizarán para poder cumplir con el currículum establecido para cada curso, y se tendrá en cuenta a los alumnos con falta de recursos? Siendo la mascarilla obligatoria desde los seis años, ¿se contempla alguna medida para familias sin recursos que no puedan asumir ese gasto adicional. ¿Cómo es posible que, si ya todo esto se sabía, se haya esperado al último momento para organizarlo? ¿Cómo es posible que a día 2 de septiembre haya todavía obras en algunos centros educativos del Distrito?…

Son muchas las preguntas y dudas que nos surgen y que nos hace plantearnos si realmente la vuelta será segura y duradera. Creemos que la pandemia ha destapado la falta de interés de los últimos años por la educación de nuestros hijos y la falta de recursos en la educación pública, siendo ahora más que nunca necesaria la inversión en infraestructuras, contratación de personal especializado (profesorado, enfermeros, apoyos educativos, de orientación, etc.) y bajada de ratios que permita una educación de calidad.

DELEGACIÓN VILLAVERDE FAPA GINER DE LOS RÍOS

Periódico Distrito Villaverde, nº 287. Septiembre 2020

Villaverde Alto, Villaverde Bajo, Ciudad de los Ángeles, Los Rosales, Butarque y San Cristóbal de los Ángeles

 

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San Cristóbal: nuestro centro de salud necesita recursos, no recortes

Enfado e incredulidad ante el inicio de curso

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Entrevistamos a RAÚL MARTÍNEZ, activista, educador y profesional del medio ambiente

Y nuestras secciones: Tu vez y tu voz, Cultura, Colaboraciones, Secciones.

Villaverde, sede del Campeonato de España Inline Freestyle de patinaje

Esta competición se celebra desde mañana hasta el domingo en el CDM Plata y Castañar 

El mejor patinaje en línea llega a Villaverde. Del 3 al 6 de septiembre, el Centro Deportivo Municipal Plata y Castañar acoge el Campeonato de España Inline Freestylte con la participación de 120 patinadores procedentes de clubes de toda España.

Durante el evento, los deportistas competirán en las modalidades de Classic, Battle, Salto, Speed, Slalom, Jam y Derrapes. La novedad de esta edición es la participación conjunta de las pruebas en categoría junior, sénior y máster por un lado, y alevín, infantil y juvenil, por otro.

El campeonato está organizado por el CDE Sporting de Vallecas, CF (SPV Patinaje), club perteneciente a la Federación Madrileña de Patinaje que tiene una destacada presencia en Villaverde, donde cuenta con una escuela de patinaje gracias a un convenio de colaboración del Área Delegada de Deporte en el distrito.

Durante la celebración de este evento deportivo primará la seguridad de todos los participantes, por lo que el campeonato se celebrará a puerta cerrada, en la pista exterior de patinaje del CDM Plata y Castañar. Además, se aplicarán todas las directrices de seguridad por la COVID-19 exigidas por la Real Federación Española de Patinaje, la Federación Madrileña de Patinaje, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid. 

Apuesta por el deporte

La celebración del Campeonato de España Inline Freestyle en el CDM Plata y Castañar confirma el esfuerzo que desde la junta municipal se está realizando para hacer de Villaverde un distrito deportivo y saludable, implementando acciones que promuevan la innovación y la igualdad como valores de la práctica deportiva.  

Así, el Área Delegada de Deporte puso en marcha en Villaverde a finales del pasado año la Escuela Deportiva de Valores. Esta iniciativa, que cuenta con la colaboración Madrid Club de Fútbol Femenino y los centros educativos de titularidad pública del distrito, está dirigida a niñas de entre 9 y 12 años para fomentar la actividad física en la etapa escolar. 

Además, Villaverde es uno de los cuatro distritos, junto con Barajas, Puente de Vallecas y Tetuán, que forma parte de ¡Chicas, el deporte nos hace poderosas!, un programa del Área Delegada de Deporte del Ayuntamiento para promover el deporte base en niñas y mujeres de entre 12 y 24 años. Recientemente, The Washington Academy of Political Arts & Sciences (The WAPAS) nominó a esta iniciativa a los premios The Napolitans Victory Awards de 2020 en la categoría Campaña Municipal del Año. 

Fuente: Ayuntamiento de Madrid

¡Vuelve la Marea Verde!

Marea Verde Madrid llama a una movilización el 5 de septiembre para garantizar una #VueltaSegura a las aulas

Se acerca septiembre y la apertura de los centros educativos y el gobierno de la Comunidad de Madrid todavía no ha aprobado un protocolo claro que garantice el inicio de curso con medidas de seguridad frente a la COVID-19.

Desde Marea Verde Madrid llevamos meses criticando la inacción del gobierno y pidiendo un aumento de recursos y medidas firmes para el inicio de curso. Ante esta situación de incertidumbre total, Marea Verde Madrid llama a una movilización el 5 de septiembre a las 18.00 desde Atocha-Paseo del Prado-Consejería de Educación para asegurar una #VueltaSegura a las aulas. 

Esta movilización no es la única acción prevista en el calendario de septiembre. Hace unos días los sindicatos de Educación convocaron huelgas para el inicio del curso escolar en las diferentes etapas educativas que confluirán en una huelga conjunta el 10 de septiembre. 

Desde Marea Verde Madrid saludamos estas jornadas de lucha y las consideramos necesarias para forzar al gobierno de Díaz Ayuso a que tome medidas que aseguren la seguridad en los centros educativos.

Queremos una vuelta a las aulas 100% presencial, pero para ello debemos garantizar unas medidas de seguridad que no pongan en peligro a los trabajadores y trabajadoras, ni al alumnado ni a familias y para que no conviertan a los centros educativos en vectores de contagio al resto de la sociedad.

La gestión del gobierno de la Comunidad de Madrid está poniendo en pie de guerra a todos los agentes educativos: AMPA, docentes, sindicatos, estudiantes, familias que denuncian la falta de medidas y recursos para hacer frente a la COVID-19  en los centros.

Septiembre va a ser un mes de movilizaciones en educación, a las que se debe unir toda la ciudadanía. Pues de lo contrario volveremos al cierre de los centros y a la docencia telemática lo que vulnera el Derecho a la Educación de gran parte de nuestro alumnado y genera graves problemas de conciliación en la sociedad.

Para procurar una #VueltaSegura a las aulas desde Marea Verde Madrid pedimos una reducción de ratios, desdoble de grupos para asegurar la distancia de seguridad, aumento de la plantilla de personal docente, del número de técnicos educativos, mayor contratación de personal de administración y de limpieza, contratación de Diplomad@s Universitarios de Enfermería (DUE), sin renunciar a la participación de toda la Comunidad Educativa en las decisiones y sin menoscabar la democracia en los centros.

Todas estas medidas, entre otras, las hemos desarrollado en el documento “#VueltaSegura a las aulas: líneas rojas y propuestas”: 

https://mareaverdemadrid.blogspot.com/2020/08/vueltasegura-las-aulas-lineas-rojas-y.html

Por todo ello, desde Marea Verde Madrid entendemos que todas y cada una de estas medidas afectan directamente a toda la Comunidad Educativa y a nuestra sociedad en su conjunto. Es por ello que hacemos un llamamiento a que desde todos los sectores (docentes, familias, alumnado y demás miembros de los centros educativos) asuman todas estas propuestas como reivindicaciones propias y participen en un calendario de movilizaciones para forzar su implementación. 

Pero estas medidas deben ir acompañadas de un Plan de Rescate de la Educación Pública a nivel estatal. El pasado mes de julio vimos cómo en la Comisión de Reconstrucción las fuerzas de izquierda cambiaban la redacción inicial respecto al destino de los fondos dedicados a educación con una enmienda que abre la puerta a la financiación con dinero público de los centros privados-concertados.  Desde Marea Verde Madrid exigimos al gobierno central que dicha financiación recaiga sobre los centros públicos que son los que de manera abrumadora acogen al estudiantado más vulnerable. Necesitamos dotar de recursos a la Educación Pública para hacer frente a la COVID-19 y esto se traduce en financiación. 

Fuente: Marea Verde Madrid

Rebajas

Debí de hablar en sueños de las rebajas, porque cuando desperté Alda asentía sonriendo desde su lado de la cama. La miré sin comprender y le pasé un dedo acariciador por las cejas, sus ojos cautivadores brillaban extinguiendo la oscuridad que la luz del amanecer se iba tragando poco a poco. Rocé su cara con la mía para saciar esa necesidad de comunicación física que siempre tengo al levantarme y la observé inquisitivo con mis ojos somnolientos, distanciados de toda forma humana. Nos pusimos de pie y, medio adormilado todavía, la abracé sin fuerzas. Ella se escabulló con facilidad y me dejó con las manos colgadas en el aire sobre mis propias palabras.

— Nos van a ver —me dijo creando con sus palmas abiertas una muralla natural entre los dos.

— Que no, mujer, que no. ¿De qué te sonreías antes?

— ¡Ah! Por lo de ir a las rebajas, aunque me ha extrañado que me lo preguntaras a las tres de la mañana en un intervalo de tus ronquidos.

— Pero si yo no…

Recordé de pronto haberme despertado hablando de madrugada y haber caído luego en un duermevela continuado con las orejas llenas de palabras que alguien me estuviera susurrando al oído -tal vez Avemarías-. Yo me veía impedido de contestar otra cosa que no fuera sí a todo. Horrible. Respiré hondo para tranquilizarme y me dirigí al baño.

Medio lavabo para mí, medio lavabo para ella. El grifo, combativo, expulsaba el agua compartida por turnos. Me sequé la mano izquierda, luego la derecha y después la cara, por aquello que dicen de que así no te duelen las muelas. Como yo estoy que no salgo del dentista últimamente… De la imagen ondulante que aparecía en el espejo brotaban conjuros cotidianos, “tener un buen día”, “llevar cuidado” y, si se pudiera, “ser solidario”.

El Sol hería con su luz el salón sin que las persianas de la terraza pudieran parar su torrente de rayos. Las plantas brillaban Inmutables en sus macetas pidiendo agua y la silueta de Alda dibujada sobre el cielo les hablaba refrescándolas.

El esplendor dorado de la luz solar dura unos treinta minutos en ese lugar de la casa, luego vuelven las minúsculas sombras por los rincones rodeando ese sopor temprano permanente del mes de julio. La cocina está orientada hacia el sur y da a una calle de pavimento deteriorado entre cuyas losetas deformadas por el tiempo crece la hierba. La vida se manifiesta en cualquier sitio y de cualquier manera.

Los muebles blancos de la cocina aún esperaban apagados. Nosotros nos abrazábamos con una mano sin soltarnos, ella preparó con soltura el café sólo con su brazo derecho y yo, imitando al Spencer Tracy manco de Conspiración de silencio (BadDay at Black Rock, 1954), intenté de la manera más torpe hacer tostadas. Salieron negras, a juego con el color del café, porque yo estaba pensando en las Bravas, en la cervecita y en ver libros rebajados de precio y, claro, así no me daba cuenta de lo que estaba haciendo. Durante el desayuno acordamos ir después de la compra a comer al Rincón de Roque y luego separarnos para que ella viera sus trapos y yo los libros de oferta. Los chicos dormían, tendrían que apañarse como pudieran.

Estuve alrededor de cuarenta minutos en el puesto de charcutería de mi amigo Santiago “el bajito“, que tiene una lengua tan interminablemente larga como su lomo embuchado.

De vuelta a casa tuvimos que sortear con el carro de la compra la misma clase de obstáculos que a la ida, vallas sobre el suelo inclinado, grietas, zanjas, coches invadiendo los pasos de cebra, agujeros en las aceras llenas basura desparramada desde bolsas obscenamente abiertas en posturas preparadas para una orgía de desechos orgánicos. Después de tanto sobresalto, mientras colocábamos la compra, convinimos el horario de ruta por separado y la hora aproximada para reunirnos de nuevo.

Yo no estaba tranquilo, un hormigueo iba y venía en mis adentros, me pregunté si no sería debido al estrés de trabajo en la fábrica. Desasosegado, me demoré en salir, esperaba una señal del techo, el clásico golpeteo diario de los vecinos, un signo del cielo, aquí tan negro. Alda me apremiaba con un trueno en sus ojos.

— ¿A dónde vais doños?

La sólida vocecita atravesó las paredes de la habitación, circuló por el pasillo y fue a caer cerca de la entrada con su caudal de inocencia juvenil. Claudia abrió la puerta de su cuarto y repitió el mismo susurro dulcemente.

— ¿A dónde vais?

— Al centro, a las rebajas —contesté yo temiéndome lo peor.

— Me ducho en un minuto —yo sabía que serían años— y me voy con vosotros, necesito comprarme urgentemente una falda negra larga.

Alda esbozó una tímida sonrisa de madre y yo pensé en mi plan, un plan muy simple, ver libros de saldo y luego ir a las Bravas, la vida no tendría sentido si vas al Centro y no pasas por las Bravas a tomar una ración de sus famosas patatas con salsa Brava y una cerveza. Me preocupaba porque Claudia era una especialista en desbaratar planes. El grato sendero que seguía mi pensamiento empezaba a estar en desorden con las cosas de la casa. Las cosas también se mueven, tienen vida y te cambian la tuya.

El autobús tardó más de cuarenta minutos en llegar. El monótono traqueteo y el sol que untaba de melaza las ventanillas inducían al sueño. Como alguien me dijo una vez, los autobuses son como grandes cunas, una vez dentro te invitan a dormir.

El Centro parecía la boca de un dragón, las tiendas engullían y expulsaban abruptamente a jóvenes y viejos en la misma proporción.

— Tú espéranos en la puerta —me decía Claudia, y cogía del brazo a su madre que, sin decir palabra, entraba con ella. Yo asomaba tímidamente la cabeza, con cuidado de que no me fuera arrancada por la marea humana de mujeres excitadas que entraban y salían sin parar con bolsas crujientes.

Apenas tenía tiempo de fijarme en sus caras. Un traje rojo, una blusa negra, un traje blanco tipo jungla, un suéter bandolera, unos pendientes de aro casi tan grandes como los aros con los que yo jugaba de niño al rueda rueda. Rubia tintada, con mechas, gafas verdes, chaqueta roja y bolso negro que parece un apéndice del escotillo. Otra y otras muchachas, y otras más sin rostros visibles. Canalillos mareantes. Falda vaquera caída, chanclos morados, vuelta de espaldas, ¿quién me hurtaba sus ojos? Una tienda y otra y otra más y Claudia, “¡Más deprisa mamá!”. Miles de cuerpos desordenados, serpenteando, moviéndose frenéticamente en busca de algo con que contentar su ego, algo que alzar suspirando triunfalmente. Tímidas bolsas bamboleándose en el aire áspero y cuchicheando entre ellas.

Los altavoces interiores de las tiendas nos atronaban con su latiguillo de voz monótona y dulce, frases aprendidas de memoria o leídas de un papel, acompañadas de una música dulzona espanta mosquitos.

— ¿Pero papá, qué haces?  ¿Dónde  nos esperas?  Estate quieto aquí —me dijo Claudia, señalando otra puerta más.

— Otra boca de dragón —me dije yo a mi vez— que no osaré traspasar. Y me estanqué como el agua de los estanques bajo un cielo intacto. Me acurruqué en un rincón sin moverme soñando con múltiples sendas y veredas circulares que no llevaban a ninguna parte.

Chinita morena con gafas, blusa rojo oscuro, zapatos beige abiertos, brazos en jarras, en actitud de espera, impaciente. Zapatillas de deporte, corriendo más que caminando, en piernas larguísimas del color de las piedras de agua dentro de una falda blanca y una blusa estrecha rosa. Un chico asustadizo que correteaba detrás de la blusa, la falda y las zapatillas de su chica enfadada, con cara de necesitar contentarla con algo, a espabilarse, no todo son palabras cariñosas y miradas transparentes.

El helado de cucurucho iba y venía de mi boca y mis sorbetones me aturdían más que el continuo trasiego murmurante de mujeres, al que ya me iba acostumbrando. Del principio de la calle llegaban voces ascendentes como gorjeos de pájaros, mujeres y hombres que acudían en tropel a las golosas rebajas. Detrás del cucurucho, como un tic nervioso en el ojo, se asomaba una cara casi pegada a la mía. Otra falda negra de volantes como pieles de cebolla, bolsa de compra verde, chanclas abiertas y cabello recogido en un moño permanecía en actitud de desesperada espera con el móvil en la mano. Yo seguía sin mirar sus caras, pero oía sus voces huecas junto al ruido lastimero que producían mis tripas vacías de alimento. La gente brotaba por todas partes en torno a las tiendas. Una joven rubia y delgada, unos treinta años, pantalón vaquero, gafas oscuras y zuecos marrones, caminaba delante de mí como un fantasma. Chaquetillas azules, faldas amplias de amplios vuelos, ambas compartiendo móvil y risas cómplices, parecían moverse solas sin necesidad de piernas.

El cucurucho de helado volvió a la carga, no parecía importarle pasear por mi boca y asomar por mis labios su fría cara de chocolate sin ojos. Me puse de puntillas y me agarré a la pared casi rascándola con las uñas, empezaba a sentirme como el James Stewart de Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958), al borde del pánico ansiolítico. Sólo veía comercios abarrotados rodeados de enormes edificios y minúsculos brotecillos verdes que, a pesar de todo, sobresalían desamparados de un pavimento del color de la tragedia recién pulimentado.

— ¿Y mis bravas y mis libros de saldo antiguos? ¿Cuándo podré tomar esa cervecita fresca?

Así comencé mi letanía diaria, en voz baja, muy baja, con los ojos entornados y un gesto dulcificado de comprensible desdicha.

— Oigo el suave trasiego de tus pies de un lado a otro de la cocina y un canturreo sentimental, el alegre chisporroteo de las patatas fritas en la sartén y la lavadora vieja, hurgando en el silencio. Tu voz llega como un murmullo hasta mí, que estoy en la terraza intentando doblegar las cuerdas de tender, y, sin apenas haberte oído, te contesto, sabiendo que no me oirás tú tampoco. Recito ingenuo la misma letanía diaria: Quiero chuletas con patatas o pollo frito con cerveza, tortilla con cebolla muy picada o sepia o calamares, boquerones fritos, tomate pelado con grandes aros de cebolla repartidos por la ensalada, piña natural y natillas caseras o flan de huevo tierno y humoso y el kefir. No, el kefir para esta noche, pero antes de la noche y del kefir, melón con arrugas y pipas resbalando por sus terraplenes amarillos y luego un poco de ti misma, disuelta con la luz de membrillo que habita en la mesilla, blanda y con sabor a tierra desolada y a noche oscura.

Abrí los ojos y encontré a mis pies un puñado de monedas desdichadas, la mayoría eran céntimos. Algunas de las personas que me las habían lanzado, se quedaban mirándome y hasta aplaudían ese susurro que suelo recitar casi a diario. Yo no me avergoncé.

El dragón seguía escupiendo gente y engulléndola al mismo tiempo con pavorosa naturalidad sin que se aplacase la sed de compras que entraba por su boca ardiente. El padre y el niño querían entrar por una de sus bocas a buscar a la madre, un libro infantil permanecía abierto al lado del chupete, el niño lloraba, mejor, berreaba, el libro también, estrujado en sus manitas, sus palabras pugnaban por salirse del papel y cruzarse con otras palabras en el incómodo viento que soplaba sin cesar. El calor quemaba. El carrito se movió descubriendo una pintada en el suelo escrita con mucho arte caligráfico:

El mundo entero sabrá que eres capaz de bajar del cielo las estrellas.

Escaparates llenos de pantallas de televisión, portátiles de todos los tamaños y colores, tablets y toda clase de aparatos electrónicos y de sonido. Guardias de seguridad que vigilaban celosamente con un mohín en la nariz semejante al hocico furioso de un perro. Carteles gigantes o medianos a todo color, impresos, a mano y a máquina, en hileras dobles, como árboles de un bosque multicolor preñado de letras que formaban la misma palabra cubierta de maleza imaginaria: REBAJAS. Tirantes de sujetador de vivos colores debajo del vestido, vestidos que cubrían piernas que andaban ágilmente en zuecos con plataforma. Una ecuatoriana rascaba el suelo con su enorme maletón que, por el tamaño, debía contener toda su vida dentro.

Desapareció el helado y la galleta crujía en mi boca como los muelles de un colchón viejo.

Era sábado, a media mañana todavía y el termómetro callejero ya marcaba cerca de los 36º, quizá habría aún tiempo de ver algo de libros viejos, tomar unas bravas mientras charlábamos y, ¿por qué no?, desprenderse del reloj, de los horarios, así, sin más, y vivir durante unas horas sin tiempo, alocadamente. Si pudiera tener más vidas encubiertas para revisar mi filmoteca, ver una y otra vez las películas que más quiero… No pedía tanto, flotar por encima de los tejados hasta agarrarme a la cola de cualquier cometa pasajero que me llevara a conocer otras galaxias, otros soles, otras estrellas. Eso es también como ver una película que amas.

— Samuelito, que inteligentemente no ha venido a acompañarnos a las rebajas, es la única persona que conozco capaz de vivir “su tiempo”. Sabe cómo tensar y poner el cronómetro de su cuerpo en marcha. Su paso elegante se transforma y se hace transparente sobre el polvo rayado de las aceras grises, de cualquier camino de agua. Él es la velocidad. Su existencia transcurre en un ralentí. Es dueño del tiempo a su antojo. Samuelito el lento, el que arrastra los pies al andar, el que no sabe dónde colocar su desgarbado cuerpo ni sus largas manos, el apático para cualquier movimiento físico, excepto para los 100 metros lisos, arranca la tierra y de la tierra con su hermana de la mano, a la que cuida desde los once años como en un juego, y tira de ella con firmeza saltando zanjas y montículos de arena para perderse por la calle fantasma de la ferretería lapona, la tienda de comestibles del chino, o la nueva frutería de Arnaldo. Y su hermana, siempre rebelde, no se deja pero se deja hacer porque la lleva planeando por el aire.

Si Raquelita, mi compañera de trabajo, no se angustiara tanto por sus clases de conducción… Le tengo que prestar sobres de tila diarios, “ya me lo devolverás”, le digo para no multiplicar sus nervios. ¡Qué bien aparenta ser feliz! Su máxima preocupación son sus clases y que la quiera bien su nuevo chico. Necesita tiempo, mucho tiempo y paciencia para recuperar la voz perdida al separarse de su primer novio. ¡Y cómo duele el primer amor! Un año sin voz es mucho dolor. Poco a poco y con nuestro cariño diario.

Si Claudia quisiera seguir escribiendo sin desactivar esa máquina de crear historias inquietantes que hay en su cabeza… Qué importa si son buenas o malas, si sigue luchando contra la bilis de su estómago, algo bueno, muy bueno saldrá pronto de su corazón herido. Todo es cuestión de tiempo. Ha crecido desde la famosa piedra de la luz oscura[1]. Ahora, a sus diecisiete años, tiene un físico imponente, unos ojos de fuego negro que impresionan y una tez morena que destella ira en la oscuridad, pero en la claridad de su alma atesora esencia de luz. Y es que tiene un don, sabe capturar la luz y crear un instante atemporal en sus fotos y retratos. Me acuerdo, y mucho, del curso de fotógrafo que mi padre no me quiso financiar cuando era joven.

Si Alda pudiera compaginar las asignaturas que le quedan para acabar tercero de Informática con sus catequesis y sus interminables reuniones del Consejo Pastoral… ¡Qué no daría yo por desvelar el misterio que rodea su cara blanca! El equilibrio sereno tan natural que resplandece intermitentemente, la sencilla aceptación que veo en sus ojos de la vida tan transparente que ella vive todo el tiempo.

Y si mi amigo Pepe “Tarzán”, pudiera terminar de escribir su libro sobre los Tarzanes cinematográficos de una vez por todas… El libro de toda su vida resumido en un grito de ayuda desde un árbol tristísimo. Y así tal vez podría vencer en su duelo titánico con el estrés que le producen el trabajo y el no poder ver su sueño cumplido antes de que la palpitante supernova estalle en su cabeza deprimiéndole para siempre. Metódico analista informático que no sabes vivir ni dormir sin la chaqueta y la corbata puestas, ¡lanza tu reloj y estréllalo contra el tiempo!

Un viento imposible se colaba entre estos edificios céntricos untados de cemento. Era terriblemente cálido, expulsaba su aliento contaminante sin distinción y ennegrecía el absurdo y humoso paisaje.

Repentinamente la gente ralentizó su paso, ya no parecían tener prisa, habían caído en una especie de inaudita sugestión. El reloj de la Puerta del Sol iba más despacio, los cuartos, las medias y las horas sonaban distorsionadas en sus campanas de alas dulces —¿Quién obliga a los relojes a dar el tiempo? Si se pudiese penetrar hasta lo más hondo del alma, quizá pudiera percibirse el tic-tac del corazón como el formidable caudal que nutre de tiempo nuestra vida diaria—. El termómetro callejero se había vuelto loco, hacía sólo cinco minutos marcaba 20º y ahora se había puesto en 46º. El viento no amainaba, vibraba y arremetía contra la plaza, hería avanzando hacia nosotros como los escudos de una legión romana. Por momentos tenía la impresión de que el cielo nos caería encima. Me sentía muy pesado de piernas, sin embargo mi corazón cabalgaba ligero, mi cabeza pensaba con enorme claridad y descifraba con sencillez algunas de esas hondas preguntas sobre la vida que de vez en cuando todos nos hacemos. Nada se espesaba, todo adquiría un significado y me parecía de una esencialidad extraordinaria. Era maravilloso observar a los demás, movían sus cuerpos desordenadamente, dentro de un caos armónico, no tenían miedo al aire lúcido que los envolvía. Caminaban abrazados en un magma sólido, áureo, que los mantenía con vida al borde mismo de la muerte por el súbito aumento de temperatura y al mismo tiempo sus caras, y ahora sí miraba sus caras, expresaban el gozo gratificante de haber comprendido las leyes del Universo, el significado de la vida y el tiempo en un mismo concepto. Y por eso iban despacio, despacito, digiriendo tiempo y viviendo lentamente. Todo era tenue y hasta el paso de la muerte que inundaba la ciudad con aire de sufrimiento, se hizo comprensible. Las flores recobraron sus colores, las hojas de los árboles estaban más vivas que nunca. En la suave luz de todas esas casitas de edificios tan altos y lejanos, el viento pareció avivar sus oídos interiores evocando sonidos celestiales en los balcones abiertos.

Vivimos la vida de personas que apenas se dejan ver, que aparecieron como gotas de lluvia diminutas y un día desaparecen para siempre y sientes arrancarse esas gotas de tu carne. Otro día llueven más gotas, más personas con una historia que contar y ya no resbalan simplemente igual que la lluvia, sino que necesitan quedarse en tu piel, ser sentidas, escuchadas, para poder sobrevivir un poco más cada día. Nada es baldío.

Ahora todos se parecían a Samuelito, todos ralentizaban su paso disfrutando de cada ínfimo instante. En sus caras se reflejaba el estado de su alma, parecían haber lavado sus pecadillos sin prisas, sobre una marcha lenta, a resoplidos, toda la vasta tiniebla anidada en cada uno de una vez por todas. Algunos bailaban, chicos y chicas se besaban, se daban palmaditas y abrazos felicitándose, demorándose en cada movimiento pero gozando de cada instante. Un segundo tardaba horas en pasar. El tiempo se había hecho eternamente interminable. Qué bonito era abrazarse sin motivo en la calle Preciados, auténtico hervidero de prisas, codazos, empellones, malos modos, miradas hoscas y acusaciones de culpa al contrario, al desconocido. Qué bonito recoger tu mano en el hueco de otra mano vacía, escuchar esas voces amigas llamándote, resonando a lo lejos, desde otra dimensión, otra época de cálidos recuerdos. Recordé qué tiempo tan feliz cuando yo era más joven y paseaba solo y sin un céntimo en el bolsillo con mi libro de cuentos de Chejov por único y fiel compañero, que no me abandonaba ni de día ni de noche. Y pensé que ahora, en mi virginal inocencia, en este mismo instante, no encontraba ni rastro de maldad ni de miedo.

No daba crédito a lo que veían mis ojos astigmáticos y en mi efusividad calenturienta me adelanté unos metros, quería mezclarme con ellos, impregnarme de ese tónico del desierto, ese insensato cielo, para desentrañar el mismo Universo. Deseaba sentirlo, vivir como ellos esa gratificación de los sentidos que ascenderían gradualmente por mi ser para hacerme libre, pues los demás también lo eran.

El viento disminuyó, se retrajo por la calle Mayor hasta los jardines del Moro, mis ojos cenagosos, amazónicos se volvieron para vislumbrar en el termómetro callejero los 24º de nuevo. Como si despertaran de un sueño, los que habían sido personas durante esos breves instantes, recobraron su aire retraído, individualista, unos se calzaron los cascos, otros optaron por el móvil, para todos ellos los demás éramos inexistentes. Volvió el murmullo ensordecedor, millones de grotescas figuritas graznaban palabras ininteligibles y agitaban los brazos en todas direcciones con ansias de volar, de elevarse, como en un sueño, hacia los ciclópeos edificios que rodeaban la Puerta del Sol, tratando de alcanzar cualquier mísera cosa, un anuncio empotrado en lo más alto. Bajo aquel cielo rosado sólo existía la palabra REBAJAS. Mientras, un millón, poco más o menos, de hombres con ojos calculadores como los de un animal hambriento esperaban fumando, hablando de fútbol o contando chistes verdes frente a los escaparates llenos de reflejos. Sentí de nuevo pánico escénico, los ojos se me volvían de cristal de agua. Notaba la agresividad ambiental, la necesidad creada artificialmente de usar y tirar, el afán desmedido de poseer y hastiarse con la misma inusitada rapidez. Sentía disgusto por los que comercializan el miedo asustando a la gente para que compre las cosas que no se necesitan.

— Pronto, pronto, rápido. ¡Huy, qué cara tienes! Ni que te hubiera caído el Sol encima, estás rojo, rojo —remachó Claudia con ojos pizpiretos.

Acelerada, nerviosa con su falda negra larga en la mano, miraba a su madre, que me pasaba con suavidad la mano fría por la cara intentando descubrir no sabía qué. Pero sólo consiguió que yo diera un respingo ante el tacto de sus dedos heladores.

— Ya lo he encontrado —musitó Alda en una esquina de mi oído, y me dio un mordisquito en la oreja en señal inequívoca de que estaba contenta, mientras a mí me recorría un escalofrío de placer, y también de miedo por los inquietantes silbidos del viento.

— Pero bueno, ¿no habéis notado el subidón de temperatura?

Les hablaba musicalizando las palabras y trataba de explicárselo con gestos como haría un buen italiano. Las dos se miraron extrañadas y empezaron a hablar entre ellas, ignorándome.

— Te lo dije mamá, no debemos hacerle esperar tanto —pude oír cómo le susurraba Claudia en un tono anormalmente bajo.

— Al menos espero que tanto tiempo de tardanza les haya servido de algo —pensé conformándome—. ¿Y ahora ya podemos tomarnos unas bravas y unas cervecitas? —les solté muy ilusionado.

— Luego, después —me dijo dulcemente Alda—. La niña quiere ir a Pontejos, ha perdido un botón, el de su otro pantalón, esencial para su vida social, según ella.

El silencio subió del suelo y un aire de sufrimiento y un río de lágrimas amables e invisibles sembraron mi cara contrariada. La vida es inapreciable si no llevas cargada la espalda con algo así como un anuncio que diga: REBAJAS.

[1] Cuento de la luz oscura. FS

Felipe Iglesias Serrano

Almeida y Villacís presentaron en el Distrito la Tarjeta Familias

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, presentaron el 26 de agosto la Tarjeta Familias, una nueva herramienta del Ayuntamiento para la atención social que permite cargar ayudas económicas destinadas a necesidades básicas que los usuarios pueden gastar en cualquier establecimiento de alimentación.

Acompañados del delegado de Familias, Igualdad y Bienestar Social, Pepe Aniorte, y de la concejala de Villaverde, Concha Chapa, y tras visitar el Centro de Servicios Sociales Eduardo Minguito para conocer de primera mano el trabajo diario de los profesionales del centro y los retos a los que se enfrentan, ambos han dado a conocer esta iniciativa impulsada con motivo de la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, que nace con vocación de permanencia.

La Tarjeta Familias es similar a cualquier tarjeta bancaria y se usa en cualquier comercio, evitando las colas para la recogida de alimentos. Por otra parte, sirve para dar una respuesta homogénea en todos los distritos, ya que será la herramienta preferente para este tipo de ayudas en todos los centros de servicios sociales.

Además, esta tarjeta, que se podrá entregar en cuestión de días, reduce el tiempo de espera que, en el caso de las ayudas de emergencia, antes del confinamiento podía ser de hasta cinco meses. Por último, permite acudir a cualquier establecimiento de alimentación de Madrid.

El Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social estima que hasta el 31 de marzo de 2021 el Ayuntamiento destinará alrededor de 27 millones de euros a ayudas tramitadas a través de estas tarjetas. La cuantía de las ayudas que se cargarán en ellas va de los 125 a los 630 euros al mes, dependiendo de la renta per cápita y del número de personas que forman la familia.

PRENSA AYTO.