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Universo Rock Radio, nueva emisora en el barrio

El día 7 de septiembre, a las 19:00, en el CIVyD (Cinesia) tuvo lugar la emisión inaugural de la emisora Universo Rock Radio, que podrás ver y escuchar a través de este enlace: http://universorockoficial.es.

Con una programación habitual en la que encontraremos los clásicos y novedades del mejor heavy rock, cine, terror y también humor, hablarán asimismo en esta primera entrega sobre la situación del ocio nocturno y el futuro de la música en vivo, e incluso habrá regalos (discos, camisetas, películas…).

En la línea editorial de la nueva emisora se encuentra de forma destacada el apoyo a la cultura segura y a la música en vivo, y buena prueba de ello será la actuación en acústico de Castilla (folk-rock), que será retransmitida en directo a través de: https://www.facebook.com/universorockoficial

REDACCIÓN

Ayuntamiento y Ministerio ignoran al vecindario en la solución a las depuradoras del sur

Las asociaciones vecinales del entorno del Parque Lineal / río Manzanares, en su tramo sur en el municipio de Madrid, hemos tenido noticia por la prensa de que el Ministerio de Transición Ecológica (MITECO) y el Ayuntamiento de Madrid han acordado mantener en su ubicación actual las depuradoras de La China, Butarque y Sur, y manifestamos una gran extrañeza y una gran preocupación y malestar por dicha decisión.

Gran extrañeza, porque el informe de MITECO de febrero de 2019 sobre este sistema de depuración manifestó claramente que había tres alternativas viables: 1. nuevas plantas en los tres espacios actuales; 2. eliminar La China y nuevas plantas en Butarque y Sur; 3. levantar una sola instalación, la Sur. ¿Por qué, entonces, se ha decidido mantener las tres en los espacios actuales? ¿Dónde está el resultado de las consultas realizadas propuestas por ese Informe? ¿Para qué han servido?

Y gran preocupación y malestar, puesto que las entidades vecinales de los distritos afectados hicimos los deberes, planteando alternativas, argumentos y propuestas, y se sigue dejando al margen a quienes tenemos que padecer que Madrid limpie su agua a costa de lo que el propio informe reconoce de olores, ruidos, insectos, lodos, colectores, estanques de tormentas… Porque la intensidad del impacto de estas depuradoras con la emisión de contaminantes, mal olor, ruido, vibración y otras molestias ponen en riesgo la salud humana. Siempre hemos considerado que es esencial considerar estas molestias a la hora de priorizar la decisión a tomar, lo que no ha sido el caso.

A todo ello hay que sumar que el espacio que ocupan impide el desarrollo de la ciudad que nosotros también somos, aunque no lo parezca ni se nos reconozca, impidiendo que el medio ambiente y la riqueza histórica existente, pero desconocida, olvidada y machacada, que hay en todo este tramo del Parque Lineal del Manzanares, sea puesta en valor y sea nuevamente ninguneada. Somos ciudadanos, y no simplemente sufridores de lo que la ciudad necesita, pero no quiere y nos lo manda al Sur.

Porque debe haber una solución no solo para las aguas, sino también para la ciudadanía. ¿Es que a nosotros no nos protege nadie? ¿Qué podemos decir después de este anuncio de acuerdo sin que se haya reunido la mesa de seguimiento que el Ayuntamiento estableció al efecto, creada precisamente para tratar estas alternativas? ¿Y sin que haya habido comunicación, ni diálogo, ni respuesta alguna, como era de esperar, a las alegaciones al documento de consulta? No podemos aceptar la opción adoptada de mantener las tres depuradoras rehaciéndolas.

Por todo ello hay que pasar a actuar considerando todos los aspectos: el desmantelamiento de las dos depuradoras (La China y Butarque), evitar el despido de los trabajadores de las plantas y la recuperación medioambiental de la zona. El derecho de ser vecinos y vecinas de la ciudad exige nuestra manifestación como ciudadanos.

Campaña en Change.org: https://cutt.ly/bfkfw2g

A.V. LA UNIDAD DE VILLAVERDE ESTE

Excursión a Pontejos

Cruzamos la Puerta del Sol hacia Mayor, para dirigirnos a Pontejos. Alda, Claudia y yo caminábamos juntos, cada uno con nuestros pensamientos. A cada paso que dábamos nos asaltaba un olor distinto, a pasteles y bollos, a asfalto recalentado y a los periódicos del día. Samuelito, que, como ya he contado anteriormente, era alérgico a las rebajas, dijo que se quedaba para guardar la casa. A saber, juegos, lectura e internet. El calor se abatía sobre las moles de cemento. Hasta el chorro de la fuente parecía un brasero de vapor congelado. Los rayos del Sol tejían telillas fosforescentes con la luz y al chocar con el agua enhebrada producían esa ilusión óptica que tanto me encandilaba. El rumor de esa agua era lo más vivo de la plaza.

Claudia exhibía la bolsa de compra donde guardaba su falda negra. Cuando se quitó los cascos, yo me puse a temblar.

  • Seres —dijo—, y, a continuación, profirió un lamento ensordecedor, su cara se descompuso en un rictus de dolor.
  • ¡Mamá, mamá!, me duele mucho —soltó.

Alda, conocedora de las tretas de su hija, le respondió con voz serena.

  • ¿Qué te duele cariño?
  • Vuestra hija se muere de dolor de tripa y vosotros os quedáis tan anchos, seguís a lo vuestro como si tal cosa, sois unos padres maravillosos. ¡Augggh!

Con su nueva postura sugirió otro retorcimiento de dolor.

—  ¿No se te pasa? —pregunté yo.

—  La tripa no me duele ahora, pero he sentido un chasquido terrible en los glúteos. ¡Ay, ay! —siguió con su letanía sin darme tiempo a preguntarle más—. Me arde el estómago y este brazo —dijo señalándose el brazo derecho—. No lo siento.

A medida que nos acercabamos a Pontejos, el bullicio de gente fue desapareciendo, el ruidoso silencio ya no me turbaba. Antes de que llegáramos a la pequeña plazoleta, yo me paré en seco y con tono inocente le pregunté:

  • ¿Nena, qué tal tienes las pestañas?

Sorprendida, me miró sin comprender con ojos interrogadores y respondió cortésmente:

  • Bien, ¿por qué?
  • Por nada, me alegro de que tengas algo sano en tu cuerpo.

Se tragó la sonrisa y avanzó dos pasos para que no la viera, pero yo sabía que no pararía de reírse hasta entrar en alguno de los comercios donde se supone que íbamos a buscar el famoso botón. Ya estaba otra vez en tierra de nadie. Los libros, las bravas, la cerveza, empezaban a ser leyenda.

Eligieron al azar una de las tiendas atraídas por el escaparate, abarrotado de toda clase de menudencias para el vestido. Un ramillete de muchachas escarbaba dentro de unos cajoncitos bien alineados en un pequeño mostrador inclinado hacia el público. Estaban repletos de cuentas para hacer abalorios en topacio, granate, amatista, piedra lunar, oval, cornalina, cuarzo rosa, lentejuelas y otras muchas.

Claudia llevaba la mano de su madre de un cajón a otro con sublime pericia mientras tarareaba una canción infantil que se le había quedado pegada a su oreja desde pequeña.

Una gran variedad de pechos distintos rozaban una y otra vez las cuentas. Sus dueñas reían excitadas toqueteándolo todo y lanzando exclamaciones de júbilo.

Claudia graduaba el tamaño de sus ojos acorde a su interés por el objeto que momentáneamente tuviera en las manos. Yo ya empezaba a tener turbadoras visiones de múltiples combinaciones sensoriales.

Cadenas para hacer cinturones, broches para collares y pulseras, hilos para enfilar collares, cuentas de cristal para bordados, hilos para crochet o ganchillo. A Claudia le parecía todo aquello como volver a la infancia. Su descenso al “Maelstrom”[1], ese negativismo visceral que hacía extensivo a los demás, desaparecía en momentos como éste. Radiante, zarandeaba a su madre jubilosamente y la arrastraba por los mostradores. Estaba todo tan atestado de gente que nadie prestaba atención a las peonzas humanas en que se habían convertido madre e hija. Una fuerza irresistible, la fuerza de la naturaleza positiva, emergía de Claudia. Dentro de ella se había puesto en marcha un poderoso imán de atracción al que su madre era incapaz de sustraerse. Yo las seguía a duras penas por las tiendas siempre alejado de ellas, en espera, retirado lo más posible de los mostradores por caminos que conducían a escaleras infinitas, a otros pisos, a pasillos de nadie, cargando el dolor en los pies y la flojera en el alma. No quería verme envuelto en aquel trasiego de manos agazapadas y suspiros perturbadores. Las miraba a las dos tan juntitas, tan felices, que casi no podía creer que Claudia fuera la misma persona que discutía agriamente con su madre y conmigo, que lanzaba toda clase de improperios difíciles de olvidar. Cuando surge lo verdadero, vive y sube en cada latido a su propio cielo.

Yo sí que ya me había olvidado de mis libros, mis patatas bravas y mi cerveza. Flaqueaban mis deseos, pero, la verdad, confortaba mucho más ver el cuadro que tenía ante mis ojos. Ahora la hija cogía de la cintura a su madre y la llevaba de acá para allá sujeta como una cometa que surcara el aire encelado, con tanta rapidez y con giros tan imprevisibles que me las veía y me las deseaba para no perderlas de vista entre aquella maraña de mujeres sedientas de tantas y tan extravagantes esencias de colores. No tocaban el suelo con los pies y yo me las imaginaba a las dos como volátiles copos de luz, incluso por momentos aparecían a mis ojos incrédulos como extrañas siluetas de seres mitológicos.

Salieron de la primera tienda sin comprar nada y, con los ojos hipnóticamente encriptados, entraron rápidamente en la de al lado. Claudia reía y se comportaba conforme a su edad, diecisiete años. Para mí todos estos cortos recorridos eran agotadores y seguir sus huellas puras sobre el empedrado constituía para mí una prueba de fe.

Los mostradores contenían casi lo mismo que los de la tienda anterior, pero este local tenía un piso más y nuevos departamentos. Más sopor, más pesadez para mi cuerpo. Ciclópeo esfuerzo para mis huesos que gritaban pujando por salir de allí. Aguantaba por amor, por llevar el mismo paso de Alda, con el cuerpo rígido, pasmado entre tanto movimiento. Pasaron velozmente tocándolo todo, las cremalleras, los bastidores para bordar, los cordones para cortinas. Claudia se empecinó en llevarse unas borlas para tiradores de cortinas, pero su madre le convenció de no hacerlo en medio del griterío que las rodeaba, con esa serenidad que siempre empleaba, pausando la palabra y que en otros momentos tanto desesperaba a Claudia porque no se ponía a la altura de sus gritos juveniles cuando sacaba hacia fuera su silencio retador. En situaciones así, nadie podía saber lo que pasaba dentro de su alma de mujer ni se atrevía a remover su corazón terco. Por eso yo me guardaba mi pobre voz con las patatas y la cerveza ya olvidadas y permanecía en una frágil mudez de cristal con cara de niño descuidado que hubiera caído en el centro de un tornado invencible. Siempre que estaba enfadada con el mundo, discutía y bajaba a Dios hasta su habitación, lo metía en el microondas de su cabeza y de allí salía calentito y con muchos porqués. Teatralizaba sus protestas gestos moviendo sus manos como alas de luz, pero era muy sincera, muy directa, hablaba con tanto desparpajo que te desarmaba.

Cuando paraba por la casa, siempre estaba muy cansada, exhausta según ella y sin ganas de hablar de cualquier tema que pudiera estar relacionado con un atisbo de responsabilidad. Sentía verdadero pavor por acabar algo de lo que empezaba. Cuando las cosas se ponían realmente mal y el ambiente se tensaba como un arco arrojando la flecha de la ofensa directamente al corazón, Alda se refugiaba en la cocina y sollozaba en silencio junto a la ventana mientras Claudia se encerraba en su habitación, nos soltaba su música por la minicadena y se tumbaba en la cama guardando el cariño en su colección de botellas de cerveza vacías. Amaba el color y el dibujo de sus cristales. En esas ocasiones yo solía entrar en su cuarto sin llamar, me sentaba en la silla giratoria de su mesa de estudio y me quedaba mirándola sin hablar, con las piernas cruzadas para no hacerme el importante, soportando el dolor con que la postura ataba mis huesos enfermos. Si notaba mi presencia, se volvía, me miraba con aire incierto y un pelín de desconcierto en sus grandes ojos oscuros y reaccionaba enseguida diciéndome: “¡Fuera!”. Y si entonces veía que no me movía, remataba la frase con un “Es mi habitación”. Yo apartaba la mirada y con tono cansado le contestaba desviando mis ojos hacia su mesa de trabajo:

  • Creí que debíamos hablar de leyendas, del por qué va y viene la claridad y de por qué la Tierra no es completamente redonda.
  • No quiero hablar con vosotros, entre nosotros ya está todo dicho, no os quiero como padres.
  • Quizá te quieran más los padres de algunos de tus amigos, tal vez te mantengan y te den de comer y te aguanten —razonaba yo sin éxito.
  • Ves! Esto es lo que no aguanto, que siempre me echáis la culpa de todo lo que pasa, y mi hermano hace lo que le da la gana y le dais todo y a mí en cambio me gritáis. Y vale, vete ya de mi habitación. Odio contaros nada de mi vida, hablar o discutir con vosotros, os odio, odio todo y a todos.

Volcán Claudia. El gozo y la pena se alternaban. Tal y como es la vida. Pero, aunque nunca quería hablarme, o siquiera hablar, para discutir sus cosas, discutíamos, hablábamos, intentábamos razonar nuestras ideas y creencias. Y ella volvía a bajar a Dios a la tierra y a qué se yo cuánta gente más, para hacerlos partícipes imaginarios de sus desdichas y temas de discusión. Al final nunca resolvíamos nada y, la verdad, yo nunca he tratado de imponerle ninguna idea por la fuerza. Por otra parte, hubiera sido inútil, pero al menos el arco se destensaba y la flecha disparada, al menos durante unos días, permanecía estática, como un ente durmiente pero amenazador en el cálido aire pacífico. Sólo se tranquilizaba tumbada en su cama boca arriba mirando a oscuras las estrellas y planetas fosforescentes pegados en el techo. Soñaba con escapar a otros mundos. Al caer el mediodía, con el olor de la comida, todo se desvanecía y se transformaba en una muda tregua de paz, propiciada por el hambre.

Viéndolas allí, tan unidas como si fueran amigas o hermanas, no me importaba perderme las bravas y la cerveza fresca, porque la visión de esos momentos, envueltos en una neblina de sagrada fantasía, reparaba mis simples desdichas cotidianas como no poder saciar el hambre con algo muy apetecible, el dolor inhumano en mis pobres pies, la insoportable espera en todos los establecimientos y el seguimiento faldero de una tienda a otra. Inacabable jornada de cordero. A pesar de la desesperación colorista que divulgaba con mis breves parpadeos, no me importaba nada, ni la cerveza ni las bravas de mi alma. Y claro que prefería ver, sentir, tocar casi, estos repuntes de felicidad que eran la demostración palpable de que en el centro huracanado de sentimientos arremolinados de Claudia reinaba una bendita paz. Ojalá algo o alguien pudiera lograr que esa serenidad fuese constante. Quién sabe, quizá con el discurrir del tiempo.

Yo seguía guardando prudentemente las distancias, no quería romper con mi presencia cercana, esos instantes de mágico encantamiento, ese Thule emergente de las aguas convulsas de su cuerpo adolescente. La Claudia feliz.

Madre e hija proseguían su andadura, saltaban de un mostrador a otro sin pararse siquiera a respirar. Alda parecía varios años más joven, contagiada sin duda por el espíritu alegre de su hija, trataba de seguir sus pasos de ballet y se dejaba llevar dulcemente por ella en medio de aquel interminable ajetreo a que se sometían inundadas las manos de la brillantina de toda aquella bisutería efervescente de luz.

Cada una señalaba a la otra los artículos y enredaban divertidas con los abalorios multiformes. Toqueteaban encantadas toda clase de botones formados en hileras. y no sabían cuál llevarse, si el de cuarzo rosa, el de cornalina, el oval de piedra lunar el cúbico o el prisma con figuritas. Hasta yo me acerqué extrañado a curiosear cuando se separaron unos centímetros. Nunca había visto tantos y tantas clases de botones que parecían excitarse al ser tocados dentro de sus cajoncitos numerados. Algunos destellaban por sí mismos y tuve que frotarme varias veces los ojos para cerciorarme de si era cierto. Todo formaba parte del cuadro mágico que allí estaba representando todo el mundo, el instante en el islote feliz que según dicen existe fuera de nuestro. La visión de aquellos botones alteró de tal forma mi percepción sensorial, que creí firmemente hallarme en una de aquellas islas maravillosas. Los islotes del tiempo, también llamados islotes de la felicidad existían, sí, y el instante feliz también. A veces los tenemos delante y nuestra ofuscación no nos deja verlos, los vivimos y los dejamos escapar por miedo. El enfurruñamiento no nos deja ver esas cumbres felices manchadas de un blanco puro y rodeadas de nubes entreoscuras de mal genio. No nos damos cuenta con las prisas, el apego al dinero, el ansia de tener y el estrés.

Cerré el libro sin poder reprimir una sonrisa en mi boca seca, dejando que el pasador pensara por mí el número de página. Como Claudia diría, al autor se le había ido la olla.

Pensé que no quería saber lo que pasaría cuando saliéramos de aquel conglomerado de locales llenos de detalles menudos, de aquel insólito y encantador lugar llamado Pontejos, en el mismo centro de Madrid. Que la pequeña plazoletilla con fuente rodeada de banquitos de madera para sentarse invitaba con su tibia quietud a quedarte y no dejar pasar sin más ese tiempo, a disfrutar del esplendor extraño de sus comercios antiguos y nuevos, del aroma de sus géneros.

Tal vez al dejar la plaza, cuando nos alejáramos, volviéramos a la vida real, a los enconos, al grito agrio, a las disputas de madre e hija, al remolino adolescente. No lo sabía pero en ese exacto minuto estaba sentado en una nube balsámica de botones multicolores y no quería pensar en eso.

Felipe Iglesias Serrano

[1] A descent into the Maelström, 1841. Edgar Allan Poe.

 ‘Incluso de nuestras crisis, como ésta, tenemos que aprender’

Raúl Martínez, activista, educador y profesional del medio ambiente

La crisis provocada por la pandemia de COVID-19 ha tenido también efectos muy visibles en el medio ambiente, desde la explosión de vida (tanto vegetal como animal) fruto de nuestra “retirada” al confinamiento hasta la proliferación de nuevos residuos (guantes, mascarillas…) o la vuelta a la “normalidad” en cuanto recuperamos la movilidad. De todo ello y de más cosas relacionadas con el medio ambiente en el Distrito hablamos con nuestro buen amigo Raúl Martínez, activista, educador y profesional del medio ambiente.

Creo que hay novedades en torno a la Mesa del Árbol, en la que participas… Cuéntanos…

Bueno, la última reunión de la Mesa del Árbol tuvo lugar ya hace un año y pico, y ahora la ha retomado Borja Carabante [delegado del Área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento] con una normativa nueva, que ha dado lugar a que sea posible no solamente tener representantes de grupos, sectores profesionales, empresas o colectivos… Yo no formo parte de ninguno, pero me han nombrado, vamos a ponerlo entre comillas, como “consultor experto”. No tengo voto, pero sí tengo voz y me escuchan, y eso es lo que yo quería: no representar a colectivos humanos, sino a nuestros vecinos más antiguos, los árboles, que sigo pensando que hay que proteger, cuidar, amar y hacer todo lo posible para que sigan siendo nuestros vecinos.

Así pues, ahora estamos esperando la primera reunión. Yo tengo previsto proponer en ella actualizar el inventario de los árboles que están catalogados dentro del plan de ordenación del Ayuntamiento como “bienes de interés”. Eso no se ha hecho desde hace muchísimos años, hay algunos que conozco que ya han desaparecido, y otros que merece la pena que estén incluidos. Esa actualización me parece muy importante, porque si no vamos a tener lo de siempre: cualquier obra puede atentar contra un árbol que tiene un valor no solamente ambiental y natural, sino cultural, dentro del ámbito de donde vivimos, sin que nadie haga nada para evitarlo.
Vamos con el tema central de la entrevista: desde tu punto de vista como experto en la materia, ¿cómo ha vivido el distrito de Villaverde esta pandemia en términos medioambientales?

Pues la verdad es que la pandemia nos ha enseñado muchísimas cosas, y una de las principales es la constatación de que si dejas a la naturaleza actuar por sí sola nos va a regalar con mucha mayor biodiversidad, con un mayor equilibrio, con más de todo… Si ya pensaba que Villaverde era el distrito con mayor biodiversidad de Madrid por una serie de razones como estar en el extrarradio, encontrarse al lado de un parque natural como el del sureste, estar conectado con otros ecosistemas a través de pasillos naturales que no debemos perder… pues si era así, estos meses lo ha sido todavía mejor. No lo hemos podido constatar porque estábamos confinados y también nos teníamos que regir por la normativa existente y por tanto no podíamos estar en el campo estudiándolo, pero ya simplemente haciendo unas mínimas actividades como ver aves desde la terraza de casa y llevar una serie de inventarios, hemos visto perfectamente cómo todo ha evolucionado a mejor… Al lado de casa me ha criado el ruiseñor, ha aumentado el número de nidos y de parejas de autillo en el Distrito… En mi terraza han aparecido plantas silvestres, seguramente traídas por los pájaros al venir a mis comederos en el estómago o en las patas… Plantas silvestres que no tenían ni que estar aquí en

Villaverde, pues son propias de ámbitos mediterráneos… Y claro, a mí todo esto me estaba llenando de alegría. Pero después ha venido la decepción, con eso de que “parece que está todo como si fuera una selva”. Pues esa selva, eso que llamamos “plantas inútiles” o “malas hierbas”, es lo que permite que tengamos biodiversidad, y la biodiversidad evita pandemias… Parece que no hemos aprendido…

Desarrolla esa idea, que es interesante…

Bueno, personalmente dudo del origen animal de esto, pero de todas maneras sí que existen muchas enfermedades producidas por vectores animales, que en sus lugares de origen están controladas por la naturaleza en equilibrio. Cada cosa tiene su función y su hábitat, aunque nos parezca que es inútil que haya un animal o una planta en un sitio determinado… Si vamos quitando animales y plantas, desertizando, deforestando, va aumentando el número de especies desaparecidas, y alguna de esas especies, por muy poca importancia que parezca que tiene, a lo mejor es la que controla algún tipo de enfermedad que nos puede llegar a nosotros… Si quitas un elemento, rompes el equilibrio y eso tiene un efecto: algo que estaba reducido comienza a expandirse porque ya no hay nada que lo contenga, no hay contrapeso… Eso lo saben muy bien los agricultores: los controladores de plagas para la agricultura se refugian justamente en las especies de “malas hierbas” que hay entre cultivo y cultivo, en el borde de los caminos… Eso lo tenemos comprobado en el Huerto Ladis, proyecto al que tengo el honor de pertenecer, que por cierto ha donado toda la cosecha a la comunidad para echar una mano a quien lo necesite.

Lamentablemente, el efecto positivo del confinamiento no se ha mantenido…
No, porque tenemos una percepción de lo que es naturaleza urbana que no cuadra… Por ejemplo, mucha gente piensa que un parque tiene que ser un parque inglés, y no somos ingleses, somos países mediterráneos: no tenemos que tener césped, ni regar los pinos que están en el césped, porque entonces se caen… Es posible “llegar a un acuerdo”: mantener limpios ambos lados del camino dejando siempre algo salvaje en vez de la pradera verde, pero hay incluso una cierta presión social en el sentido que la gestión de zonas verdes tiene que ser así, como todo limpito, todo podado y tal… Y las podas también tiran árboles, porque los debilitan. Solamente hay que podar si es necesario o si molesta, pero podar por podar y desbrozar por desbrozar, porque tenemos la percepción de que queda más bonito desbrozado… ¿Que hay peligro de incendio? Pues desbrozas algo del camino, pero deja el resto… Y no tendría que haber peligro de incendio si fuéramos solidarios con nosotros mismos y con el resto de la sociedad y no tiráramos basura.
Ésa ha sido la “foto fea” de este confinamiento, ¿no? Los “nuevos residuos urbanos”: los guantes, las mascarillas…

Y los colchones… Se tiraban los colchones sabiendo que hay un servicio de recogida gratuito… Lo que no hacemos en nuestra casa, lo hacemos fuera porque creemos que están en la obligación de recogerlo, que sí lo están, pero vamos a ser solidarios también con los trabajadores del servicio y con el propio Ayuntamiento. Ellos también están haciendo un esfuerzo, aunque solo sea para que no proteste la gente, pero es que nosotros tenemos nuestra parte en la culpa, porque aunque tuvieran una legión de gente limpiando, como no estamos educados debidamente, seguiría habiendo mierda, colillas… Y de verdad que hay auténticos profesionales de la jardinería, de la recogida de basura, de la limpieza viaria… y se esfuerzan, que los veo yo todos los días… Pero claro, muchas veces incluso se les va la moral porque acaban de pasar y ya está todo lleno de mierda. Vamos a poner todos también de nuestra parte, que esto es una convivencia entre todos, y tenemos que aprender de nuestros errores… Incluso de nuestras crisis como esta pandemia tenemos que aprender.

¿Cómo ha sido tu actividad estos meses?

Bueno, yo soy profesional del medio ambiente: técnico y educador ambiental, asesor… Realizo actividades y talleres ambientales, salidas con gente para enseñarles la naturaleza… Bien, pues todo eso se ha ido de momento, y me he tenido que buscar la vida… Así que durante todo este tiempo de crisis y el que nos queda estoy trabajando en un mercado… Un doctor en Biología está trabajando en un mercado… ¡y fenomenal! Porque en el mercado, la Galería Luyego, he conocido a unos profesionales y una gente maravillosa, que me ha facilitado la labor que yo tengo que hacer, que es facilitarles a ellos la suya, y me he dado cuenta de muchas cosas de cómo se trabaja allí. Por ejemplo, que todos podemos hacer educación ambiental desde nuestras distintas responsabilidades y nuestros distintos puestos de trabajo. Cada cual puede aportar su parte con los conocimientos que tiene de su actividad. Por ejemplo, ahora se están separando muchos más residuos en el mercado porque me he metido yo un poco a promover esa cuestión, y ya me preguntan al respecto… Y yo por mi parte he podido empaparme gracias a las demás personas que trabajan allí de cómo funciona cada cosa, llenándoles de preguntas para conocer mejor el sector de la alimentación. Y no olvidemos que en los mercados, las galerías de alimentación y las tiendas de barrio es donde hay que comprar, no solo porque así generamos menos residuos, sino también porque recibimos una atención mucho más personalizada y creamos puestos de trabajo en nuestros barrios.

Para terminar, ¿quieres enviar algún mensaje directo a los vecinos?

Que debemos aprender de todo esto y ser más ciudadanos, más sociales y más personas desde el punto de vista ambiental y desde el solidario. Lo mismo que cuidamos nuestra pequeña vivienda, el planeta es la vivienda de todos y tenemos también que cuidarlo; está en nuestra mano.

ROBERTO BLANCO TOMÁS

El Ayuntamiento pone en marcha subvenciones para rescatar al deporte base

La previsión es que se puedan otorgar aproximadamente 570 ayudas, un incremento cercano al 50 % respecto a las 355 concedidas en 2019

La Junta de Gobierno ha aprobado una subvención extraordinaria de cuatro millones de euros para rescatar al deporte base de Madrid y colaborar con la viabilidad y sostenimiento de los clubes madrileños en un momento muy delicado en su trayectoria, tal y como ha explicado la portavoz del Gobierno municipal, Inmaculada Sanz, en rueda de prensa.

El Área de Cultura, Turismo y Deporte ha presupuestado esta nueva partida que, junto a los 1,7 millones ya convocados para actividades deportivas y clubes no profesionales, suma la mayor cifra de la historia del consistorio, 5,7 millones de euros, destinada a paliar los efectos económicos derivados de la crisis sanitaria y facilitar la adaptación de los clubes a la situación creada por la pandemia durante la temporada 2019-2020.

De este modo, las ayudas municipales pasan de 2,4 millones de euros que se repartieron en 2019 a los 5,7 millones que se van a conceder en esta última convocatoria. Un incremento histórico para el deporte base de la ciudad.

De la nueva partida extraordinaria de 4 millones de euros, un total de 3,6 millones estarán dirigidos a las actividades deportivas de los clubes básicos madrileños y los 400.000 euros restantes serán destinados a la promoción del deporte de la ciudad.

Estas subvenciones hacen especial hincapié en la promoción del deporte femenino, el deporte inclusivo y los deportes minoritarios para no dejar a nadie atrás en estos complicados momentos para el deporte base, una de las prioridades del consistorio.

En esta convocatoria extraordinaria se prevé que se puedan otorgar un total de 570 ayudas, un incremento cercano al 50% respecto a las 355 que se repartieron en 2019 o las 341 de 2018. Los clubes deportivos, federaciones y entidades deportivas madrileñas dan servicio a unos 1.600 equipos, en los que participan alrededor de 40.000 deportistas.

Las distintas entidades y clubes deportivos madrileños conforman un movimiento asociativo que estructura y da cauce al deporte de base de la ciudad, facilitando la participación de miles de deportistas de todas las edades en las competiciones de base municipales y federadas y también en las ligas nacionales no profesionales. Este sector cumple una función social relevante, ya que contribuye de forma decisiva a la formación en salud a través de la actividad física de miles de jóvenes.

PRENSA AYTO.

La triste realidad de la educación

ABANDONO EDUCATIVO DEL DISTRITO POR LA ADMINISTRACIÓN

Estamos a 31 de agosto, mañana empieza la vida en los colegios y los maestros todavía no tenemos un protocolo de actuación claro y conciso, solo sabemos que tenemos que ventilar a la entrada al aula y a la salida y mandar a los niños que se laven las manos cinco veces al día… Y con esto y sin bizcocho nos mandan a los niños en unos días de vuelta al colegio. Eso sí, aquí en la Comunidad de Madrid se quieren poner cámaras en las aulas… ¿pero para qué? Si no tenemos ordenadores decentes, el mobiliario está destrozado, no nos cambian ni las pizarras, las pizarras digitales no funcionan, nunca va internet en condiciones y un largo etcétera… pero nos quieren poner cámaras. ¿Se habrán parado a pensar en la ley de protección de datos e imágenes de los menores? ¿Alguien habrá pensado si yo como maestra voy a consentir que mi imagen esté siendo grabada? Creo que no.

Los colegios, desde mayo más o menos, tienen protocolos listos para la vuelta a clase, pero esos protocolos han sido elaborados por los maestros de los centros. Hemos puesto toda nuestra buena intención y voluntad, pero no somos sanitarios ni epidemiólogos, no estamos capacitados para ello, y depositan en nosotros ese peso, el peso de la salud de nuestros alumnos. No es justo.

Soy maestra por vocación, me encanta mi trabajo… En septiembre pasado (como todos los cursos), cuando recibí a mis alumnos, sabía que haría todo lo que estuviese en mi mano por ellos para enseñarles, pero este curso no solo se nos pide que les enseñemos: se nos pide que con nuestras consideraciones y como nosotros creamos oportuno les tengamos fuera del alcance de la COVID-19… Y yo lo siento mucho, pero no me siento capacitada para llevar ese peso sobre mis hombros. Soy maestra: educo, enseño y busco tres mil formas de llegar a cada uno de mis alumnos, pero no se me puede pedir que sea responsable de que con el protocolo que nosotros elaboramos nuestros alumnos estén a salvo. Yo no me he preparado para ello, no me he formado para hacerlo y no soporto la idea de tener esa responsabilidad. Durante este tiempo nos hemos cansado de pedir instrucciones claras, pero… aquí estamos.

Cada día los padres nos dejan su bien más preciado, lo más valioso de sus vidas: sus hijos. Siempre les he mirado a los ojos y les he dicho que estuviesen tranquilos, que haría todo lo que estuviese en mi mano, pero esta vez no sé si eso será suficiente.

Una maestra indignada

Enfado e incredulidad ante el inicio de curso

Comunicado de la Plataforma Regional por la Escuela Pública difundido el pasado 20 de agosto, recordando las medidas que en su criterio deben garantizarse

A escasos días del inicio de curso nos encontramos ante una situación absolutamente inaceptable de desinformación por parte de la Administración educativa. La sensación de incertidumbre y desasosiego torna ahora en una sensación de enfado e incredulidad.

Desde la Plataforma Regional por la Escuela Pública decimos alto y claro que con la educación y la salud de la comunidad educativa no se juega. Ha habido tiempo de planificar una vuelta a las aulas segura, la Comunidad de Madrid tiene capacidad económica y van a llegar fondos del Estado para invertir en educación, pero falta voluntad de querer hacerlo, de comunicar y de abrir la participación real de todos los sectores implicados en su proceso.

Por si no ha quedado claro, volvemos a recordar las medidas que se deben garantizar para el inicio de curso, medidas que son indiscutibles:

— Una defensa de la escuela pública que se materialice en una inversión urgente en la misma. Independientemente de los fondos propios de la Comunidad de Madrid a los que nos referimos, la partida anunciada de fondos estatales dirigidos a educación por parte del Ministerio de Educación y Formación Profesional, de los que sea beneficiaria la Comunidad de Madrid, deben ser invertidos en la escuela pública de gestión directa.

— La implementación de las necesarias medidas higiénico-sanitarias y de distanciamiento social recomendadas por las autoridades sanitarias, incluyendo los suministros y EPIS para toda la comunidad educativa, así como el incremento asociado de personal de limpieza, en su caso. Es imprescindible que se concrete un protocolo adecuado ante un posible rebrote de la COVID-19, elaborado con la participación y las aportaciones de la comunidad educativa, y la puesta en marcha urgente de los servicios de prevención de riesgos laborales.

— Unas infraestructuras terminadas, suficientes y dignas, así como espacios suficientemente dotados.

— Bajada de las ratios en todas las etapas y enseñanzas, que garanticen la seguridad y salud de la comunidad educativa.

— El incremento de las plantillas de personal docente desde el mismo inicio del curso 2020/2021 para poder atender adecuadamente a todos los grupos.

— El incremento del profesorado especialista para la atención a la diversidad (Pedagogía Terapéutica, Audición y Lenguaje, Compensación Educativa, Orientación y Profesorado Técnico de Servicios a la Comunidad, etc.). Reforzar la dotación a todos los centros de personal de integración social y de técnicos educativos. Aumento y refuerzo de los departamentos y equipos de orientación, que colaboren con la detección y tratamiento de los problemas emocionales que pueden presentar los niños y niñas ante la situación que han vivido durante el confinamiento.

— La figura del profesional de enfermería en cada centro educativo.

— El refuerzo de las plantillas de Personal de Administración y Servicios.

— La corrección de la brecha digital y social que se ha evidenciado en una gran parte de la población (dotación de recursos, hardware y software, gratuidad de la enseñanza obligatoria…), así como la formación en competencias digitales de toda la comunidad educativa, a cargo de la Consejería de Educación.

— Hacer de la inclusión una realidad, priorizando la atención personalizada al alumnado, con especial hincapié en aquellos con necesidades educativas especiales y dificultades de aprendizaje.

La vuelta a las aulas se debe realizar de manera presencial, siempre que la situación sanitaria lo permita y garantizando que las medidas higiénico-sanitarias estarán disponibles para todos y todas.

Analizando la situación actual hemos determinado que la educación madrileña se sitúa en el escenario número 5, en el cual la comunidad educativa ha pasado de la incertidumbre al enfado.

PLATAFORMA REGIONAL POR LA ESCUELA PÚBLICA

La vuelta a la anormalidad

Septiembre es el comienzo de un nuevo año escolar, y para muchos una vuelta a empezar después de un verano atípico, en un marco de inseguridad general generado desde hace meses por este enemigo invisible llamado COVID-19, que nos ha cambiado la vida personal y laboral a muchos de nosotros.

Si bien recordamos que hemos tenido unos meses de parón, en los que a la fuerza hemos tenido que aceptar esta nueva realidad de vivir, ahora toca la vuelta al caos: hospitales colapsados otra vez, escuelas sin profesores y sin protocolos de seguridad realistas, negocios cerrados, largas colas de gente que necesita ayuda y un sinfín de problemas sociales que nos afectan a cada uno de nosotros.

¿Que estamos haciendo mal? ¿Qué toca cambiar en la sociedad que vivimos? Quizás si empezáramos cada uno por nosotros mismos, sin pedir al de al lado nada, sin culpar a uno y a otro, nuestras vidas serían diferentes. Vemos mucho incivismo, y muchas veces en vez de enseñar al que no sabe con hechos, nos comportamos como los cavernícolas. ¿Dónde y cuándo se nos ha perdido la solidaridad que vimos en los meses de confinamiento? ¿Dónde han quedado los aplausos a nuestros héroes? Surgen muchas dudas y preguntas sin respuesta, pero aun así el ser humano tiene la capacidad de adaptarse a todo, de superarse, de reinventarse en todos los aspectos, y creemos firmemente que es lo que toca ahora.

Villaverde siempre ha sido un distrito obrero, con gente buena y trabajadora; un vecindario que ha luchado mucho por todo, y cada logro, cada paso que ha dado, ha sido gracias a su gente. No es fácil volver, no es fácil aceptar esta “anormalidad”, pero aquí hay fuerza, hay lucha y hay mucho amor de barrio. Tenemos que seguir adelante, tenemos que cambiar un poco nuestras mentes para poder adaptarnos a esta vida que nos ha tocado vivir ahora, en estas circunstancias y con los medios que tenemos. Que no se nos olviden la humanidad, la esperanza y la fe de que somos capaces de afrontarlo todo, de buscar nuevos caminos si los viejos ya no nos sirven.

Volvemos a la lucha todos juntos, poniendo cada uno nuestro granito de arena para seguir con nuestras vidas, en nuestras calles de siempre, junto a nuestros vecinos, en nuestros barrios, orgullosos de ser quienes somos y de tener nuestras raíces aquí en Villaverde. ¡Ánimo a todos!

Marea Blanca pide una inspección y auditoría a la gestión sanitaria de la Comunidad

Ante su gestión “irresponsable y caótica” de la pandemia de la COVID-19 en región, la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid (MEDSAP)-Marea Blanca, de la que forma parte la FRAVM, presentó el pasado 14 de agosto ante la Subdirección General de Cohesión y Alta Inspección del Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Consumo una petición urgente de inspección y auditoría a la Comunidad de Madrid. La demanda se ha registrado con copia a la Dirección General de Ordenación Profesional, de la que forma parte.

En un comunicado, la MEDSAP daba cuenta de las razones que le han llevado a este extremo: la situación del personal sanitario, las listas de espera, los rastreadores y la desviación de fondos públicos hacia entidades privadas. “Hacemos esta solicitud ante la alarma generalizada que aumenta día a día viendo que el Gobierno de la Comunidad sigue empecinado en otros objetivos irresponsables y caóticos que afectan a los habitantes de toda la Comunidad”, indicaba en su nota, antes de continuar: “habiendo denunciado la necesidad de tener en cuenta la salud comunitaria por encima de otros objetivos, estamos viviendo con horror que, en vez de ser ésta el objetivo prioritario tomando decisiones claras para acometer con la máxima capacidad todos los aspectos que pueden aminorar una segunda fase grave de la pandemia de la COVID-19, se toman decisiones peligrosas y contradictorias”.

“Los parámetros son claros: aumento de personal; estabilidad en los recursos; claridad operativa para todos los niveles asistenciales y máxima dotación en Atención Primaria y Hospitalaria, así como en una red de control de rastreadores en relación al baremo de la OMS que desde hace meses ya debía estar activa. Ninguna de estas decisiones se han tomado en función de la necesidad de garantizar la salud de casi siete millones de personas, sino que muy al contrario continúan con sus rutinas depredadoras de la sanidad pública, única capaz de garantizar la salud comunitaria; no han enmendado ninguno de sus errores, sino que al margen de lo procedente se está poniendo en mayor riesgo a la población aun habiéndose visto las graves consecuencias de la pandemia que han hecho de la CAM epicentro de la misma; siguen haciendo peligrosamente otras inversiones, utilizando nuestra institución para seguir engordando mercados y especulación. Esto debe cortarse por el bien de todas las personas”, concluía la mesa en su comunicado.

FRAVM

PAL M-40: publicadas las prescripciones técnicas para la contratación del plan de movilidad

El 7 de agosto se publicó en la plataforma de Contratación del Sector Público el pliego para el “Estudio de incidencias sobre la movilidad y el tráfico derivado de las actuaciones del Parque de Ingenieros y la plataforma logística en el distrito de Villaverde”.

Este pliego se corresponde con el plan de movilidad prometido por el concejal de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid, Mariano Fuentes, en la primera reunión de la mesa de negociación sobre la PAL M-40 a finales de julio de 2019.

El pliego justifica la realización del plan de movilidad alegando que “el distrito de Villaverde está inmerso en un proceso de desarrollo que comprende diversas actuaciones de gran interés, las cuales presentan unas importantes repercusiones sobre la movilidad”.

De todas las actuaciones, se centra únicamente en dos de ellas: el desarrollo urbanístico del Parque de Ingenieros con 2.000 nuevas viviendas y la implantación de la plataforma logística PAL M-40.

También indica que ambos desarrollos provocarán un aumento de la circulación en la zona y adyacentes, pero lo que no dice es que asimismo aumentará considerablemente la ya elevada contaminación acústica y medioambiental de la zona, consecuencia directa del aumento del tráfico.

Respecto a los trabajos a realizar, el pliego plantea un número bastante elevado de escenarios construidos a partir de la variación y combinación de unos escenarios básicos y una serie de escenarios proyectados.

A modo de ejemplo, uno de los escenarios es el estado actual del tráfico en Eduardo Barreiros y sus alrededores, es decir, sin la PAL M-40 en funcionamiento, sin ocupar el 100% de las viviendas del Parque Central de Ingenieros y sin desdoblar la calle Eduardo Barreiros.

A partir de aquí, plantea el resto de los escenarios de estudio combinando el porcentaje de ocupación de la PAL M-40 con un porcentaje de ocupación del Parque de Ingenieros con el desdoblamiento o no de la calle Eduardo Barreiros y/o incorporando nuevos viales que permitan el acceso a la plataforma evitando que el tráfico pase por zonas residenciales.

Por último, determina finales de agosto como fecha de inicio de los trabajos y establece tres meses para su ejecución.

Lo que no hemos encontrado en el pliego, aunque nos lo aseguró la concejala Concha Chapa, es referencia alguna a realizar mediciones tanto acústicas como medioambientales del estado actual para que al igual que con la movilidad pueda ser proyectado a cada escenario estudiado. Datos que son más importantes que los de movilidad porque afectan directamente a la salud de los vecinos.

Tampoco hemos encontrado ninguna referencia a las otras tres plataformas logísticas que ya están implantadas o se van a implantar en el Distrito (en Gran Vía de Villaverde y Avda. de Andalucía) antes de que termine el 2021, que generarán un tráfico similar al de PAL M-40 sobre la Avda. de Andalucía y zonas aledañas.

Puedes encontrar un resumen del alcance del plan de movilidad (del que está extraído y editado este texto), un desglose de información relevante contenida en el pliego y algunas inquietantes preguntas que ésta suscita a la plataforma vecinal en: https://noalapalm40.blogspot.com/2020/08/se-publica-el-pliego-de-prescripciones.html

PLATAFORMA VECINAL DE USERA Y VILLAVERDE CONTRA LA PAL M-40 / REDACCIÓN