Mª ANTONIA PÉREZ GARCÍA.
Tengo muy seguro, y me baso en la experiencia propia, que mejor no ponerse malo en agosto, y sobre todo en el puente de agosto.
Problemas oculares por desgracia tengo muchos, pero se recrudecen en verano. Necesito que me reconozca un oftalmólogo, y en Talavera de la Reina, por Asisa Muface, no hay… ¡ni uno! Llamo por teléfono a la compañía de salud. Tres clínicas especializadas de oftalmología, y están de vacaciones: me dan cita para finales de agosto, principios de septiembre. Me derivan a Toledo o a Madrid. Y estoy hablando de Talavera, un municipio con casi los mismos habitantes que Toledo. A quien se lo cuento, me dice lo mismo que yo pienso: “¿es que no se pueden turnar en vacaciones, para que siempre den servicio?”.
Organización y buena gestión son palabras, sustantivos, que no entran en muchos de nuestros servicios, y de verdad creo que no es cuestión de presupuesto, que también: es de personas competentes al mando. ¿Qué ha sido de los cuadrantes, las agendas, los gráficos? ¿Por qué no se utilizan con sentido común? En el trabajo, en el hogar, en los estudios, la buena administración de personas y recursos es fundamental para tener buenos resultados. ¿El objetivo final de una empresa de salud es enriquecerse o dar servicios? Sí, ya sé: una empresa se monta para obtener beneficios, pero gestionar la salud de las personas no debería ser antes que nada lucrativo. Sí, soy ilusa, romántica o vayan a saber qué otra ñoñada. Por mi profesión me importan las personas y por deformación me pongo en lugar de ellas.
En la escuela, la falta organizativa, o la mala gestión, redunda sí o sí en los más vulnerables, o sea los niños. A los docentes, claro, nos afecta, pero a los niños los machaca. Recuerdo un equipo directivo, de los 11 que he soportado en mi carrera docente, cuyo objetivo era, no educativo, sino lúdico: solo querían que los niños fuesen “felices” y planteaban actividades complementarias o extraescolares dentro y fuera del centro. El currículum de materias no se podía dar por falta de tiempo. Los críos, desubicados, tenían el horario lleno de fiestas, concursos y visitas. Si estaban una semana entera sin este tipo de saraos (aunque se les llamase “educativos” en la programación), ya no sabían seguir el ritmo del aula, se dispersaban, había poca concentración y no se afianzaban rutinas, tan importantes en el estudio, sobre todo en determinadas etapas educativas. A todo esto, los profesores también desconcertados y agotados. Si ya es cansado controlar el ritmo escolar en un aula, imagínense por ahí de picos pardos cada dos por tres. El esfuerzo ímprobo, teniendo que hacer distintivos, trajes, preparación de itinerarios, programando objetivos y contenidos de cada actividad y luego evaluarla, y conectar todo con el programa educativo del curso.
Ya sé que hay centros que trabajan por proyectos, pero en mi centro querían compatibilizarlos con los libros de texto, y eso es muy difícil. Cualquiera que revise estos textos se dará cuenta del volumen de contenidos que hay que trabajar y posteriormente evaluar.
También sé de la nueva filosofía del Ministerio de Educación, y en concreto de la comunidad en que vivo. Queremos la Nueva Escuela, un modelo imitado (con sus resquicios, fisuras o simas) de Finlandia y otros países nórdicos. Mucho dispositivo, cada alumno uno a ser posible, impresoras 3D, los niños que investigan y se mueven libremente por el aula. El profesor que asesora, supervisa las variadas actividades, a través de las cuales los alumnos aprenden y desarrollan capacidades. Aquí, de momento, lo veo complejo, sobre todo en el tipo de escuela que yo me he movido, designada de difícil desempeño. En la pandemia, muchos alumnos de estos centros se vieron marginados por no poder seguir las clases online, por no tener ordenador o ser varios hermanos estudiando y tener un solo dispositivo.
Que en algunos casos la escuela tradicional adolece de muchos huecos y lagunas y en ocasiones no está adaptada al momento de desarrollo, lo comparto, y sé de lo que hablo. Pero de ahí a dar giros radicales de hoy para mañana, no me gusta: creo que las cosas importantes, y ésta lo es, deben ser progresivas, adaptadas y sobre todo bien organizadas.
Quiero decir que las pautas de aprendizaje hay que respetarlas, dar tiempo y realizar las repeticiones necesarias. En el caso de los niños pasa igual: primero hay que captar su atención, luego ir progresivamente reforzando con ejercicios, probando ensayo-error y valorando los logros.
En el caso de las empresas, igual. Y no colgar todos a la vez el cartel de “vacaciones”, porque la enfermedad no descansa.
