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DE PRECARIEDAD LABORAL Y ESTIGMATIZACIÓN DE LA POBREZA

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DE PRECARIEDAD LABORAL Y ESTIGMATIZACIÓN DE LA POBREZA

“Malestamos” teniendo trabajo y “molestamos” careciendo de él

“Malestamos”: Estar mal es un problema colectivo

“Las consultas de los psicólogos están llenas de personas cuyos problemas de salud mental se arreglarían con una renta básica universal”, dice la psiquiatra Marta Carmona, durante la presentación en La Libre de Barrio de Leganés del libro Malestamos: cuando estar mal es un problema colectivo, que ha escrito junto al médico de familia Javier Padilla. Ambos profesionales de la medicina afirman que este “malestar” es una expresión del impacto sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas de las dinámicas colectivas de organización social y económica. “La inmensa mayoría de las horas que se nos van estando despiertos son para estar produciendo riquezas para otros”, dice Carmona.

Es una realidad que la jornada laboral en España suele ser partida, en lugar de intensiva, como ocurre en la mayoría de los países de la Unión Europea, lo que dificulta conciliar la vida laboral con la vida privada o familiar. Pero es que, además, en cuanto a salarios, estamos también muy por detrás de Europa. España es la potencia europea que tiene más porcentaje de trabajadores en riesgo de pobreza -el 15,2%-, según el informe “Gastos de Supervivencia de las Familias”, elaborado el pasado octubre por el Observatorio de Gestión Pública del Ilustre Colegio Oficial de Gestores Administrativos de Madrid (Icogam). En nuestro país 3,5 millones de empleados en activo se encuentran en situación de pobreza laboral y la tasa de desempleo duplica la media europea. De ahí la razón de ser del libro de Padilla y Carmona. Si el estrés, la ansiedad, la depresión o simplemente ese “malestar” que sentimos se deriva de no tener trabajo, o de tenerlo careciendo de tiempo para nosotros mismos, no llegando a fin de mes, o incluso sufriendo acoso laboral, lo que necesitamos no es un médico (que también) sino un sindicato. Y yo añado que lo que necesita este país es un cambio de mentalidad laboral y de cultura empresarial.

“Molestamos”: La estigmatización de la pobreza

Además de “malestamos”, “molestamos”. El Estado es el responsable de los índices de pobreza. Sin embargo, parte de la sociedad estigmatiza a los “pobres” por serlo. Reproduzco a continuación frases textuales dichas por personas de mi entorno:

· “Me niego a pagar impuestos para darle la paga a los pobres” (un amigo, hijo de empresario, de cuyo nombre no quiero acordarme).

· “Hasta que los socios no ganemos más de tres mil euros cada uno no vamos a pagar a los trabajadores más de mil euros” (un antiguo jefe).

· “Me voy a comer los beneficios de otros años porque tengo que seguir pagando a estos. No puedo bajarles el sueldo, pero este año y los sucesivos se quedan sin la comida y la cesta navideñas (un empresario que paga el salario mínimo y nunca da incentivos a sus empleados aunque obtenga grandes beneficios).

· “Tú te has casado hace poco, ¿verdad?… Pues no tengas hijos, porque perjudicaría tu carrera laboral” (el dueño de la empresa me llamó a su despacho para lanzarme esta advertencia).

· “La culpa de que no tenga trabajo la tiene él (o ella). Si hubiera estudiado lo mío, que es lo que tiene salida, en lugar de lo que le gustaba, no estaría ahora en la miseria” (otro amigo de cuyo nombre no quiero acordarme).

De todas estas citas se deduce que hay personas que piensan lo siguiente:

· La pobreza es una elección. Es decir, el que es pobre lo es porque quiere, porque “pasa” de trabajar, no trabaja lo suficiente o se ha confundido al elegir la profesión.

· Uno monta una empresa para hacerse rico a costa del trabajo de los demás.

· Las mujeres, si queremos triunfar profesionalmente, no podemos tener hijos.

· Si no tienes trabajo o cobras un mísero sueldo es porque te lo montas mal.

Ya es hora de que cambiemos de mentalidad si queremos progresar como sociedad. La empresa no debe concebirse como medio de enriquecimiento personal, tener hijos no debe ser un escollo para la mujer y la culpa de estar desempleado o de tener un salario bajo no debe recaer sobre el trabajador.

La gente que hace las desafortunadas afirmaciones anteriores es, por otra parte, la que defiende la existencia de la meritocracia y de la igualdad de oportunidades.

“¿Pero eso existe?”, preguntaría mi amiga Paquita, hija de la clase obrera que, por necesidad, comenzó a dar clases particulares con quince años, y más tarde compaginaría varios trabajos con sus estudios universitarios. Una mujer que siempre ha trabajado fuera y dentro de casa. Y que, ahora, divorciada y con la custodia de su hijo, no llega a fin de mes por mucho que se lo proponga. Una mujer que ha trabajado en la pandemia como voluntaria y que se acaba de quedar en el paro cobrando una “paguita” que no le da ni para la hipoteca. Una mujer que, teniendo estudios y hablando tres idiomas, ha trabajado de cajera, manipuladora, repartidora de periódicos, promotora de alimentos, encuestadora, teleoperadora, etc. Pero, oye… que esta mujer es pobre porque quiere. Si no encuentra trabajo es porque no lo busca. Claro, nada tiene que ver la tasa de paro en España, ni ser de clase obrera, ni ser mujer ni tener cincuenta años, ni la retrógrada mentalidad empresarial, ni el hecho de que solo el 5% de las personas, según su orientadora laboral, se colocan por currículum. Así que Paquita, ya sabes, a tirar de contactos. “¿Y si no tienes contactos o estos no te sirven para encontrar trabajo?”, se queja mi amiga.

La carrera del privilegio: de méritos e igualdad de oportunidades

No nos dejemos engañar. No existen ni la meritocracia ni la igualdad de oportunidades. A modo de ejemplo ilustrativo circula en redes un video grabado en EEUU (el país de “el sueño americano”), que escenifica la “carrera del privilegio”, una carrera hacia el triunfo personal y profesional. En la meta varios jóvenes. El presentador les va indicando: “Da dos pasos al frente si tus padres siguen casados, da dos pasos al frente si creciste con una figura paterna en el hogar, si tuviste acceso a una educación privada, si tuviste acceso a un tutor gratis cuando estabas estudiando, si nunca has tenido que preocuparte porque te cortaran el saldo del móvil, si nunca has tenido que trabajar para ayudar en casa, si puedes pagar la universidad careciendo de beca, si nunca has tenido que acudir al banco de alimentos…”. El resultado es que mientras algunos jóvenes se quedan muy cerca de la meta antes de comenzar la carrera, muchos otros ni siquiera se han movido de la salida. La pobreza y la riqueza se heredan. Por eso tu posición en la carrera hacia el privilegio depende más de tu situación personal que de tus méritos.

La situación en España antes de la pandemia

De entre todos los estudios existentes acerca de la situación económica, política y social en España antes de la pandemia, he elegido difundir la investigación realizada en enero de 2020 por el Relator de Derechos Humanos de la ONU, Philip Alston (Australia), por formar parte del sistema de los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos, un sistema integrado por expertos independientes que trabajan de manera voluntaria (no son parte del personal de la ONU y no reciben retribución económica).

Pues bien, tras la visita a nuestro país, Alston afirmó que “los niveles de pobreza en España reflejan una decisión política”. Y que “esa decisión política ha sido hecha durante la última década”. En su informe (que puede leerse en la web de la ONU https://news.un.org/es/story/2020/02/1469232) dice que España se caracteriza por:

· Una pobreza generalizada y un alto nivel de desempleo.

· Un sistema fiscal muy beneficioso para los ricos.

· Una crisis de vivienda de proporciones inquietantes.

· Un sistema de protección social deficiente.

· Una creciente privatización de la sanidad.

· Un sistema educativo segregado y cada vez más anacrónico.

· Una ineficiente burocracia que dificulta la solicitud de prestaciones sociales.

Muriendo por un salario

Jeffrey Pfeffer, profesor de la Universidad de Stanford, y autor del libro «Muriendo por un salario» (Dying for a paycheck, en inglés) se basa en las investigaciones que ha realizado durante décadas, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, para afirmar que «el trabajo está matando a la gente y a nadie le importa». Según Pfeffer existe un sistema laboral tóxico que afecta a la salud de las personas. Las largas jornadas laborales, la precariedad y los despidos, unidos a la falta de seguro médico (en aquellos países donde no existe la sanidad pública) provocan inseguridad económica, estrés, ansiedad, conflictos familiares y enfermedades crónicas como diabetes o problemas cardiovasculares. Las empresas se han desentendido de la responsabilidad que tienen con sus empleados y el trabajo se ha vuelto inhumano. En lugar de equilibrar los intereses de los trabajadores, los clientes y los accionistas, las empresas se centran prioritariamente en los accionistas. Y eso, a pesar de estar demostrado que los empleados enfermos -psicológica o físicamente- son menos productivos. De hecho, estudios realizados en Estados Unidos y en el Reino Unido confirman que el 50% de todos los días laborales perdidos por ausentismo están relacionados con el estrés laboral.

Ante este desalentador panorama es imprescindible un cambio de las condiciones estructurales, sociales, económicas y políticas, donde la empresa debe concebirse como un medio de progreso social, y no exclusivamente como una fuente de suculentos ingresos para los propietarios. Las empresas deberían ser generadoras de valor ético, social, medioambiental y económico, impactando positivamente en las condiciones y calidad de vida de la sociedad en general y de sus empleados en particular.

Mujer afgana

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Mujer afgana

Te quitaron los libros,

valiente mujer afgana,

arrancaron de tus manos

la cultura y la esperanza.

Qué desdicha entre tus hijas,

el futuro que se empaña,

¡se desdibujan las almas!

Han apagado tus ojos,

la luz que las letras encendían,

han ocultado la chispa,

que en tu creatividad anida.

Han cerrado tus oídos,

han atado tus palabras,

tus opiniones no cuentan,

tu libertad anegada.

Los pájaros de tus manos,

en una cárcel encierran,

no se valoran tus cantos.

Mujer que ya no respetan,

un estandarte en el mundo,

para que todos perciban,

que el horror y la incultura,

nos entierran el… futuro.

Villaverde en 1849

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Villaverde en 1849

Pascual Madoz nació en Pamplona en 1806. Hizo la carrera de Derecho en Zaragoza. Exiliado en Francia de 1830 a 1833, vuelve a España gracias a la amnistía decretada por la Regente Mª Cristina de Borbón. Al año siguiente le encarga preparar un “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” que concluye en 1850.

          El diccionario está compuesto por 16 volúmenes, publicados entre 1845 y 1850 y en él se recoge información de todas las localidades de España, incluyendo datos sobre demografía, instrucción pública, beneficencia, industrias, comercio, caminos, riqueza territorial, impuestos, etc. Por todo ello, es una fuente de primera mano para conocer la realidad de los pueblos y ciudades de España, a mediados del siglo XIX.

          Según el diccionario, Villaverde pertenecía al partido judicial de Getafe. En terreno llano, con clima templado propicio a enfermedades tercianas (paludismo o malaria, producida por mosquitos) o dolores reumáticos. Tenía 147 vecinos, 876 habitantes, 100 casas de mediana construcción, escuela de primeras letras, dotada con 2.200 reales, y otra de niñas, que pagaban los padres de las 22 niñas que acudían a ella. En el camino real a Aranjuez tiene dos paradores y varias casas en las inmediaciones del Manzanares.

          El terreno era de buena calidad y producía trigo, cebada, garbanzos, algarrobas, hortalizas y melones.

          En ganadería tenían ganado lanar, cabrío, vacuno y mular.

          En cuanto al comercio había exportación de trigo, garbanzos y muchas hortalizas. Importaba carne, vino, aceite y arroz.

         

Abrázame

abrazame
Abrázame

Abrázame:

siénteme,

entre las arrugas

de esta cama.

Siénteme

mientras abrazas,

furtivo, la suavidad de esta piel

intermitente.

Siénteme

abrazando la lujuria

desenfrenada

a las orillas de tus sábanas.

Abrázame:

siénteme

arrugándome

entre tus brazos

mientras buscamos,

atormentados y en celo,

la combinación exacta

del candado del silencio.

Simplemente abrázame.

Eres feminista, solo que aún no te has enterado

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Eres feminista, solo que aún no te has enterado

«Yo no soy ni machista ni feminista, estoy a favor de la igualdad entre el hombre y la mujer”. ¿Te resulta familiar? Esto es lo que mucha gente dice. Si haces tuya esta afirmación ¡enhorabuena!, porque SÍ ERES FEMINISTA.

El feminismo no es lo opuesto al machismo, aunque el feminismo te suene a algo relacionado con la mujer, el machismo a algo relacionado con el hombre y ambos vocablos terminen en –ismo, que no es más que un sufijo, según explica la Real Academia Española (RAE), para formar sustantivos que suelen significar ‘doctrina’, ‘sistema’, ‘escuela’ o ‘movimiento’.

El caso es que mientras el machismo es (también según la RAE) una “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” y una “forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón”, el feminismo se define como “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre” y “movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”.

     El Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) recoge en su glosario el término feminismo como “compromiso político y movimiento social que denuncia las relaciones de poder desigual y la opresión y explotación de las mujeres en el patriarcado (sistema social de dominación masculina sobre las mujeres) bajo sus distintas fases históricas del modelo de producción, y que exige cambios políticos y sociales para que las mujeres puedan desarrollarse y participar plenamente en la sociedad”.     

Para simplificar, el feminismo es un movimiento social, político, filosófico, económico, científico y cultural que denuncia el patriarcado, y cuyo objetivo es la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. El feminismo no habla de superioridad ni discrimina al otro género, simplemente combate la desigualdad que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo.

Entonces, ¿por qué tienes esa percepción errónea y negativa del movimiento feminista? Aquí vienen las malas noticias: en España somos víctimas de una constante desinformación e intoxicación, y no solo en cuanto a feminismo se refiere. Desgraciadamente impera, por encima de todo, el discurso de la confrontación y del odio, útiles herramientas de ciertos estamentos de poder para desviar la atención (“mientras la ciudadanía se pelea consigo misma menos atenta estará a la defensa de sus derechos, y de esta forma perpetuamos nuestros privilegios”, algo así deben de pensar). Pero la realidad es que, independientemente de la ideología política con la que nos identifiquemos, no somos tan diferentes ni estamos tan en el lado opuesto como pretenden hacernos creer, pero de eso tampoco nos damos cuenta.

Pues igual con el feminismo, aunque el feminismo no es una ideología, como hemos visto en su propia definición. Las mentalidades machistas que prevalecen en nuestra sociedad (y que se sienten tan cómodas tal y como están, asentadas ahí con su reputación, con su cuota de poder, y afianzando su visión egocentrista e insolidaria del mundo) utilizan los medios de comunicación para desprestigiar al feminismo, difundiendo bulos, tergiversando datos, negando las cifras oficiales y desvalorizando las conquistas sociales de las mujeres. Un estupendo trabajo de marketing. Por eso, igual que hay feministas que no saben que lo son, también hay machistas que no saben que lo son, porque tienen muy interiorizados y asumidos los roles que el patriarcado designa, desde su nacimiento, a varones y a mujeres, así como su forma de “ser o estar” y su posición en la sociedad. Por eso hay varones, y mujeres, que asumen como “normal” el discurso machista, en el que no saben leer la desigualdad ni la discriminación de la mujer, porque su visión del mundo y de las relaciones sociales es androcentrista: el hombre es el centro de la Historia y la civilización humanas, y estas se perciben desde el punto de vista masculino.

Hoy en día, en España a nadie se le ocurre, por ejemplo, cuestionar el derecho al sufragio femenino, que en nuestro país se aprobó en 1931. Una aprobación, sin embargo, no exenta de polémica. En las Cortes hubo diputados que esgrimieron argumentos en contra, considerando que la mujer no era autónoma para tomar sus propias decisiones porque carecía de espíritu crítico y reflexivo y no tenía formación. Incluso se dijo que la mujer tenía sus capacidades intelectuales disminuidas, poco evolucionadas o más sensibles al dejarse llevar por sus emociones pasionales. “El histerismo no es una enfermedad, es la propia estructura de la mujer. La mujer es eso, histerismo, y por eso es voluble, versátil…”, llegaron a decir. Afortunadamente ganaron los argumentos a favor del sufragio.  

Y ahora, casi un siglo después, hay quien afirma que esto del feminismo y del lenguaje inclusivo es una tontería y que la violencia de género no existe. ¿Será que España no está en la Tierra? ¿Viviremos en otro planeta? Porque no hay más que visitar la web de Naciones Unidas (https://www.un.org/es/global-issues/gender-equality) para constatar que: 

  • El feminismo es un movimiento mundial.
  • La igualdad de género se incorporó a las Normas Internacionales de los derechos humanos mediante la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General el 10 de diciembre de 1948.
  • El Día Internacional de la Mujer se conmemora cada año el 8 de marzo, y reconoce los logros de las mujeres sin tener en cuenta sus diferencias, sean estas nacionales, étnicas, lingüísticas, culturales, económicas o políticas.
  • La violencia contra las mujeres afecta a todos los países, incluso a aquellos que han logrado importantes progresos en otras áreas. En todo el mundo, el 35% de las mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual en pareja o violencia sexual sin pareja.
  • El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se celebra hoy, 25 de noviembre.

Ser feminista significa, por tanto, defender los derechos humanos de las mujeres. Y la educación en igualdad de género es imprescindible para continuar avanzando hacia una sociedad más justa e igualitaria.

HUESOS DE ALBARICOQUE

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HUESOS DE ALBARICOQUE

El atardecer dibuja sombras alargadas en la Reserva Natural del África subsahariana. Me hago una visera con las manos. Ahí está, la jirafa blanca, la última superviviente de su especie.

Un sonido agudo rompe el silencio de la sabana. Una mancha roja en la piel nívea del animal. Un grito ahogado, el mío. Furtivos. El culatazo de un rifle. Mi cabeza se apaga.

Despierto de noche, sobre un jergón, en una cabaña iluminada por un candil. Tengo una mordaza y ataduras en pies y manos. Una mujer bantú, sentada en una banqueta, me da la espalda. Intento captar su atención con sonidos guturales. Me ignora. O quizá solo escuche los golpes de su martillo. Sobre una mesa de madera la mujer destroza huesos de albaricoque, de forma mecánica, como si trabajara en una fábrica, durante horas. Cuando mi cabeza está a punto de estallar se detiene. Camina hacia mí con el martillo. En su mirada hay rabia. Cierro los ojos en un acto reflejo: no ocurre nada. Cuando los abro la veo moler con un mortero los trozos de los huesos. Quiero que pare. No soporto más ese ruido incesante.

Me incorporo a duras penas sobre el jergón. Examino el corte sangrante de mi brazo derecho, sobre él hay unos hilos finos, entretejidos. ¡Es una tela de araña! Observo el resto de mi cuerpo. Tengo telarañas en los pies, en el cuello, en los lóbulos de las orejas. Intento quitármelas de allí adonde llegan mis manos atadas. “Don´t do it!” (¡No lo hagas!), grita la mujer a la vez que aparta mis manos de mi cara. “La telaraña es antiséptica”, continúa en mi idioma, “tiene propiedades bactericidas y fungicidas, muy útiles para las heridas. Eres bióloga, deberías saberlo”. “No lo soy, soy veterinaria”, le responde mi mente, pues sigo amordazada. La mujer suspira. “Duérmete de una vez, Helen”, me dice antes de darme de nuevo la espalda. Me vence el sueño a pesar del constante repiqueteo del martillo.

Me despierta un olor a muerte, y a carne quemada. Es de día, y en el suelo brilla la lechosa piel de la jirafa. Los mosquitos revolotean sobre los desperdicios de sus entrañas. La bantú arroja el polvo de los huesos a una olla hirviendo. Remueve el contenido y después me quita la mordaza y me desata. “Ayúdame a escapar”, le suplico. No contesta. Me trae un cuenco con agua y unos albaricoques antes de reanudar la molienda.

Me vuelve loca el estruendo del martillo sobre el hueso. Agarro a la bantú por el cuello e intento estrangularla. Ella me golpea con la herramienta. Me tambaleo. Antes de desmayarme la oigo, una vez más, triturar los huesos.

Estoy sola en la cabaña cuando recobro el conocimiento. Corro hacia la puerta. La abro y veo a la bantú con la cabeza abierta. “Me he equivocado”, susurra. “Debería haberte dejado escapar. Así habrías sido tú la muerta. Ahora serás la cocinera”, dice cayendo de rodillas al suelo. “No dejes de moler”, sus ojos desorbitados se clavan en los míos. “¿Por qué?”, le pregunto. Sonríe como respuesta, mientras un hilillo de sangre escapa de la comisura de sus labios. “Soy bióloga, y botánica. Trabajaba en la Reserva. Te enviaron para sustituirme cuando desaparecí”, aclara con voz entrecortada. “Necesitarás cien huesos, Helen. Menos de esa cantidad no los matará. Solo les causará dolor de estómago y de cabeza, vómitos y diarrea. Piensan, por suerte para ti, que los ha intoxicado la carne de jirafa. Nunca antes habían probado la blanca. Pero han sido los huesos de albaricoque. Las semillas de su interior liberan cianuro si se machacan.”

La mujer bantú cierra los ojos para siempre. Le quito el vestido antes de enterrarla donde crecen los albaricoques silvestres. Regreso a la cabaña, me siento en la banqueta y aplasto huesos hasta que la sangre brota de mis dedos.

SANTIAGO EL VERDE

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SANTIAGO EL VERDE

En recompensa a la ayuda prestada por los caballeros de la Orden de Santiago, en la reconquista, los reyes les concedieron diversas posesiones de tierras y lugares de Madrid, como el Vado de Santiago el Verde, a orillas del río Manzanares, hoy bajo el nudo supersur de la M 40. Era el lugar más fácil para cruzar y controlar el paso del río. Con el tiempo se convirtió en un pequeño núcleo de población. Es posible que empleasen el lugar del control del paso, reutilizando una torre de vigilancia musulmana y algún tipo de poblamiento.

          Se despobló a comienzos del siglo XV, en favor de Villaverde. La iglesia se convirtió en ermita a la que acudían, el primero de mayo, los habitantes de Villaverde, peregrinando en procesión, para venerar una imagen de madera de la Virgen María, por el camino llamado de los Rosales.

          Es posible que tuviera raíces paganas, protagonizada por campesinos al ser el mes de mayo, el comienzo del ciclo agrícola.

          Hasta el siglo XVI lo celebraban sólo los habitantes de Villaverde. Poco a poco se fueron añadiendo los de Madrid y con el tiempo, siglo XVII, y por conveniencia de los madrileños, a los que les pillaba un poco lejos, pasó a celebrarse en una isla del Manzanares, más cerca de Madrid, llamada “El Sotillo”. No hay unanimidad entre los historiadores para situarla, no obstante, parece que se encontraba en una isla arbolada en medio del río, a una distancia de algo más de un cuarto de milla, frente a la dehesa de la Arganzuela.

          La ermita de Santiago el Verde se fue abandonando. Según Montero de la Cruz a finales del siglo XIX aún quedaban restos de ella. La campana pasó al reloj del Ayuntamiento de Villaverde, la parroquia de San Andrés se quedó con el cuadro de Santiago, que se encuentra situado encima de la puerta de acceso a la torre, y la talla de la Virgen pasó a la basílica de Atocha.

          Fueron las fiestas más populares y concurridas de Madrid. Acudían los madrileños andando, en caballerías o en carrozas, personas de todas las clases sociales con sus mejores galas, reyes (Felipe IV en varias ocasiones), nobles como el duque de Lerma y el Conde Duque de Olivares, villanos y plebeyos.

          En el Sotillo merendaban, compraban chucherías en los puestos feriales y cenaban. Las mujeres exhibían sus vestidos y se enorgullecían de sus conquistas; los políticos escuchaban el latir del pueblo y se divertían en devaneos ocasionales; los villanos y plebeyos se distraían comiendo, bebiendo, cantando y bailando.

          Felipe IV murió el uno de mayo de 1665, y para mantener el luto, la fiesta se trasladó al quince de mayo, festividad de San Isidro, que pasó a ser la fiesta más importante de Madrid.

          El nombre de “el verde” le viene por el verdor de la primavera en esas fechas, en esta zona junto al Manzanares.

          Hoy día sólo queda, aparte del citado cuadro en mal estado, una calle llamada “Santiago el Verde”, en un azulejo del siglo XVIII, que se encuentra en el distrito de la Inclusa, entre la calle Huerta de Bayo y la del Casino, cruzada por la calle Mira el Sol y siendo paralelas las calles del Ventorrillo y Embajadores.

MUJER

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MUJER

Tantas veces me tuve que levantar, después de caer herida, tanto he penado y peno, hasta encontrar las salidas, que aunque te explique mi vida, nunca podrás entender, lo que supone en este mundo, haber nacido mujer.

Tanta lucha para todo, pero poniendo sonrisas, tantas nubes descargadas, con paciencia asumidas, tanto ponerme en lugar de aquel que lo necesita, tanto cuidar y cuidar, escuchar y dar consejos y después de trabajar, contar cuentos para el sueño.

No puedes imaginar, hombre, lo que cuesta ser mujer, incluso sin tus… desprecios.

AMOR PLATÓNICO

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AMOR PLATÓNICO

Hubo un tiempo en que la distancia,

corta y casi invisible,

nos acercaba al abrir los labios.

En aquella época,

la distancia merodeaba

casi aislada entre los brazos;

en aquella época,

era más sencillo decir «hola»

al tocarnos con los dedos.

La infancia pasó:

los exploradores crecieron,

los brazos ya no aislaban la distancia

(estaban más lejos);

las zonas exploradas,

con tacto y a escondidas,

se convirtieron en zonas restringidas

(el recuerdo las quería para él).

Así, pasaron los años.

La distancia impedía el choque,

intencional y despreocupado,

de aquellos labios;

decir «hola» ya no era posible

con el roce de los dedos…

Así pasó el tiempo:

la distancia nos hizo extraños.

Somos adultos:

el tiempo ha pasado,

los exploradores que corrían

juntos, de la mano, van andando;

los labios que reaccionaban al chocar,

ahora pronuncian el recuerdo

invocando la aparición de aquellos años.

Somos adultos:

la distancia ha vuelto corta,

invisible, acercándonos

abriendo los labios.

Ahora somos adultos

y la distancia vaga, aislada,

encerrada entre los brazos.

Ahora somos adultos

y decir «hola» es más fácil:

ahora puedo rozarte, tocándote,

mientras la mirada de recuerdos,

infantiles, envuelve la suavidad

pasando de labio a labio.

LA METAMORFOSIS DE LA POLÍTICA

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LA METAMORFOSIS DE LA POLÍTICA

Quien se aventure un poco en la historia y al mismo tiempo observe el

panorama actual del mundo, verá que la política nos ha llevado y nos lleva

tanto a paisajes abiertos de libertad y paz como a abismos de destrucción

y caos. Decía Groucho Marx que la política era «el arte de generar

problemas inexistentes para luego ofrecer soluciones falsas». No le faltaba

razón al gran actor porque la política, que debería ser el arte de generar

relaciones armoniosas tanto entre los ciudadanos como entre las naciones

entre sí, ha sido, y aún lo es en numerosos casos, el arte de conservar el

poder y favorecer los intereses de dominio y control en un ámbito donde

el fin siempre justifica los medios.

Desde el punto de vista transpersonal, que es el punto de vista de la

conciencia expandida, la política debería evolucionar hacia modelos más

saludables y justos. No se trata de crear una nueva ideología, sino de un

marco nuevo donde las relaciones entre los diversos modelos políticos

hayan superado su neurosis fóbica hacia el contrario, junto a nuevos

hombres y mujeres que se ocupen de lo público desde el cultivo y la

evolución de su particular mundo interior, logrando así un yo expandido y

mundicéntrico. Y ese marco estaría formado con elementos nuevos tales

como la integración de los diversos aspectos humanos: material,

emocional, mental y espiritual; la creación de nuevos principios éticos,

como el de «todo importa a todos y todos importan»; el desarrollo de una

conciencia ciudadana más responsable de sí misma y de su entorno,

donde la ley coercitiva sea substituida por pactos de responsabilidad y

compromiso; el cambio de una conciencia menos basada en la

competitividad y más en el cooperativismo; el desarrollo de un yo que, sin

perder su individualidad, sepa expandirse hacia el mundo hasta acogerlo

como un aspecto más de sí mismo; el reconocimiento de la vida como un

valor a proteger y desarrollar; y por último, el reflote de la ética en forma

de honestidad, respeto a la verdad, consideración del entorno junto a

quienes lo habitan, altruismo y respeto a la diversidad. Para lograr este marco se hace menester una maduración de nuestro ego individual y colectivo, así como una ampliación de nuestra conciencia.

En ambos casos, el del ego y el de la conciencia, la evolución es un proceso

de expansión y apertura donde se genera mayor autoconciencia junto a

una visión amplificada y comprensiva del entorno, de manera que permita

integrarlo. Lo significativo es el hecho de que a mayor grado de evolución

de la conciencia, mayor grado de auto observación e integración (Wilber).

De ahí que una política transpersonal sea integrativa, si bien no todo

puede ser integrado, ya que algunas formas de pensamiento y conducta

pueden estar fuera del marco ético fundamental.

En definitiva, creo que lo espiritual, lo social y lo político deberían

acercarse y conjugarse integradamente si queremos un futuro

prometedor junto a una forma de desarrollo político y cultural que

garantice nuestra supervivencia como especie inteligente en nuestro

planeta.