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2. EDAD ANTIGUA (3.000 a. C. – 476 d. C.)
2.1. Los carpetanos
Entre los siglos VI y V a. C., coincidiendo con la entrada en la II Edad del Hierro, la meseta va a ser ocupada por oleadas de pueblos célticos, emparentados con la llamada “cultura de los campos de urnas”. Uno de ellos se estableció en la zona de Madrid (época de Tartessos), ya poblada por gentes íberas, con las que se mezclaron. Eran un pueblo jerarquizado y con una tecnología avanzada en la producción de elementos mecánicos y cerámicas, realizadas estas últimas con el torno y en grandes hornos.
A finales del siglo III a.C. (II Edad de Hierro), entraron en la historia gracias a los escritores griegos, y romanos como Estrabón, Polibio, Tito Livio, Plinio el Viejo, Pomponio Vela. La primera noticia sobre ellos hace referencia a su participación en la Segunda Guerra Púnica entre cartagineses y romanos (218-206 a.C.).
La Carpetania era un territorio no muy definido, que en general comprendía la mayor parte de la comunidad de Madrid, gran parte de la provincia de Toledo, algunas zonas de Ciudad Real, el extremo occidental de Cuenca y la parte sur occidental de Guadalajara. Sus vecinos eran los celtíberos al noreste y este, los vacceos al norte, los vetones al oeste y los oretanos al sur.
Su lucha contra los cartagineses, derrotados por Aníbal en la batalla del Tajo en el 220 a.C., y su participación en las luchas celtibéricas contra los romanos les desgastó de tal manera que no tuvieron más remedio que integrarse en el mundo romano, hacia el 179 a.C. Los romanos habían comenzado la conquista de la Carpetania en el 193 a.C. Al comienzo del siglo II a.C. fue una zona importante para los romanos, por su situación estratégica en el centro de la Península y por el abastecimiento de trigo y esparto. Pasó a formar parte de la Hispania Citerior, y con Augusto pasaron a depender de la Tarraconense.
Tendían al poblamiento disperso en lugares elevados. El nombre hace alusión a “los que habitan en los escarpes”, en lugares fácilmente defendibles, con recinto amurallado, para una mejor defensa de otros pueblos prerromanos como los lusitanos, los cartagineses y los romanos, a lo largo de la II Edad del Hierro. Había también enclaves más pequeños en elevaciones del campo como granjas o caseríos. Como el resto de los poblados prerromanos, tras la conquista fueron bajando de las alturas, ocupando los llanos y dedicándose, principalmente, a la agricultura.
Las viviendas eran de planta cuadrada o rectangular, y tenían una doble función: doméstica y de producción artesanal, por lo que dentro estaban compartimentadas con estancias definidas por su función: el espacio del hogar y reunión, el área de despensa y almacén y el espacio para el trabajo familiar.
Solían construirse con un zócalo de piedra, unidas con barro. El alzado era de adobe o tapial enfoscados en el interior, las cubiertas de entramado vegetal con arcilla o tierra, el suelo de tierra apisonada.
No enterraban a los muertos adultos: los incineraban y metían las cenizas en una urna, que enterraban junto al ajuar. A los niños se les inhumaba en el suelo de la vivienda.
No tuvieron una jerarquización social, ni una centralización política, como sí tuvieron otros pueblos celtíberos. Se dedicaron principalmente a la agricultura, la ganadería, especialmente ovejas y cabras, y al comercio. Utilizaban ya el torno del alfarero, desde el siglo V a.C., creando una cerámica pintada con motivos geométricos incisos y excisos. Utilizaban adornos de metal, herramientas, útiles de labranza y armas de hierro.
De la I Edad del Hierro (ss. VIII-V a.C.), se descubrieron hoyos de postes de cabañas, restos metálicos y fragmentos de cerámica, en el yacimiento de Las Camas. También se encontraron enterramientos carpetanos, con el ritual de cremación, y restos cerámicos, en la desembocadura del arroyo Butarque, en el Manzanares (Blanco Bisqued – Mario Martín, 2002). Los restos hallados se encuentran en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, que organizó en 2014 una exposición sobre el yacimiento y los Carpetanos.
Uno de los más importantes y cercanos poblados carpetanos estuvo en el cerro de La Gavia, de la II Edad del Hierro (ss. IV-II a.C.), en el curso bajo del río Manzanares, entre Villaverde y Perales del Río (distrito de Getafe). En 2012 tuvo lugar, en el mismo museo, una exposición sobre la vida cotidiana de los carpetanos, basada en el yacimiento del Llano de la Horca (Santorcaz).
Otro de los poblados carpetanos del entorno es el de La Fuente de la Mora, a orillas del arroyo Butarque, en Leganés. Estuvo habitado desde el Calcolítico hasta la época visigoda.
Se encontraron, de la II Edad del Hierro, herramientas como hachas, azadas, cuñas, agujas, cardadores, hoces, podaderas, etc.; armas como cuchillos, puntas de lanza; y elementos ornamentales de bronce y cobre como anillos, alfileres, fíbulas, etc. Fue destruido por un incendio en el siglo I a.C.

‘OPPIDUM’
Un «oppidum» (plural: «oppida») es un término genérico en latín que designa un lugar elevado, una colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del ser humano. Se establecían para el dominio de tierras de cultivo o como refugio fortificado que podía tener partes habitables. En la península ibérica presentan algunas diferencias con los de Europa central, y también se los conoce como castros o citanias.
Gault, un asteroide que mide unos cinco kilómetros, rota alrededor de sí mismo en solo dos horas; tan deprisa que se está autodestruyendo, como muestran dos chorros de polvo. La causa parece ser el efecto YORP.
A principios de enero de 2019, el Telescopio Espacial Hubble investigó con mayor precisión el asteroide 6478 Gault; lo hizo para el proyecto ATLAS, que busca asteroides potencialmente peligrosos. Resultó que ese objeto desprendía una cola larga y estrecha. Poco tiempo después se hacía visible una segunda cola. Las nuevas imágenes tomadas por el Hubble muestran ahora dos colas de polvo muy bien definidas. Antes, no se había caracterizado Gault, que gira alrededor del Sol entre las órbitas de Marte y Júpiter, por ningún comportamiento especial. Se le calcula un tamaño de entre cuatro y nueve kilómetros; el valor más probable es de cinco.
Al principio, los astrónomos pensaban que Gault podía ser un cometa del cinturón principal, un tipo de objeto del que se conocen más de una docena de ejemplares en el cinturón de asteroides, entre Marte y Júpiter. Las investigaciones, sin embargo, demostraron que Gault no emite gases que puedan llevarse consigo el polvo hacia el espacio. Otra posibilidad era que hubiese sufrido una colisión con un objeto más pequeño del cinturón de asteroides y que por ella el material saliese disparado desde Gault. Colisiones así se han observado otras veces, pero en este caso no hay ningún indicio al respecto. Además, es sumamente improbable que se produjesen en tan poco tiempo dos colisiones y que cada una crease una cola.
La investigación de las colas muestra que están hechas de polvo y partículas más gruesas, y no contienen ningún gas. El calibre de las partículas va de las centésimas de milímetro a los centímetros. Pero… ¿cómo se generaron? Se creé que se debe al efecto YORP. Ese acrónimo se refiere a los astrónomos Yarkovsky, O’Keefe, Radzievskii y Paddack, y consiste en la aceleración de la rotación de un asteroide por la radiación solar. Un cuerpo celeste natural no tiene una superficie perfectamente homogénea, así que la radiación del Sol no se absorbe y remite en forma de radiación térmica por igual en todos sus puntos. El calor se devuelve, pues, irregularmente, y de esa forma se puede ir formando un pequeño momento de fuerza o giro.
Aunque el efecto es ciertamente muy modesto, a lo largo de extensos lapsos de tiempo, de cientos de miles o de millones de años, puede conducir a un aumento del momento y una considerable aceleración de la rotación. Al final, el cuerpo rota tan deprisa que la fuerza centrífuga supera en el ecuador la débil fuerza atractiva del objeto celeste. Se desgaja entonces material de su superficie, que se pierde en el espacio para siempre jamás. Gault rota en solo dos horas, demasiado deprisa para su tamaño. El material de su superficie debe de haberse reconfigurado por ello y habrá habido corrimientos de tierras, para finalmente salir disparado hacia el espacio en forma de cola. Este efecto YORP puede llegar a descomponer por completo un asteroide, en especial si es solo un cúmulo de cascotes poco consistente, como es el caso del asteroide Bennu. Así, a Gault debe considerársele un asteroide moribundo al que no se le va a conceder ya mucho tiempo de vida.
Noemí Pontón Hidalgo, que a veces firma con el seudónimo Minoe Noemí, es colaboradora de este periódico y una escritora muy prolífica. Recientemente ha publicado la novela Un paseo con Alzheimer, parte de cuyos beneficios van destinados a la investigación de esta enfermedad, aún incurable y sobre la que todavía nos falta mucho por saber. Un motivo excelente para quedar con ella una de estas mañanas, pasar un rato estupendo charlando y sacar de esa charla la entrevista que sigue.
Noemí, estás actualmente promocionando tu última novela; preséntanosla…
Mi novelita, porque es una novela corta, se llama Un paseo con Alzheimer. Nos cuenta las aventuras de un abuelo, Mario, que una mañana cualquiera se pierde por su ciudad. ¿Por qué? Porque empieza a tener Alzheimer. Está en esa primera etapa de “Me pasa algo, pero no quiero que me pase nada y lo quiero disimular. Son cosas de la edad. Esto es normal”. Pero esa mañana se pierde, porque su mente le lleva al pasado continuamente. Ha enviudado hace unos poquitos meses y está todo el rato recordando su matrimonio, su infancia, cómo conoció a su mujer… Es un auténtico “viajero del tiempo”; los enfermos de Alzheimer lo son.

Parte de sus beneficios van para investigar esa enfermedad…
Sí, una parte de los beneficios, lo que he podido luchar para que no sufra ninguna parte involucrada en la creación de la novela, va a ir donada a asociaciones de familiares e investigación del Alzheimer y también a institutos de investigación. Por ejemplo, acabo de conocer a César Venero, director de COGNI-UNED. Es un psicobiólogo que está desarrollando investigación centrada en el deterioro de las capacidades cognitivas que afectan también al Alzheimer, y me ha contado que el estrés y la soledad tienen mucho que ver. Sus investigaciones están ahora centradas en eso. Así que no hay que dejar a los abuelitos solos, por favor: entran en bucle.
¿Cómo surgió la idea de la novela?
Pues aquí hay algo de vivencia personal… Yo voy conduciendo con mi marido y voy a un punto en concreto. Y en un instante que digo “A ver, ¿por dónde tengo que ir?” se me queda la mente en negro y no sé ni a dónde voy ni a dónde tengo que ir. No llegó al minuto, pero el susto apareció. Me acuerdo de que le dije a mi marido: “Voy a parar en el arcén y coges tú el coche, porque no sé dónde voy ni cómo se va”. Menos mal que recuperé la noción, me tranquilicé y pude seguir. Me ha pasado dos veces, y mi médico me ha dicho: “No te asustes, es el estrés”. Vamos a pensar que es eso; pero claro, después de que César Venero me ha dicho que el estrés es un factor también importante…
Entonces ahí empecé a pensar que si en unos segundos te asustas porque no sabes qué le está pasando a tu cerebro, cómo será para una persona mayor cuando está empezando con la enfermedad, cuando aún son conscientes… Porque luego ya por desgracia el Alzheimer va evolucionando y llega una etapa en la que a lo mejor ya no tienes contacto con el mundo real y no lo notas, lo sufren entonces tus familiares. También dio la casualidad de que en San Martín de la Vega un abuelito desapareció 24 horas y estuvimos todos buscándole. Luego apareció al día siguiente y estaba bien, pero me dio para pensar qué habría sentido, y por eso surge la novela.

Ésta no es tu primera obra publicada. Repasemos un poco tu carrera literaria…
Tengo diez obras escritas, nueve publicadas. Mi carrera literaria comenzó en el 2021: empecé a escribir en agosto mi primer libro, y en septiembre lo acabé. Fue fruto de un pequeño pique con mi marido, que también quería escribir uno. Yo llevaba años pensándolo, y me animé. Cuando lo terminé, lo presenté a un concurso y a la vez lo lancé a 30 editoriales. Empezaron a contestar, hubo varias que lo querían publicar y me decidí por las tres cuyas condiciones me atraían más. Pero les dije que estaba en concurso y aún no lo podía publicar, y mientras seguí escribiendo. Cuando salió el resultado, no lo gané y me contactaron para ver qué hacía con la novela; había escrito dos más, así que no hubo problema: les di una a cada una para que lo valoraran, y me publicaron las tres. Así que de repente me junté con tres novelas publicadas en el mes de marzo de 2022 [ríe].
Esas tres primeras novelas son de género romántico: Juegos de amor, El profesor y Mujer de cuarenta y tantos.
Luego saqué un cuento infantil… Yo soy de San Martín de la Vega, un pueblo taurino, y a la presentación de una de mis novelas fue muy poca gente porque estaban todos en una corrida, eran las fiestas. Así que me dije: “Pues voy a sacar un cuento antitaurino”. Y salió Vera ya no quiere ser torera.
Después llegó la erupción del volcán de La Palma, y vi que el tema tenía posibilidades para una novela, que en principio iba a ser también romántica, pero no: las novelas se escriben ellas mismas. Así que me salió Cumbre Vieja, un drama familiar, aunque es una historia bonita, porque he aprendido que a la gente le gusta que las novelas acaben bien y he obrado en consecuencia. En ella, un periodista va a cubrir la noticia y conoce a una familia que le acoge muy bien. Hay un personaje muy importante, que es el abuelo, una persona que conoce muy bien la isla, se ha criado allí, y es el que va poniendo un poquito sobre aviso de lo que va a ocurrir. También, un señor que vive en Alemania, a raíz de las noticias, se entera de que fue papá hace 16 años en la isla, “y hasta ahí puedo leer”.
Después escribí otra novela, Bajo los efectos de la vida, que iba a concurso en Onda (Castellón), pero no lo gané. Tenía que estar ambientada en Onda, me documenté y supe que había un castillo, así que decidí iniciar allí la historia: una chica joven se va a graduar en la universidad y la suelto a los pies de la muralla del castillo sin dinero, sin móvil, sin teléfono, sin documentación y sin acordarse de nada. Tiene 15 días para regresar a Madrid porque se gradúa, y no tiene ni dinero ni nada. Tampoco puedo contar mucho más… Luego tengo una novela psicológica que se llama Terapia matrimonial. Creo que tiene las claves para que en cualquier relación, hasta en una junta de vecinos, no discutas [ríe].
También he agrupado diferentes relatos que he ido presentando a concursos en un libro que se llama Relatando qué es gerundio. Y tengo también una colección de seis cuentos infantiles, uno de ellos poesía. Ese cuento me quedó muy bonito: va sobre el acoso escolar, pero desde el punto de vista del niño que pega. Lo hice en poesía para que fuera fácil para una edad, digamos, de ocho añitos. Trabajé mucho en esa colección de cuentos: está pensada principalmente para que cuidemos la infancia, pues si lo hacemos saldrán adultos maduros, equilibrados y responsables. Si basáramos la educación en el amor y en el respeto yo creo que arreglaríamos muchos desequilibrados adultos.
¿Quieres enviar algún mensaje a los lectores?
Sí, comprad la novela, que es una novela solidaria… Hoy son unos los que tienen Alzheimer, y dentro de diez años podemos ser nosotros, así que conviene que investiguen para que nos puedan frenar a todos la enfermedad. La podéis comprar en vuestras librerías habituales, en Amazon o directamente a la editorial, que no cobra gastos de envío. También podéis visitar mi página web, donde encontraréis todos mis libros con sus respectivos enlaces a los sitios donde podréis adquirirlos. Importante: si leéis Un paseo con Alzheimer me podéis escribir y contarme qué os ha parecido, o si tenéis una librería podéis contactarme para que vaya a firmar ejemplares.
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Y si fuera nube
llegaría a tu tejado,
rozaría las montañas,
regaría el llano.
Si fuera viento
soplaría tu cabello,
doblaría las mieses,
barrería las hojas secas.
Si fuera sol
llenaría de luz tus azules pupilas,
tostaría tu piel,
secaría tus lágrimas.
Si fuera amor
uniría tu corazón y el mío
con un lazo invisible.
Soy ese deseo de nube,
de viento, de sol
y de amor que… enlaza.
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