Hace casi diez años escribí un artículo en mi blog que se titulaba Mujeres que están cambiando el mundo. Inspirada en el libro que una profesora nos recomendó leer en el instituto —El don de arder, de Ima Sanchís—, me dediqué a recopilar el nombre y la historia de diez mujeres que yo consideraba estaban reescribiendo con tinta indeleble el esbozo que el destino había preparado para ellas.
Al hacerlo, no solo transformaban sus trayectorias vitales, sino que influían en el devenir del mundo. Con una nueva década a la vuelta de la esquina, quiero hablaros de tres mujeres del mundo árabe —entre muchas otras— que me han inspirado profundamente a lo largo del año.
Empiezo con Alaa Salah, que en el momento de escribir estas líneas está de visita por Madrid contándonos de primera mano cómo ha vivido la revolución en su país, Sudán. Espero que recordéis una foto que se hizo viral de una mujer vestida con una túnica blanca, de pie sobre el techo de un coche, cantando a una multitud que la graba con sus móviles. Esta activista sudanesa de 22 años se ha convertido en el icono de las protestas contra el régimen de Omar Hasán Ahmad al Bashir exigiendo una transición democrática. Días después de la difusión de las fotos y vídeos de la apodada nueva “Reina nubia”, el Ejército desalojaba del poder al dictador. Pero las reivindicaciones continuaron porque nadie se fiaba de la junta militar que se había hecho con el poder. La represión se recrudeció para amedrentar a una población que ya no pensaba parar hasta conseguir sus demandas. Finalmente, militares y civiles pusieron en marcha un proceso de transición que durará meses pero que Salah ve con esperanza. “Estamos empezando a ver signos positivos. Las mujeres nos sentimos mucho más libres que a principios del año”, sentenciaba en una entrevista el pasado mes de diciembre.
Tampoco puedo separar mi pensamiento de la abogada siria especializada en derechos humanos Noura Ghazi. Su marido, el desarrollador de software de código abierto Bassel Khartabil, fue uno de los principales activistas en favor de la libertad de expresión y la democracia en Siria. Tras ser arrestado por el régimen en 2012 y ejecutado en 2015, Ghazi fundó con otras mujeres la organización Familias por la Libertad, que pretende defender a los presos y presas de las cárceles sirias y ayudarlos a conseguir su excarcelación. Su trabajo en numerosos foros mundiales está permitiendo que se ponga el foco en las condiciones infrahumanas que viven las personas encarceladas durante la represión y que su liberación sea una condición indispensable para una futura transición democrática en el país.
Para terminar, nos trasladamos al país ultraconservador de Arabia Saudí. Allí, la activista Loujain Alhathoul encabezó las protestas en contra de la prohibición de las mujeres a conducir automóviles que regía en el reino wahabita. Después de varios arrestos y liberaciones, volvió a ser encarcelada junto a otras activistas y a día de hoy sigue en cautiverio. Sus hermanos han denunciado en Twitter que está sufriendo vejaciones y torturas.
Sorprende que, después de que en junio del 2018 terminara la prohibición de conducir, Loujain y sus compañeras permanezcan privadas de su libertad y a la espera de que se anuncien los cargos. ¿Miedo a que se vuelvan otro icono? Demasiado tarde. Ya lo son. Porque lo que han escrito Salah, Ghazi y Loujain no se puede borrar.
LAILA MUHARRAM
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