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Los molinos harineros en Villaverde

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JULIO HERNÁNDEZ GARCÍA.

Los molinos fueron una revolución tecnológica de la molienda. Hasta la revolución industrial, las energías utilizadas eran de origen natural, como el agua, el viento y la fuerza animal. El sector más importante en Villaverde fue el de los hornos de tejas y ladrillos, y los molinos para la molienda del cereal, muy extendido por su entorno.

Molinos Harineros

La instalación de los molinos hidráulicos dependía del volumen de población, de la producción de cereales y de las disponibilidades hídricas. Al circular el río por zona llana, se construían pequeñas presas para almacenar el agua y conducirla hacia el molino, que golpeando las ruedas de moler las hacía girar. El agua después salía y era dirigida de nuevo al río.

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En los comienzos, los molinos podían ser de propiedad de los concejos o de los señores, que solían construirlos dentro de sus dominios, acudiendo allí los vecinos para moler sus cosechas. Como pago se entregaba la “maquila”, cantidad de harina de trigo que se abonaba al molinero por la molienda. Si era propiedad de los concejos, los vecinos hacían uso del mismo para sus moliendas, sin la figura del molinero. Los molinos en torno a Madrid funcionaban unos meses al año, de noviembre a mayo o junio, dependiendo del agua que llevase el río.

Desde su fundación en los siglos XII-XIII, Villaverde estaba rodeado de tierras de cereales, pastizales, algunas huertas y frutales, con una industria de hornos de pan, de tejas y ladrillos, que abastecían a Madrid. Desde que tenemos constancia de ello en la Edad Media, ya existían en la ribera del río Manzanares de Villaverde tres molinos harineros: el del soto de la Arganzuela, el de La Pangía, y el de la Hormiguera.

 

Eran muy importantes para la alimentación de la población, hasta tal punto que el Concejo de Madrid inspeccionaba sus instalaciones para asegurar el abastecimiento de harina. En una de esas inspecciones que se hicieron, en 1525, se comprobó que, entre otros, los dos últimos molinos citados tenían piedras blandas, dándoles diez días de plazo para cambiarlas. En 1630 mandó restaurar el molino de la Hormiguera, perteneciente a D. Francisco Luzón, porque llevaba tiempo sin funcionar.

El soto y molino de la Arganzuela eran del común, y podía pastar cualquier ganado del término de la villa. Luego fue de Francisco Zapata, vecino de la villa de Madrid, que tuvo arrendada la hierba por 10.000 maravedíes. A principios del siglo XV, el molino estaba junto al puente de Toledo y pertenecía a Alonso González de Herrera y a Alfonso de Salmerón.

El molino de la Pangía comenzó siendo comunal, pero ya en el siglo XII se convirtió en propiedad privada. Los primeros propietarios del molino de La Pangía fueron Urraca Fernández y Martín López Daganzo, que lo venden, junto con una casa, a Alfonso García de Paredes y a su mujer Catalina González en 1418 por 10.000 maravedíes. El último propietario fue Fermín de Baraybar. Entre 1418 y 1818 los dueños fueron Luis de Toledo, Álvarez de Toledo, Núñez de Toledo, Toledo y Mendoza (marqués de Villamayna) y familia Baraybar y León.

 

En 1576 consta (Relaciones de Felipe II) que el de La Hormiguera era de Pedro de Luzón y el de La Pangía de Luis de Toledo. El de La Hormiguera pertenecía a la familia Luzón. En el siglo XVII pasó a pertenecer al conde de Montijo, que en abril de 1695 lo arrendó, junto con el soto de Luzón, una huerta y prados en La Algarrada, por 1.500 reales. A este molino venían a moler vecinos de Vallecas y lugares de los alrededores.

Según el marqués de la Ensenada, contaba Villaverde en 1751 con dos molinos harineros de cuatro muelas cada uno: el de La Hormiguera, que era del mayorazgo de Osera y molía cuando estaba activo 400 fanegas de trigo; y el de La Pangía, que era en esa fecha de Pedro Yermo y molía lo mismo que el anterior. Los dos rentaban 16.000 reales. El de La Pangía posiblemente lo construyeron los musulmanes, porque el nombre deriva de Alfandía. También pudieron utilizar o construir una atalaya para vigilar y controlar el vado de Santiago el Verde y algunas alquerías junto al río.

En 1848 (Madoz) seguían operativos los dos molinos. Hoy día no queda nada de ellos.

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