DAVID MATEO CANO.
A lo largo de mi vida he conocido personas muy peculiares, pero posiblemente pocas como la familia Al Khawaldeh. Dicha familia la componen tres personas: Jousef y Fátima, y su hijo Ibrahim. Los tres son jordanos de nacimiento, pero asentados desde hace ya un tiempo en Copenhague, a donde emigraron por temas laborales. Jousef y Fátima son matemáticos de profesión, e Ibrahim estudiante de último curso en dicha rama. El matrimonio se conoció en su época estudiantil, surgiendo entre ellos de inmediato un apasionado amor que se mantine vivo muchos años después. Fruto de dicho amor nació Ibrahim, y con él decidieron dar por finalizada la procreación, puesto que tuvieron claro desde un principio que únicamente tendrían un hijo, ya que de esa manera formarían un triángulo perfecto.
La pasión de todos ellos es la trigonometría, una rama de las matemáticas que estudia los triángulos y que incluso para los neófitos no es muy difícil de entender: basta con saberse una serie de teoremas como el de Pitágoras, el teorema del seno, el del coseno, el teorema de Tales o el teorema de la bisectriz entre otros, así como algunas reglas básicas como la de la altura de los triángulos rectángulos o la regla de los catetos. Pues bien, la familia Al Khawaldeh lleva al extremo su pasión por la trigonometría y lo fundamentan todo en base a ella: la casa la tienen construida en una parcela situada a las afueras de Copenhague, y dicha parcela, como no podía ser de otra manera, tiene forma de triángulo rectángulo. La casa que construyeron en su interior guarda una razón de 2:1 con relación a la parcela; esto quiere decir que el área construida es de 1/4 exacto del tamaño de la parcela, por supuesto también edificada con forma triangular. Visto todo el complejo desde el aire se puede apreciar como un enorme triángulo en cuyo centro se encuentra edificada la vivienda como si fuera un triángulo invertido, que a su vez se encuentra rodeada de tres triángulos que delimitan la parcela.
Ya dentro del interior de la vivienda las habitaciones están todas diseñadas a modo de triángulos semejantes, es decir, con los ángulos iguales y los lados proporcionales guardando la misma razón, esto es: los tabiques que las delimitan crean un ángulo recto de 90º y las dos esquinas que serían el equivalente a la hipotenusa cierran el triángulo con un ángulo de 45º cada una. En la habitación de Ibrahim los lados miden 3, 4 y 5 metros respectivamente, y en la de sus padres 6, 8 y 10 metros. Los dos baños fueron construidos en su conjunto con forma de triángulo equilátero divididos por un tabique que los corta por la mitad y hace las veces de bisectriz, de tal modo que cada baño conforma otro triángulo rectángulo.
A la hora de sentarse a comer tienen una serie de plantillas móviles en la mesa, las cuales rota cada día un miembro de la familia colocándolas como estima oportuno, de tal forma que se sientan cada uno en una esquina formando un triángulo equilátero, isósceles o escaleno dependiendo del orden de las plantillas. Su veneración por la trigonometría llega a tal extremo que ya tienen comprado un panteón familiar para el día en que abandonen esta vida. Las medidas exactas de las lápidas las tienen registradas en testamentos individuales elaborados ante notario, por si llegado el fatídico momento de la muerte ésta les sorprendiese a los tres conjuntamente y tuvieran que hacerse cargo del entierro sus familiares o amigos.
