Villaverde cuenta con un vecino de excepción, casi invisible a nuestros ojos, desapercibido a nuestros oídos, y si no es por lo elaborado y el diseño de sus “casas”, su existencia cercana pasaría inadvertida. Es un “pajarito”, de apenas 11 cm de largo y unos 10 gramos de peso, de plumaje poco llamativo, incluso una tiene máscara negra en la cabeza, como si tuviera vergüenza de ser observado en ese mundo ostentoso de las aves.
Se trata del pájaro-moscón europeo (Remiz pendulinus), y al comienzo de la primavera, el macho comienza un agotador trabajo recogiendo todo tipo de material que sirva para entretejer una bola, mullida por dentro, inaccesible y cerrada, salvo una entrada en forma de túnel, una auténtica obra de ingeniería que además cuelga y “pendula” de una rama de algún árbol de ribera.
Habita en nuestro Parque Lineal, y en gran densidad. Aquí encuentra todo lo necesario para vivir, insectos y semillas como alimento, material para el nido (“pelusa” de carrizo, espadaña, sauce y chopos, telas de araña, pelo animal, etc.) y cobertura arbórea donde refugiarse y criar.
Pero esta aparente humildad se transforma en “poderío” por su valor ecológico. Su sola presencia en un área basta para que, por ley, se prioricen las acciones de conservación del entorno a cualquier actuación de transformación del mismo.
Seguro que si algo es bueno para este canijo, lo será para el Parque Lineal y, por ende, para los usuarios que disfrutamos de este espacio singular. Gracias, pequeñín.
RAÚL MARTÍNEZ
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