Soy un ferviente amante de la naturaleza e intento respetarla al máximo, ya que considero que es mucho lo que nos da. Por eso me siento en la obligación de desenmascarar a todas aquellas personas que intentan aprovecharse de ella a costa de los demás. Actualmente se está llevando a cabo una desmesurada campaña sobre el cambio climático orientada desde diferentes sectores y publicitada en todas partes, y como todos sabemos, las campañas publicitarias son muy caras, y cuando se realiza una siempre se tiene como propósito amortizar los gastos invertidos e intentar sacar el mayor beneficio posible.
Eso es lo que están haciendo entre otros nuestros políticos, quienes alentados por los magnates del IPCC han lanzado un aluvión de mensajes catastrofistas y apocalípticos sobre el cambio climático, siendo éstos de tal enjundia que todo aquel que ose contradecirlos se verá abocado a la más cruenta de las persecuciones. Se ha creado una caza de brujas por la que, a día de hoy, ya hay científicos que no opinan por temor a que les quiten las subvenciones o a que les veten en sus diferentes trabajos a pesar de que sus estudios estén perfectamente fundamentados. Pero sí dicen que los factores que más influyen en el cambio climático son el vapor de agua, los océanos, los volcanes, la respiración de los animales, las bacterias o los animales muertos, y que el CO2 es solo una pequeña parte de los gases de efecto invernadero, o que los modelos matemáticos que proponen sobre el cambio climático no se cumplen puesto que se está calentando más la superficie que la troposfera, cuando debería ser al revés en base a lo que nos están postulando. Pues bien, cuando se atreven a decir algo así, son calificados poco menos que de herejes.
Hay que recordar que un modelo climático se puede variar cambiando tan solo un parámetro, de tal forma que dé una previsión más cálida o más fría, y estos modelos se pueden creer o no, el caso es que cada cual toma los que más se ajustan a sus intereses. No conviene olvidar que el clima ha aumentado o disminuido en mayor o menor medida a lo largo de la historia de la Tierra, incluso cuando no había seres humanos poblándola. Dicho todo esto, os voy a adelantar lo que nos va a costar esta campaña publicitaria: subida de precios en todos los vuelos, peajes en todas las autovías nacionales, continuará la subida de precios en los carburantes (no solo en el diésel), aumentarán las tasas de basuras, se intensificarán las multas y se implantarán infinidad de ecotasas, además de por supuesto aumentar el precio de las facturas de la luz, que aunque dicen que es una energía limpia, con el beneplácito de los de arriba siempre se las apaña para destrozarnos el bolsillo y a la vez gozar de buena prensa a base de pagar anuncios en los medios de comunicación. Y para rematar la faena, no bajaran los precios de los transportes públicos.
Todas estas medidas nos serán muy dañinas y como siempre los que más las padecerán serán los más necesitados, puesto que por poner solo un par de ejemplos muy crueles diremos que el gasoil de las calefacciones aumentará, de modo que habrá personas que no puedan pagarlo y pasen frío y calamidades; los agricultores, cuyos productos están en mínimos históricos, tendrán que afrontar todavía más gastos, porque recordemos que la amplia mayoría de los vehículos agrícolas son diésel que compraron en su momento porque les dijo un Gobierno anterior a éste pero igual de mezquino que eran los que menos contaminaban, y ahora les criminalizan por labrar la tierra y trabajar sus campos con la única intención de dar de comer a sus familias, muchas de las cuales empezarán a pasar hambre con la que les viene encima.
Sin embargo, nuestros ecológicos políticos seguirán viajando en aviones, algunos de ellos con catering anual de 40.000 euros. Pero no solo ellos viven a lo grande: la mayoría de los que han venido desde el extranjero a Madrid a dar charlas sobre el cambio climático lo han hecho en los aviones que tanto critican o en coches nocivos de alta gama. Además han cobrado dietas, pernoctas y un largo etcétera que en ocasiones será costeado con las medidas que os he descrito anteriormente o con otras parecidas. Por último, me gustaría añadir que el IPCC surgió en 1988 y que fueron los inventores de este ingente negocio. Desde entonces, es decir, desde hace más de 30 años, las asignaciones al cambio climático no han parado de crecer, las subvenciones se han multiplicado por el infinito, ¿y qué hemos conseguido? ¿Han mejorado el clima tal vez? ¿Han mejorado la vida de las personas de nuestro planeta? La nuestra no, las suyas sí.