Las asociaciones vecinales, junto a sus federaciones y confederaciones, han realizado un gran esfuerzo por mantener el tejido social participativo que representan en los tiempos de la pandemia. Ahora es el tiempo de la recuperación: los fondos europeos, los planes estratégicos (Agenda Urbana, Agenda 2030, Estrategia 2050) son una esperanza para una pronta, racional y justa recuperación garantizando la cohesión social, el desarrollo sostenible y la participación social.
Sin embargo, observamos cómo, en general, se orilla al movimiento vecinal organizado evitando dar explicaciones sobre qué propuestas se van a desarrollar, en qué cuantía y a qué distribución territorial corresponde.
En todos los planes estratégicos se habla de la participación social como de un elemento esencial para su desarrollo e implementación. La rehabilitación de barrios, de viviendas, la implantación del autoconsumo eléctrico, la mejora de la reducción, de la reutilización o del reciclaje de los residuos son ejemplos en los que la presencia vecinal se hace indispensable. Lamentablemente, la norma es el secretismo y la falta de transparencia, además de obviar como ya se ha explicado la presencia del movimiento vecinal organizado en los tres niveles: estatal, autonómico y local. Lo que nos hace pensar que esto de citar la participación social no deja de ser un eslogan publicitario.
Las asociaciones vecinales, junto a sus federaciones y confederaciones, son un cauce democrático, plural y participativo, un espacio perfecto para establecer un contacto de ida y vuelta entre las instituciones y la ciudadanía para el qué hacer tras la pandemia.
Pendiente está la revisión de la Atención Primaria y Comunitaria, las profundas reformas que se están produciendo en nuestras ciudades y pueblos, la reducción del paro juvenil, la reforma de la Administración en general, la reforma de las residencias de mayores, etc. Nos parece evidente la necesidad del movimiento vecinal organizado para que las reformas sean eficientes.
Las asociaciones vecinales, sus federaciones y confederaciones exigimos espacio para participar en la reconstrucción tras la pandemia. Consideramos que la eficacia de las medidas de recuperación está relacionada con el grado de participación en su elaboración y en su aplicación. Rechazar esta participación es una irresponsabilidad que pagará el conjunto de la sociedad.