RAÚL MARTÍNEZ
En el mundo animal los cambios a nivel individual, poblacional o de diversidad faunística son igual o más patentes que los de la vegetación.
Poco a poco los insectos dejan de verse, pues procederán a dar paso a las generaciones futuras y a metamorfosearse. Muchos insectos acaban sus días con la puesta en sitios seguros para que en primavera vuelvan a resurgir, en forma de oruga (mariposas, por ejemplo) o en forma de adulto (saltamontes, himenópteros…).
Muchos animales hacen desplazamientos. Numerosas especies de aves viajan en esta época a otras áreas más propicias mediante el fenómeno de la migración. Así, en Villaverde, las poblaciones de nuestros aviones, golondrinas o vencejos y muchas otras han cedido sus espacios a otras como petirrojos, papamoscas, etc. El otoño es la época en que las aves que han pasado el estío en latitudes norteñas comienzan a migrar para huir del duro invierno que se avecina. Vuelan durante miles de kilómetros para buscar un hogar más al sur, donde los frutos de otoño como las zarzamoras, endrinas, majoletas, escaramujos, se engalanan con tonalidades rojas o moradas que muestran su madurez. Sin estas nutritivas drupas, muchas de las aves, incluso las insectívoras, que recalan en nuestros territorios, morirían exhaustas al no poder recuperar la energía perdida durante su costoso viaje.
Especial atención merece la llegada de las gaviotas y los cormoranes, que podemos observar a lo largo del río Manzanares. Pero quizás lo más llamativo del otoño sea la llegada y paso por encima de Villaverde de los grandes bandos de grullas desde el norte de Europa y cuya característica voz se escucha a kilómetros de distancia y nos evoca una aventura envidiada, al menos por mí: el sobrevolar multitud de países hasta llegar a nuestras latitudes sin que haya fronteras humanas que se lo impidan.
En otoño podría parecernos que la naturaleza se para, pero nada más lejos de la realidad
A algunos animales les crece piel o plumas para calentar sus cuerpos, otros cambian de color para confundirse con el entorno (plumaje y pelaje invernal). Para muchas criaturas ésta es temporada de apareamiento.
Otros se preparan para el sueño del invierno o bien para estar resguardados y con buena despensa. Anfibios y reptiles se están preparando acumulando grasa y energía en su propio cuerpo para poder pasar, refugiados, la temporada invernal en la que pararán su actividad y pasarán a un estado especial llamado hibernación. Mamíferos, en especial roedores, se afanan en recolectar y acumular, en determinados sitios, alimento, el cual aprovecharán cuando escasee durante el invierno.
En conclusión, en otoño podría parecernos que la naturaleza se para, pero nada más lejos de la realidad. Muchas veces cuando pensamos en salir de excursión al campo se nos viene a la mente un día de primavera. Sin embargo, muchas son las ventajas que hacen de esta época una estación perfecta para disfrutar de los días soleados o incluso de la lluvia, del contacto con la naturaleza, solos o en compañía. Ir a recoger setas y aprender sobre ellas. Dar largos paseos de observación o hacer senderismo aprovechando la bajada de temperaturas, que permite realizar escapadas sin pasar calor, pero tampoco frío. La naturaleza está en todo su esplendor, con mezclas de colores rojizos, naranjas, marrones y verdes. Un placer para los sentidos.
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