ENRIQUE P. MESA GARCÍA.
Esto es un dato. En el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), que se supone que compendia lo que un ciudadano debe saber y que ha sido hecho, esto es importante, por el autoproclamado Gobierno progresista, la palabra “filosofía” no aparece. No es solo que no exista ninguna materia de filosofía obligatoria en toda la ESO, olvídense del catecismo laico denominado Educación en Valores Cívicos y Éticos, sino que ni siquiera la palabra “filosofía”, o su derivado “filósofo” o “filósofa”, tiene presencia alguna, cero, en dicho currículo. Sin embargo, otro dato: la palabra “emprendimiento” aparece 23 veces citada, y “emprendedor” o “emprendedora” 55. Parece, por tanto, que hay un interés en que algo se marque en la conciencia de las nuevas generaciones y en que algo desaparezca, tal vez con la ilusión de que sea para siempre.
La finalidad última del proceso educativo puede entenderse de dos maneras distintas. Se puede educar prioritariamente para que los alumnos sean personas cultas y capaces de crear una opinión sobre la realidad, para lo que necesitan precisamente el legado cultural como contenido a impartir en las aulas; o bien se puede educar con la prioridad de que los alumnos acaben siendo personas competentes en la producción y adaptadas al modelo social vigente: en el lenguaje cursi actual, “resilientes”.
Los nuevos modelos educativos, impulsados y apoyados por cierto por organizaciones internacionales que carecen de cualquier legitimación democrática, hace tiempo se han inclinado por el segundo modelo, situando así a las competencias, frente a los contenidos, como el elemento clave de toda la educación. Se trata por tanto de construir personas competentes, es decir, capaces de adaptarse y funcionar en el modelo social. Y para esto no hace falta ya transmitir el legado cultural que, incluso, podría ser negativo para esa adaptación pretendida por mostrarles que la realidad podría ser mejor. Así, la nueva educación por competencias busca crear un nuevo modelo de subjetividad personal, un nuevo ideal de persona, que sea una forma determinada de entender la vida y el mundo. Si la educación por contenidos, de raíz ilustrada, tenía como ideal el sabio, la educación por competencias tiene como ideal al sujeto adaptativo y resiliente. Un sujeto que no se enfrenta al mundo ni pretende su transformación, sino que se adapta a lo real mientras mira obnubilado su colección de selfies.
Y para cumplir ese ideal adaptativo y esa subjetividad infantilizada, en cuanto a que la verdad ya no se busca en la realidad sino en la identidad personal del individuo, sus emociones y sus incansables autorretratos, deben eliminarse todos los contenidos culturales. Efectivamente, la eliminación de los contenidos, y con ellos de la cultura en la educación, persigue precisamente la eliminación de la alternativa a la realidad actualmente dada. Busca enseñarnos que cualquier modelo cultural, incluyendo la basura dominante, vale lo mismo y que, por lo tanto, el modelo cultural dominante es tan bueno como cualquier otro.
El triunfo actual, y probablemente definitivo, del capitalismo es no solo el triunfo de un modelo económico y productivo determinado, basado en la primacía económica absoluta del mercado, sino también, y fundamentalmente, la imposición de un modelo determinado de subjetividad acorde con la nueva explotación. Por todo ello, la nueva educación, que pretende convertir a los individuos en esas mercancías que favorezcan el desarrollo del sistema económico, debe evitar cualquier contenido que pudiera mostrar algo distinto al propio proceso productivo y, con ello, debe evitar la cultura, porque ésta se ha convertido en el elemento fundamental y transgresor de la realidad.
Los colegios e institutos reconvertidos en agencias de viajes para intercambios y en centros de actividades de recreo, características otrora de los cruceros más horteras, son el mayor ejemplo de todo este proceso de destrucción de la enseñanza como transmisión del legado cultural. Y a su vez son el triunfo absoluto de todo un sistema de explotación cuya única finalidad es la conversión de la vida humana en una mercancía con beneficio capitalista. Bienvenidos a la nueva educación como idiotización general de las masas.