El abuso del juego y las apuestas ha crecido durante los últimos años en nuestro entorno. Generalmente estas actividades suponen una conducta compulsiva que en muchos casos desencadena un deseo incontrolable de seguir apostando, sin importar las consecuencias que ello acarrea consigo, incluso estando dispuesto a arriesgar parte de las pertenencias a cambio de las expectativas de conseguir algo mejor.
Las loterías y apuestas normalmente no suponen un riesgo para nuestra integridad. La mayoría de las personas que en algún momento juegan un boleto de lotería o apuestan lo hacen por diversión, y dejan de hacerlo en el momento que pierden o cuando establecen un límite del dinero que están dispuestos a perder. Por este motivo, no es una causa amenazante para la economía de la persona cuando es algo puntual y cuando la persona toma el control de la situación. El juego no es malo cuando se hace por diversión, y si se establece un margen de seguridad.
Sin embargo, hay otras personas que tienen un problema relacionado con los impulsos, sienten la necesidad de seguir apostando y pueden sentirse mal cuando pierden dinero, en ese momento vuelven a jugar dinero para revertir la sensación de malestar y vuelven a caer en pérdidas. Se pueden sentir incapaces de controlar las apuestas que hacen. Esto conlleva mentir a familiares sobre el dinero que se gastan, poner en riesgo o perder relaciones importantes, o pedir a familiares que les presten dinero para después gastarlo en el juego. El efecto que generan las apuestas en nuestro cerebro es, a nivel químico, parecido al mecanismo de retroalimentación que siguen las drogas o el alcohol, lo que genera adicción.
¿Dónde está el origen del problema?
Así como en el resto de adicciones, hay un componente psicosocial del propio individuo que en cada persona genera una respuesta distinta a una misma situación. En ciertas personas, está influido por su entorno más cercano y el desarrollo evolutivo de su personalidad, con ciertos cambios evolutivos, pero también con un componente genético presente que modula la respuesta a la impulsividad.
¿Cuándo nos debemos preocupar?
Hay que preocuparse cuando la persona se siente todo el tiempo muy preocupada por apostar, cuando está planificando apuestas continuamente y por cómo conseguir dinero para jugarlo. En nuestro entorno, lo podemos detectar cuando sabemos que un amigo o familiar hace apuestas y deja de salir a dar un paseo porque se pasa largo tiempo conectado a internet o en casas de apuestas, o cuando se deteriora la relación con parte de sus allegados porque le encuentran más aislado.
DR. ÁNGEL LUIS LAGUNA CARRERO
Especialidad Medicina Familiar y Comunitaria
Máster Medicina de Urgencias y Emergencias
Experto universitario en Nutrición y Dietética



