JULIO HERNÁNDEZ GARCÍA.
Lo consiguió el 31 de agosto de 1712, por merced de Felipe V
Villaverde consiguió el título de villa y su independencia como aldea de la villa de Madrid el 31 de agosto de 1712, por merced de Felipe V, no conservándose el escrito de concesión.
Con el título de villa se concedía la libertad al lugar, entendida como capacidad de autogobierno, de administrar justicia en primera instancia, de crear leyes propias y de ejecutar las leyes vigentes. Podían imponer la pena de muerte, el destierro y la exposición a la vergüenza pública en la picota, la cual se suele identificar con el rollo, y la horca que se montaba para cada ocasión.
Los motivos por los que pedían la independencia jurídica de la villa eran fundamentalmente tres:
— Geográficos: estar alejados de la villa a la que pertenecían (Madrid), con malos caminos, a veces peligrosos.
— Económicos: tratamiento discriminado de la villa en el reparto de cargos y en decisiones de gobierno. Excesivos costes y gastos para beneficio de la villa, como obligarles a participar en los costes de los puentes, cercas y murallas de Madrid.
— Sociales: agravios de las autoridades, impunidad de los delitos cometidos en el lugar por carecer de alcaldes con jurisdicción en causas criminales, freno a la prosperidad del lugar, etcétera.
En cuanto a las ventajas que esperaban obtener con su independencia, estaban: romper con la dependencia judicial y económica de Madrid, conseguir la jurisdicción civil y criminal, nombrar sus propios alcaldes con autoridad sobre pleitos civiles y criminales, administrar sus bienes de propios y comunales, fijar y mejorar un término municipal propio, colocar el rollo (símbolo de la jurisdicción civil), la picota y la horca (símbolos de la jurisdicción criminal).
Con respecto a los inconvenientes que tenía dicha independencia podemos reseñar que no era gratuito, porque tenían que afrontar una serie de cargas como: endeudamiento por el precio pagado por la concesión, pagar impuestos a las arcas reales, el rey mantiene la jurisdicción suprema.
El proceso que se seguía para lograrlo era el siguiente: una vez solicitado al rey y concedido, se entregaba la vara al alcalde, se hacía el amojonamiento del término y se instalaban los símbolos jurisdiccionales como el rollo, la picota y la horca, esta última cuando se necesitase. Los nuevos cargos municipales tendrían en adelante que administrar justicia en primera instancia, vigilar el mantenimiento del orden, el abastecimiento, la sanidad y el cumplimiento de la normativa propia y real. El rollo y la picota solían ser en principio de madera, pero según su economía podían hacerlos de piedra. La picota solía ponerse en la plaza, donde se amplía la pena de exposición del reo al escarnio público.
Aparte de concederle el título de villa, el rey perdonó a Villaverde hasta final del mismo año los 12 reales diarios que venían pagando por algunos impuestos, como utensilios, reemplazos y servicio de milicias, y todas las deudas que tuvieran con el Estado, para paliar lo mucho que padecieron durante la Guerra de Sucesión. Durante los primeros años de la guerra tuvieron que pagar una especie de impuesto para gastos militares consistente en un real por fanega de tierra labrada, ocho maravedíes por cabeza de gabado menor, dos reales por fanega de huerta, viña y olivar y un 5% sobre arriendos y alquileres de casas, dehesas, molinos y pastos.
En agosto de 1710, aprovechando la ausencia de Felipe V, entró el archiduque Carlos en la capital, situando el campamento de sus tropas en Villaverde, con los inconvenientes y abusos que acarreaba, como la confiscación de 30 mulas en Villaverde, Getafe y los Carabancheles.