Mª ANTONIA PÉREZ.
La cita con la que comienzo este artículo es de Mira Kirshenbaum, una psicóloga dedicada a la investigación clínica. Yo suscribo, comparto, corroboro letra por letra lo que ella sabiamente expone: “Para los dispuestos a aprender, la vida es en último término un sitio educativo, y el aprendizaje da sentido a nuestra vida”.
Y puedo prometer y prometo que no hay nada más importante, valioso y necesario que una vida con sentido. Y a darle a la vida algún sentido también se aprende. El conocimiento de hechos pasados, de otras formas de pensar, da perspectiva a la propia existencia. El conocimiento de cómo ocurren los fenómenos o cómo estamos configurados, nos da una mayor capacidad de análisis. El uso de herramientas nos abre a una mejor utilización de nuestro entorno, la información nos conecta con los otros.
Si la vida carece de sentido llega el hastío, la destrucción del alma y por extensión del cuerpo. La falta de ilusiones, de motivaciones, de razones para seguir viviendo, anula el afán de supervivencia. Los días son iguales y se malgastan.
Se puede vivir para realizar un proyecto, por una persona o varias, para ver cumplido un sueño, por una misión creada o encomendada, por creer que todo mejorará, o cambiará al menos, con esperanza en una vida mejor o por fe en un ser superior. Pero no se puede vivir por vivir, de hecho eso no es vida.
Y en todo este razonamiento, que pueden o no compartir pero que tengo comprobado a través de libros, experiencias y contactos, aparece el aprendizaje: aprender a vivir. Descubrir cómo hacer las cosas, cuál es el funcionamiento de lo que nos rodea, cómo relacionarnos de forma positiva, qué va bien y qué no, el análisis de lo acontecido y el para qué de lo que nos sucede, se aprende. Necesitamos aprenderlo para utilizarlo en nuestro proyecto personal, para que en último término demos un sentido a nuestra vida.
Hay un error de expresión muy común entre mis alumnos, sobre todo los de etnia gitana, porque ellos utilizan un lenguaje “adaptado” a su idiosincrasia (sería interesante estudiar si es para identificarse como grupo, por rebeldía o por la simple mala utilización de las palabras y términos. Personalmente, después de muchos años y reflexión pienso que por un poco de todo). Cuando me expresan “me has aprendido a leer” en realidad quieren decir “me has enseñado a leer”. Pero en esta aparente confusión lo que se pone de relieve, yo así lo percibo e interpreto, es la importancia del verbo aprender, que lo abarca todo y se hace extensivo al proyecto. Realmente cuando yo como educadora busco los métodos y sistemas de enseñanza de la lecto-escritura para que estos difíciles alumnos consigan asumirlos, estoy aprendiendo lecciones valiosas para mi futuro docente y para mi forma de conectar con personas que necesitan una atención y un acercamiento diferente a otros grupos de niños. Con lo que en el fondo hay una enseñanza y aprendizaje de ambos; profesor y alumno. Como dice Mira, si hay disposición y consciencia, el aprendizaje aparece en la vida y nos desvela su sentido.
Les recomiendo encarecidamente una reflexión, si tienen tiempo, ganas, disposición y necesidad de descubrir si “viven” por inercia o realmente sus vidas tienen sentido: ¿cuál o cuáles son los sentidos de sus vidas?
Quizás descubran que tienen una vida plena de sentido: viven por y para sus seres queridos; o porque tienen un trabajo que les llena, importante para otros, que aporta mucho socialmente o que es necesario para la comunidad; quizás buscan una comunicación con el ser supremo y la purificación de sus almas, un futuro paraíso y trabajar aquí en el mundo para conseguirlo. Puede que sean varias de estas razones juntas o ninguna de ellas. Pero no está de más pararse de vez en cuando y, en silencio, con sinceridad, reconocer si efectivamente la vida que llevamos tiene sentido, si algo cambiaríamos y por qué y para qué, si se pueden ampliar los sentidos o si es necesario ser más consciente de todo, que la vida no nos viva en vez de vivirla. Y esto es importante, a su nivel, transmitirlo a los pequeños de la casa. ¿Qué quieres conseguir de mayor? ¿Hacia dónde encaminas tus pasos y cómo? Cuando enseñemos y demos pistas, también aprenderemos si nuestras conquistas fueron con sentido, hemos desviado la ruta o debemos plantearnos otros destinos.