Estamos fracasando como sociedad si no somos capaces de responder inmediatamente para proteger al más débil. El pasado lunes 20 de octubre le arrebataron la vida de una manera vil y cobarde, como se hace siempre en los crímenes machistas, a una joven de tan solo 21 años. Era vecina de nuestro barrio, Villaverde Alto, en Madrid. El asesino dejaba sobre la cama a una mujer ensangrentada junto a su bebé.
Quizá pasado un tiempo, cuando el suceso pierda fuerza mediática, a excepción por supuesto de su familia y allegados (ellos no podrán olvidarlo), quede en el olvido para muchos y muchas; algunos y algunas tendrán un recuerdo vago. Daría para hacer una reflexión profunda sobre la pérdida como sociedad de respuestas mucho más sensibles y adecuadas ante tragedias como ésta, que sin duda nos hacían más humanos, cercanos y fuertes socialmente.
Esta terrible escena era descubierta por una niña de apenas 12 años. En el momento en el que hacemos públicas estas líneas, y ya han pasado 8 días, nadie, repetimos, nadie, a nivel institucional, se ha puesto en contacto con la madre de esta niña. Si esto se hubiera escrito el mismo día, también sería tarde.
Cuesta imaginar, por mucho que queramos empatizar, cuál será su sufrimiento, a qué pesadillas se estará enfrentando después de haberse topado, por sorpresa, con lo que, a día de hoy, es con toda probabilidad lo más horrible que le ha tocado vivir.
La madre, al día siguiente, acudió a Servicios Sociales a pedir ayuda; necesitaba urgentemente, y en primer lugar, consuelo y apoyo; y a continuación, asesoramiento profesional.
Todos tenemos en el imaginario colectivo imágenes de otras tragedias o catástrofes en las que acuden con celeridad profesionales de la psicología para prestar su ayuda. ¿Por qué no se ha actuado así en este caso? ¿Por qué no se acudió urgentemente a hablar con esa niña? ¿Por qué, a día de hoy, todavía no está recibiendo ayuda especializada? ¿Es que esa criatura de 12 años es menos víctima de la violencia machista? ¿Por qué después de ocho días sigue sin recibir ayuda?
Insistimos, como sociedad estamos fallando.
Una vez más, no se ha llegado a tiempo: no se ha logrado evitar que haya una nueva mujer asesinada; tampoco se ha reaccionado como era necesario y a tiempo para atender a las personas víctimas colaterales de este hecho, víctimas también de la violencia machista.
Siempre decimos que cuando algo grave ocurre es el momento de revisar el protocolo y priorizar lo urgente. Ahora es el momento. No podemos esperar más. Nos toca reflexionar. Hay muchas preguntas a las que dar respuesta: ¿Qué clase de sociedad es capaz de tolerar la violencia? ¿Qué podemos hacer para que de una vez por todas no se vuelva a repetir algo así? Pero, además, hay que pasar a la acción: tenemos que plantarnos y exigir a las distintas Administraciones que se tomen las medidas necesarias, que sean eficientes y actúen con rapidez.
Estamos en deuda moral con esta niña y con los cientos de mujeres asesinadas.
El próximo 25 de noviembre será el día el día internacional contra la violencia de género, inundemos nuestras calles con un solo grito: “¡Basta ya!”.
