SONIA ROSADO.
Rocío G. Soldevila, autora del poemario ‘Erotízame’
El poemario Erotízame es la expresión femenina de la experiencia sexual, del deseo, de la pasión, de la lujuria… La protagonista expresa sin complejos, y sin tapujos, el ansia de posesión del cuerpo masculino: “deseos de mis manos de arañarte”, “impulsos de acorralarte entre mis piernas”; y no duda en reivindicar al amante lo que necesita de él: “acaríciame… bésame… pasea mis manos por tus pechos… fóllame…”
Por eso, cuando Rocío G. Soldevila (Madrid, 1995) me dice por teléfono que hagamos la entrevista justo antes del acto de entrega de premios del III Certamen de Relato Corto Maribel Redondo, donde recitará algunos de sus poemas, y que va “vestida para la ocasión”, me la imagino con un vestido negro, ajustado, con escote, tacones y un montón de maquillaje. Pues nada más lejos de la realidad. Rocío viste un bonito vestido de flores con sandalias planas y va sin maquillar. Está preciosa.
¿Qué es para ti el erotismo?
El erotismo está presente en todo: todo despierta algo en ti y te estimula a continuar viviendo. Lo definen como “cualidad que estimula la sensualidad”, pero para mí es un caleidoscopio por el que observo el mundo: me gusta pensar que, además de hacer alusión a la sexualidad, hace referencia también a la pasión con la que uno experimenta la vida, de diferentes maneras, abstractas o concretas, que te acaban haciendo sentir.
Escribes poesía desde que estabas en el colegio. ¿Sobre qué escribías?
En mi adolescencia escribía sobre el chico que me gustaba o sobre mi práctica diaria e intensiva de gimnasia rítmica, y también dedicaba poemas a la familia para celebrar los cumpleaños.
¿Cómo nació Erotízame?
Erotízame nació de mis propias emociones, de experiencias y momentos muy impactantes en mi vida. Ya había descubierto las maravillas de lo erótico en la literatura, algunos poemas los escribí en mi etapa universitaria, y quise explorar esa línea temática: jugar con el lenguaje, vestirlo de la erótica verbal que decía Octavio Paz que es la poesía.
¿Estudiaste Filología Hispánica porque pensaste que te ayudaría a escribir mejores poemas?
Realmente no. Empecé a preparar la selectividad sin tener claro qué quería estudiar. Solo sabía que me encantaba escribir. Tuve una conversación con Teresa Argüello, mi profesora de Lengua y Literatura, y entonces tomé la decisión. E, indudablemente, proceso mejor mis emociones a través de la escritura gracias a los conocimientos que he ido adquiriendo con los años de estudio y de lectura de mis poetas preferidos.
Mientras que conocemos cada uno de los deseos y sentimientos íntimos de la protagonista de Erotízame, el amante aparece desdibujado, sin emociones, como si fuera un mero instrumento. ¿Pretendes reivindicar así el placer sexual femenino?
No lo pretendía. Pero es verdad que la mayoría de los autores de poesía erótica son hombres. Yo quería que mis poemas reflejaran las emociones de una mujer. El poema Romancero, sin embargo, está escrito bajo una voz poética masculina. Creo, humildemente, que muestra cierta disonancia con el resto de poemas, tal vez porque refleja las emociones desde un prisma masculino y como escritora, mujer, me imagino el goce de “él”.
¿Puede una mujer sentir esa pasión, esa lascivia, esa lujuria que expresan tus poemas sin estar enamorada?
Creo que es posible que una mujer pueda sentir todo esto diferenciando el sexo del amor. Una mujer, sin estar enamorada, puede anhelar lo que un día tuvo estándolo: esa pasión, esa lascivia, la lujuria… todo se puede revivir. Incluso, una puede llegar a sentir más sin la obnubilación que te da el sentimiento amoroso.
¿Escribir poesía cura el desamor?
Estoy segura de ello. A lo mejor no lo cura del todo, pero desde luego te ayuda a gestionar las emociones. A mí me gusta decir que “lloro tinta” cuando lloro de verdad a causa del desamor o el amor no correspondido, porque mientras lloro también escribo.
‘Una mujer, sin estar enamorada, puede anhelar lo que un día tuvo estándolo: esa pasión, esa lascivia, la lujuria… todo se puede revivir. Incluso, una puede llegar a sentir más sin la obnubilación que te da el sentimiento amoroso’
