El colesterol se refiere a una molécula que es necesaria para la vida, forma parte fundamental de la estructura de nuestras células, que componen los tejidos, que a su vez forman los distintos órganos de nuestro cuerpo. Los niveles de colesterol en sangre vienen determinados por la elevación de las grasas en nuestro metabolismo, porque estas partículas en realidad lo que hacen es transportar los lípidos o grasas entre los distintos órganos.
La enfermedad por hipercolesterolemia viene marcada de un modo importante por componentes genéticos y familiares, también por los hábitos de vida y por la dieta. Los alimentos grasos y animales (carne, pescado, huevos, lácteos) son los que contienen mayor cantidad de colesterol. Cuando éste se eleva en nuestro cuerpo, normalmente no causa síntomas ni signos que puedan expresarse de ningún modo en particular. Sin embargo, está contrastada su repercusión en el riesgo que representa para el desarrollo de distintos eventos cardiovasculares (angina, infarto) y a nivel cerebrovascular (ictus). Cuando se combinan los niveles elevados de colesterol, junto con el tabaquismo, la obesidad y sedentarismo o la falta de actividad física, supone un riesgo adicional para presentar algún tipo de accidente de estos tipos, o algún tipo de trombosis.
Los niveles de colesterol se pueden detectar en análisis de sangre que solicita su médico cuando lo estima oportuno. Estos exámenes tienen la capacidad de hacer una valoración global del metabolismo de lípidos. Encontramos dos tipos de valores: 1) el colesterol HDL (“bueno”) que mide la cantidad de grasas que se metabolizan y eliminan, y 2) el colesterol LDL (“malo”) que se produce en exceso y por tanto puede acumularse en diferentes órganos, favoreciendo el depósito de tejidos grasos así como la producción de placas de ateroma en las arterias grandes, lo que puede desencadenar en trombosis. El efecto perjudicial que tiene el colesterol en las arterias es que se va depositando formando obstrucciones del flujo sanguíneo que si son muy grandes pueden ocluir por completo una arteria en el corazón y dar lugar a un infarto, o un ictus cuando ocurre en el cerebro.
Para evitar problemas con los niveles elevados de colesterol, se aconseja evitar los alimentos más grasos (natas, fritos, rebozados), donde se encuentran más elevados los contenidos de grasas. También se encuentran muy concentrados en la comida rápida (hamburguesas, perrito caliente), y en la bollería industrial. Este tipo de alimentación modifica el metabolismo de nuestro organismo y puede desarrollar también algún tipo de intolerancia con los azúcares. Para un estilo de vida más sano se recomienda practicar algún tipo de ejercicio, lo que favorecerá en un mejor control de los niveles grasos.