“La lengua árabe es sencilla y lógica” fue la primera frase que aprendí en este idioma. A mi profesor egipcio le encantaba usar palabras que se parecían al español pero que no significaban lo mismo. Solo por despistar. Por ejemplo, “lógica” sonaría en árabe parecido a “mantequilla” (منطقية).
A veces abusaba de sus propios chascarrillos, ya que era el único que los entendía. “Llegas tarde. Bueno, no pasa nada. Ven, siéntate en esa kursi”, y se tronchaba de risa en medio de la clase. Luego nos explicaba que “kursi” era silla y que no estaba llamando repipi a la compañera.
Por fortuna, sí que tenemos palabras en español que provienen del árabe y que significan lo mismo, o al menos bastante parecido. ¡Y las usamos a diario! ¿Adivinas cuáles son?
Ojalá. El origen etimológico más extendido es que viene del dialecto árabe andalusí “lawsha’alláh”, que significa “Si Dios quisiera”. La frase original es la expresión de un deseo que por el momento no es real, aunque no se descarta la posibilidad.
Alquiler. Viene del árabe “al-kirā”, que era el nombre de la acción del verbo “kārà”, que significaba “alquilar, arrendar”.
Hasta. Viene de la palabra árabe “hata”, que es una preposición que todo estudiante de árabe conoce y que significa esencialmente lo mismo.
Café. Esta palabra viene del árabe “qahwah”, que significa estimulante. Cuenta la leyenda que el pastor Kaldi, de Abisinia (actual Etiopía), observó el efecto tonificante que unos pequeños frutos rojos habían tenido sobre sus cabras. Decidió preparar una infusión con ellos, pero le resultó tan desagradable que lo tiró al fuego. Sin embargo, sí le agradó el aroma del grano tostado. Fruto de la segunda infusión con esos granos es el café que todos conocemos hoy.
Azúcar. Proviene del árabe clásico “sukkar”, el cual lo tomó del griego “sakjar”, y los griegos a su vez lo tomaron del persa, y éstos del sánscrito. El término sánscrito denomina al polvillo blanco que se concreta en la superficie de la caña de azúcar por exudación.
Sandía. Viene del árabe “sandíyya”, que es el topónimo de Sind, la región de Pakistán desde donde les llegó a los árabes este fruto. Lo curioso es que no era oriundo de Pakistán, sino de África.
Barrio. Su origen proviene del árabe “barrí”, que significa “exterior, campo, selva”. Se denominaba “barri” a lo que estaba fuera de las murallas de la ciudad. Aún se utiliza en árabe coloquial para echar a alguien de algún lugar: “¡Barra, barra!” (“¡Fuera, fuera!”).
Aceite. Del árabe hispano “azzayt”. El DRAE añade que proviene del arameo “zaytā”, la lengua que como sabéis hablaba Jesús y que está a punto de desaparecer.
Alcohol. Esta palabra proviene del árabe “kohol”, que significa “sutil”. Todavía se sigue utilizando esta palabra para describir un cosmético de polvos que usan las mujeres para pintarse los ojos. El “kohol” está elaborado en un proceso de disolución. La palabra fue usada para referirse a cualquier elemento refinado hasta su esencia.
Almohada. Del árabe hispano “muẖádda” y del clásico “miẖaddah”, o donde se apoya la mejilla.
Como decía mi profesor, la lengua árabe es sencilla y lógica. Y también maravillosa.
LAILA MUHARRAM