Indumentaria deportiva. Me gustaría retomar el hábito matinal y salir de mi destierro. Después de un amanecer en compañía, de día luminoso, de otra vez primavera. Me decido. Me dirijo hacia la calle, con deseo que me sorprende. Música en mis oídos me acompaña y me ayuda a empezar.
Veo a los otros cómo pasean a su perro, ir al colegio, al trabajo, caminar hacia su coche… Hoy empezamos el día desde la misma acera. Y veo cómo suben las persianas y soy yo la que transita y los demás me ven… Sigo caminando, el sol me da en la cara y me espabila, me despeja. El descampado lleno de naturaleza salvaje se despide de ti, cerrando sus puertas. La casa de los cumpleaños se cierra también.
Quiero echar el nudo y la pena atrás. Me quiero despedir de ti, sin que me veas, con mi mano en el pecho, mirando a tus ventanas desde abajo, desde la acera. Decirte adiós. Sí, adiós porque te vas. Tu sueño se cumplió y partirás. Dando la bienvenida a una nueva feliz etapa de tu vida, de mar, de luz, de libertad…
—Asómate —te pido.
Y lo haces en presencia. Desorden, desasosiego, estrés, enfado, hallo en ti. A veces hay que poner todo patas arriba para recolocarse. Y tú, capaz y valiente amiga, es lo que estás haciendo. Te admiro por ellos. Nunca conocí a nadie con tanto sentido de la amistad.
Llegan dos camiones; de mudanza.
Abrazo fundido. Me tengo que ir, y me regalas esto.
“Una amistad fuerte no necesita conversaciones a diario, no siempre se necesita estar juntos. Mientras la amistad viva en los corazones, los verdaderos amigos nunca se separan.”
Así será, querida amiga.