De vez en cuando se suelen escuchar cosas sobre la dark web sin saber muy bien qué es lo que tiene de realidad y qué de ficción. Sea como fuere, hay que decir que es bastante difícil de acceder y se requiere un software especializado, así como de una serie de permisos que alguien concede, aunque se desconoce quién es ese alguien. Por lo menos ahora, ya que en sus comienzos fue creada por un personaje apodado “Jimmy”, que era el encargado de realizar todas las transacciones, aunque es fácil deducir que se trataba de una organización clandestina más que de una persona en particular.
Superados todos los protocolos de identificación requeridos, se accede a la “web oscura”, donde se nos muestra un mundo bastante tenebroso en el que se tiene acceso a muchos servicios, que en algunos casos por censura y en la mayoría de ellos por la ilegalidad de los mismos, no están en la web normal. Por citar solo algunos de los contenidos, comentaremos que se pueden conseguir tarjetas de crédito robadas o clonadas, las cuales una vez adquiridas se utilizan de forma fraudulenta hasta que se agote el crédito del titular estafado. También podemos encontrar en este submundo santeros que ofrecen sus servicios de vudú para lastimar a algún enemigo, o si lo que se prefiere es algo más material, contratar los servicios de un sicario para que asesine a quien se le indique.
La pornografía en sus ramas más repugnantes también ocupa un lugar privilegiado en la dark web. A través de ella se pueden intercambiar ficheros de pedofilia, zoofilia o necrofilia, entre otros. Otro tema muy demandado en este asqueroso mundo son robos “a la carta”, los cuales tienen su particular nicho, solo es necesario aportar los detalles de lo que se quiere sustraer y el supuesto ladrón o ladrona se encarga de analizarlo y ver si es factible o no llevarlo a la práctica. Una sección que cuenta con muchos adeptos es la de las suplantaciones de identidad para realizar algo en concreto, que bien pudiera tratarse de cosas relativamente inocentes, como por ejemplo llevar a tu casa a alguien que se haga pasar por tu novia o por tu novio para impresionar a familiares o amigos, o bien puede haber suplantaciones más perversas para hacer todo tipo de asuntos delictivos.
Un tema especialmente triste es el de las cobayas humanas para realizar ensayos clínicos, los cuales se suelen hacer con personas incapacitadas física o mentalmente, así como con indigentes o gente muy necesitada económicamente, que suelen acabar muy mal, pues aunque en el momento de la prueba no noten nada en especial, los efectos nocivos empezarán a aparecer pasado un tiempo. No nos podemos olvidar tampoco de las snuff movies, donde se graban asesinatos en directo.
Podría citar más casos que circulan por la dark web, pero baste con éstos para hacerse a la idea de lo que se mueve por sus oscuros callejones. Evidentemente, el motor de todos estos excesos no es otro que el del dinero: es la máxima principal. Cualquier aberración que le venga a la mente a alguien abyecto es susceptible de conseguirse en este aborrecible tabernáculo, solo es necesario poder pagar un precio por ello; un precio muy elevado, por cierto, puesto que aunque corre la leyenda de que todas estas transacciones fraudulentas se pagan en bitcoins, la realidad es otra muy distinta, ya que se suelen pagar en dinero contante y sonante en ocasiones, así como a través de otras formas de pago de curso totalmente legal.
Este mundo tan intrincado tiene riesgos muy elevados y un alto índice de volatilidad, ya que al tratar con delincuentes se asume que se está expuesto a todo tipo de fraudes y extorsiones al facilitar datos personales a alguien a quien se desconoce, de tal modo que las consecuencias pueden ser absolutamente letales para el comprador, por lo que cuanto antes se acabe con esta basura, más tranquila estará la humanidad.
DAVID MATEO CANO