Felipe Colorado, escritor de Villaverde, ha publicado recientemente ‘De la caverna al metaverso’, su séptimo libro
Felipe Colorado es un escritor de Villaverde que maneja distintos géneros literarios, tanto de ficción como de no ficción. Si bien se dedica a la docencia (da clase en la Ciudad de los Muchachos, en Vallecas), mundo en el que lleva 27 años, su carrera literaria también puede considerarse desde hace tiempo “profesional”, pues así la ha enfocado y además le reporta parte de sus ingresos. Ya ha publicado siete libros, y quedamos en el barrio una tarde calurosa, en un bar fresquito, para hablar del último, De la caverna al metaverso, que actualmente se encuentra promocionando.
Felipe, preséntanos tu último libro…
Se llama De la caverna al metaverso, salió en febrero de este año y es una especie de historia de la tecnología desde una perspectiva muy personal. Empieza en Atapuerca, en la Sima de los Huesos, con el descubrimiento de un bifaz datado hace 400.000 años, y luego va avanzando a lo largo de distintos periodos históricos, por ejemplo el Rey Escorpión en el Egipto Predinástico, el Imperio Neoasirio, la Roma de los emperadores hispanos Trajano y Adriano, y luego ya se va directamente al siglo XX, la seguridad en la información, la carrera espacial… Va presentando lo que sería actualmente la Web3 y el posible metaverso, y también trata un poquito de la inteligencia artificial. No mucho, porque todavía no había sido el despegue de ChatGPT; está más centrado en los mundos virtuales.
¿Siempre te ha interesado la tecnología?
Sí, date cuenta de que yo me dedico a la docencia en la etapa de Secundaria, pero soy ingeniero industrial. Las asignaturas que imparto son todas las relacionadas con la tecnología: Matemáticas, Física, también Biología y Geología aunque no es mi rama, Tecnología…
¿Cómo empezaste a escribir?
Desde jovencito siempre había leído bastante. Lo típico: Julio Verne, novelas juveniles, aquellos libros antiguos en los que venía parte de texto y parte de cómic… Pero con 14 años llegó a mis manos accidentalmente, porque se la encontró mi tío, que era taxista y alguien se la dejó en el taxi, una novela de Ken Follett: La clave está en Rebeca. Entonces la leí, entré en la literatura adulta, flipé y dije: “Yo quiero ser como este señor”.
Repasemos tu carrera…
Lo primero que publiqué, Om, la montaña roja, una novela de ciencia ficción basada en una escalada de la montaña más alta del sistema solar en Marte, lo presenté al Premio Desnivel en el 2009 y gané. Luego escribí otra novela, Corazón de alacrán, con la que no gané dinero pero quedé finalista en el Premio Ignotus, que también es muy prestigioso en la ciencia ficción española. Escribí asimismo una novela histórica sobre un espía nazi en la batalla de Madrid, Baldur. El ocaso del III Reich, pero la editorial quebró y no llegué a sacar beneficios.
Luego, en 2015, contacté con Chema Alonso, que es un hacker muy famoso, jefe de seguridad de Telefónica y un tío alucinante. Le presenté lo último que había escrito y le dije: “Mira, yo escribo este tipo de techno-thriller, a ver qué te parece”. Su editorial, 0xWord, trata temas de ciberseguridad, y me dijo que a lo mejor abría una línea de novela, pero que la mía no era lo suficientemente técnica. Me documenté bien y le metí una parte más técnica, le gustó, y desde entonces he ido publicando con esta editorial: ya tengo cuatro libros con ellos. En el penúltimo me propusieron que hiciera una cosa de no ficción, sobre casos de informática forense. Me pasaron material, me metí en el tema y flipé tanto que desde entonces prácticamente leo el 20% de novela y el 80% de no ficción (antes leía siempre novela).
Enlazando con la actualidad, también De la caverna al metaverso es no ficción, y también es otra flipada mía, porque durante la pandemia estuve haciendo cursos de arqueología, egiptología y similares, y cuando me comentaron que querían hacer una línea de divulgación, no tan técnica, me dije: “voy a presentar una locura: una historia de la tecnología pero metiendo arqueología, historia…”. En la editorial me dijeron: “Ostras, estás pirado de la olla, pero tiene muy buena pinta, así que venga, escribe unos capítulos, nos los presentas y a ver qué pasa”. Así que los presenté, y aquí estamos.
En tu caso no hablamos de una afición o vía de escape: te planteas la escritura a nivel profesional.
Sí, así es… Los ingresos que obtengo por este campo son una fracción de lo que obtengo con la docencia, pero está bien. Aparte, 0xWord es una editorial alucinante que te paga por anticipado: haces un contrato, te dan una cantidad por los equis primeros números, y si los superas sigues cobrando royalties. Otras editoriales no funcionan así.
¿Qué consejo darías a alguien que se esté planteando lo mismo?
Fundamentalmente que escriba algo y que intente presentarlo a un concurso que no tenga demasiada dotación económica. ¿Por qué? Pues desde mi punto de vista porque en los que tienen fuerte dotación económica las editoriales contactan con los representantes y les comentan lo que quieren, los representantes se lo dicen a sus autores y los interesados optan. En estos casos se va buscando algo determinado, ya sea un libro de un tipo concreto, captar a escritores de la competencia, etc. Pero si te presentas a un premio en el que la carga económica no es muy fuerte, ahí puedes tener posibilidad, como me ocurrió a mí con el premio de mi primera novela. En ellos no hay tanta competencia y no están tan profesionalizados. Luego, claro, es conveniente que sea un poco especializado en el género que has intentado tratar: si lo tuyo es la novela negra no te presentes a un premio de ciencia ficción. Tienes que afinar… Incluso hay editoriales que, si las vas siguiendo en redes, vas viendo un poco lo que buscan, y si eres capaz dentro de tu idea de adaptarte a lo que quieren, pues puede ser una opción. Y una vez que ya te has presentado a los mil concursos que hay a lo largo del año y no has conseguido nada, perseguir a las editoriales: buscar editoriales que sean acordes a lo que tú quieres y hacerles propuestas hasta que consigas algo.
En resumen, lo primero es tener muy claro lo que quieres hacer, y luego jugar tus bazas. Como escribes por vocación y en principio no buscas un beneficio económico, lógicamente puedes elegir sobre qué escribes y después buscar a quién le puede interesar eso.
¿Tienes algún proyecto nuevo entre manos?
Bueno, tengo un blog, accesible desde mi web, que sobre todo está enfocado a asuntos tecnológicos, pero me gusta mucho el tema del cibercrimen. Entonces un proyecto que tengo, que no sé si verá la luz pero me interesa mucho, es confrontar los crímenes de crónica negra española histórica con los crímenes actuales basados en la tecnología, porque ahora todo crimen es tecnológico desde el momento en que todos llevamos un móvil encima. También estoy escribiendo últimamente bastante en el blog sobre la inteligencia artificial, y otro tema que me interesa es el del saqueo de obra de arte en Oriente Medio con ayuda de los medios tecnológicos.
¿Cómo es tu relación con el barrio?
Llevo en la Ciudad de los Ángeles desde 4º de EGB aproximadamente. El instituto lo estudié fuera, en el centro, y después la universidad. Luego me casé, he estado viviendo más bien por la zona de Villaverde Bajo – Cruce, y ahora vivo aquí en la Ciudad de los Ángeles. Mi relación con el barrio es buena, aunque es cierto que hay muchas cosas mejorables. Se van haciendo cosas, pero llevamos bastante retraso con respecto a otros barrios de Madrid, por ejemplo los del centro. Y la educación es clave: hay que invertir en infraestructuras, pero también hay que invertir en educación, y en educadores de calle, y en lugares deportivos saludables, y en ocio alternativo…
¿Algún mensaje para nuestros lectores?
Yo creo que es muy importante la cultura, cualquier manifestación cultural. Hay opciones de cultura más o menos gratuitas o de bajo impacto económico, y pienso que hay que empezar con ello desde muy jovencitos. Y por supuesto el deporte, que también es cultura. Hay que meterse en el deporte y en la cultura para no meterse en otros rollos. Creo que es fundamental: deporte, cultura, socialización… ¡y viva Villaverde!
