En esta época que nos ha tocado vivir, en la que los Gobiernos controlan todos nuestros movimientos con el único fin de influenciarnos y teledirigirnos hacia sus intereses, todo aquello que se desvíe ligeramente de la norma es considerado clandestino, por lo que dicho término podemos afirmar con rotundidad que se ha desvirtuado bastante.
Sin embargo, ha llegado a mis oídos una historia que sí se puede considerar clandestina si la analizamos desde un punto de vista objetivo, y que tiene relación con algo que está alcance de cualquiera, como es el caso de los sueños.
Todo el mundo sueña en mayor o menor medida, y aunque solo se recuerda una pequeña fracción de los sueños, hay algunos que, transcurridos años e incluso décadas, todavía guardamos un vago recuerdo de ellos. Para centrar un poco la historia, diremos que son muchas y muy variadas las partes del cerebro que intervienen en nuestros sueños; incluso está involucrada la corteza visual, que es la responsable de crear las imágenes en el interior de nuestra mente.
También cabría apuntar que los sueños no obedecen a cuestiones lógicas, ya que los lóbulos frontales, los encargados del razonamiento, apenas intervienen. Nuestras 20ensoñaciones se producen en la etapa REM en su mayoría, pasando de la consciencia a la inconsciencia y viceversa en breve espacio de tiempo, pero también tiene su implicación la fase no-REM, aunque bien es cierto que en mucha menor medida. La fábrica de los sueños estaría situada justo encima de la nuca, en un punto que los científicos denominan “zona caliente cortical posterior” o simplemente “hot zone”.
El cerebro en su conjunto es un mundo absolutamente indescifrable e inabarcable.
Las conexiones cerebrales, así como sus diferentes interacciones entre todo tipo de elementos y sustancias que lo forman, es algo que está actualmente fuera del alcance del ser humano, sin embargo existen una serie de neurólogos clandestinos, es decir, que actúan fuera del sistema, que han conseguido resultados asombrosos dentro del campo de los sueños, puesto que, como si se tratara del mismísimo demiurgo, son capaces de generar sueños a gusto del consumidor y además prolongarlos sustancialmente, de tal manera que si el soñador engancha un buen sueño tiene la sensación de haberlo estado viviendo durante un largo periodo de tiempo, para disfrute suyo.
Siendo esto sorprendente, lo más fascinante de todo es que estos neurólogos son capaces de generar ciertos patrones que inducen a determinadas ensoñaciones, de tal manera que pueden meter en la mente del soñador determinadas vivencias que no están en su cerebro. Para conseguir este prodigio se ayudan de potentes ordenadores cuánticos con un poder de computación descomunal, debido básicamente a que “Elixir”, que es como han bautizado a su increíble máquina, tiene nada más y nada menos que 256 cúbits, algo monstruoso y que marea solo de pensarlo, ya que pueden adoptar miles de cuatrillones de estados cuánticos destinados únicamente al cálculo.
Pues bien, este grupo de neurólogos e ingenieros informáticos no trabajan por amor al arte, sino que se mueven en las más altas esferas. Sus servicios son tremendamente caros, y además tienen el hándicap de no poder ser utilizados más que una sola vez en la vida, porque si se usaran una segunda vez se sobrepasaría el umbral considerado “de seguridad” y los sueños se apoderarían del cerebro, pudiendo ocasionar daños irreparables en el mismo y diferentes disfunciones cerebrales, que al estar incontroladas generarían grados de locura inimaginables.
Lo que sí recomiendan a sus clientes es una serie de ejercicios mentales a realizar en sus casas, para intentar evocar el sueño que tanto placer les causó en su momento, aunque evidentemente nunca alcanzarán el umbral que cuando fueron inducidos por ellos de forma artificial.
Se podría decir que las actividades clandestinas de estos sujetos se han convertido en los nuevos fumaderos de opio electrónico del siglo XXI.
DAVID MATEO CANO