Este tema es muy interesante en estos días de confinamiento.
Numerosos estudios han demostrado que contar con una sólida red de familiares o amigos no solo actúa como un agente protector contra numerosas enfermedades, sino que también nos añade años de vida.
Pero no siempre sabemos relacionarnos bien y a menudo nos vemos inmersos en vínculos tóxicos que causan más daño que beneficio.
El encuentro entre dos personas también es el encuentro de dos mundos, de dos perspectivas que no siempre tienen por qué coincidir.
Cuando ocurre un conflicto podemos tener una postura flexible y abierta al diálogo o, al contrario, podemos parapetarnos detrás de nuestras creencias y profundizar aún más la brecha hasta que sea insalvable.
Un error muy común que cometemos en la comunicación es pensar que los demás saben lo que queremos y nos enfadamos porque creemos que tiene la obligación de leernos la mente.
Otras veces reaccionamos con iras y violencia lo que hace que los vínculos se debiliten.
No a todos nos afectan las cosas de la misma manera, y por eso es muy importante una buena comunicación, tranquila y asertiva.
La manera de comunicarnos es algo que aprendemos desde pequeños, puede que nos vaya bien. Pero si no funciona podemos cambiarla, eso si, con práctica y paciencia.
Aquí va una receta de Marshall Rosemberg, un pacifista y mediador internacional suizo:
1-Describir la situación que nos crea malestar de una forma despersonalizada
2-Describir qué sentimientos nos produce esa situación
3-Expresar nuestras necesidades respecto a esos sentimientos.
4-Expresar una petición que esté relacionada con cubrir esas necesidades.
La comunicación no violenta se basa en que las necesidades humanas son universales y que estas necesidades no crean conflicto.
Son necesidades el alimento, la ropa, de cobijo, el sentir seguridad, el tener una educación, un trabajo, el ser valorado, etc. Cada persona tiene sus propias necesidades.
La comunicación no violenta propone que si las personas pueden identificar honestamente sus propias necesidades, las necesidades de los demás y expresarlas se puede lograr la armonía.
Por Elva Franco