Ya está el verano y no, no hay cine de verano en Villaverde. Es una pena, pero es la realidad. Si uno quiere acudir, pues se tiene que desplazar y, bueno, ver películas del año en curso. Pueden pasarse por Casa Mingo y comprar un pollo y una sidra, pero… ¿por qué amoldarse a lo que nos imponen?
Villaverde posee múltiples espacios para poder habilitarse un cine de verano, pero es más, se pueden plantear ciclos completamente diferentes y que acerquen un tipo de cine que el ciudadano no está habituado a ver porque ya se ha pasado “de moda”. Estos tiempos de inmediatez y tirantez obligan a uno a la nostalgia, ¿por qué no?
Para ir calentando motores, se han organizado unas proyecciones en un pequeño lugar, que está a la espera de que se instale el ascensor. Se ha acordado con los vecinos un volumen y con la agradable señora de la tienda de alimentación se ha pactado un precio para las bebidas y las diferentes modalidades de alimentación, desde palomitas a perritos calientes, pasando por tres tipos de especialidades chinas. El primer ciclo ha estado dedicado a Madrid, pero como bien manifestaba Ernesto, el vecino del cuarto, siempre se ven las mismas y que para eso no iba a bajar al patio. Le dimos la razón e hicimos una selección, que fue la siguiente:
La primera noche se proyectó Historias de Madrid (1958) de Ramón Comas. La película fue un acierto porque se desnuda Madrid, bueno, otro Madrid, de una forma magnífica y de un modo que ya no se recuerda. Es entrañable ver un reparto que se mueve por unas calles muy poco reconocibles a lo que es un presente.
Tras la buena sensación que dejó el coloquio se continuó por una apuesta más arriesgada. Se comentó a la hora de fijar las películas que si se podía encontrar un documental muy diferente sobre Madrid y que no oliese a fritanga.
La opción más interesante —siempre desde un punto subjetivo— fue Octubre en Madrid (1967) de Marcel Hanoun. Es una película de poco más de una hora en la que se aprecian las dudas de lo que es hacer una película o el rodaje de El verdugo, de Berlanga, con entrevista en off, pero lo que se aprecia es ese Madrid en blanco y negro con un tipo de sintaxis fílmica muy poco normativa. Un hallazgo.
Hubo aplausos y vítores. Algunos protestaron porque la película era con subtítulos, pero tuvimos la fortuna de tener con nosotros a la magnífica dobladora M.U., que hizo las delicias del respetable al ir narrando la película. Algunos dijeron que era como estar en la filmoteca de otra época.
Para la tercera película se recurrió al maestro Fernando Fernán-Gómez y aquella película, hoy maldita pero ya asequible, que es El mundo sigue (1965). Con este título viví un acontecimiento muy divertido hará ya más de una treintena de años y que el crítico, director y cinéfago Marchante, para el que la gran mayoría de películas eran “espantosas”, le entregó una copia en 35 mm al propio Fernando y que éste agradeció efusivamente y contó que nunca entendió el motivo por el que no se estrenó. Fue financiada por él mismo. A Fernando le sorprendió que a mí me hubiese gustado tanto.
El respetable terminó afectado por el impacto de su final y su crudeza. Muchos dijeron que querían leer la novela de Juan Antonio Zunzunegui, pero les advertí que era un texto muy largo y que Fernando solo había adaptado unas páginas de la misma. El debate posterior a la proyección fue muy interesante, llegando a agotar las existencias de nuestra amable responsable de alimentación. Algún vecino dijo aquello ya en desuso: “¡Esa luz!”.
Al cierre de esta edición se está trabajando en lo que será la cuarta proyección, que no es otra que La torre de los siete jorobados (1944) de Edgar Neville, a la que seguirá Segundo López, aventurero urbano (1953) de la gran Ana Mariscal.
¿Qué se constata? Que es un éxito proyectar en Villaverde, proyectar y descubrir. Siempre favorece que haya un debate posterior. La voz se corrió y ya en la segunda proyección, lamentablemente, muchas personas quedaron fuera, algo que sucedió también en la tercera. Se continuará con las proyecciones, pero… ¿cuál es el camino para oficializar en un lugar adecuado tales actos y que se llegue a la gran mayoría de vecinos que quieran asistir en estas noches que llegarán repletas de calor y monotonía?