Sin duda alguna, y como cualquiera puede ver, se está forjando un nuevo modelo de sociedad. Es una sociedad que se caracteriza por la precarización de los derechos sociales, económicos y políticos. Es una sociedad con un recorte de libertades.
Es en esta sociedad en la cual surge la nueva Ley de Educación, que en realidad no es más que una continuación de la ya descaradamente neoliberal Ley Wert del Partido Popular. Pero nosotros no vamos a analizar aquí la ley en general, sino que nos vamos a parar en un punto que consideramos muy relevante y ejemplificador. La ley se aprueba sin cumplir el acuerdo alcanzado por unanimidad de todos los partidos para poner la materia de Ética en 4º de la ESO, y la sustituye por una denominada “Educación en Valores Éticos y Cívicos”. Y la pregunta es: ¿por qué?
Se trata de dos temas entrelazados aquí: primero, por qué no hay Ética en la ley; y segundo, por qué sí hay esa otra materia.
Empecemos por el primer tema: ¿por qué incumplir el pacto y no poner Ética? Lo primero es explicar que la materia de Ética no pretende decirles a los alumnos cómo deben pensar, no es un catecismo laico, sino enseñarles a reflexionar sobre la moral. Así la Ética buscaba crear un pensamiento crítico, y quitar Ética es, como consecuencia, buscar acabar con un tipo de educación que podríamos llamar “ilustrado”. Efectivamente, hay dos versiones de la educación. Una es la clásica, la ilustrada, la que busca la formación de ciudadanos con pensamiento crítico. Otra, que es la que se está imponiendo, dice que la educación es una preparación para la vida. Sin embargo, lo que llaman aquí “vida” quiere decir en realidad “mercado de trabajo y mercado de consumo”. Hay que ser buen trabajador y buen consumidor. Y todo el pensamiento crítico, que se escapa de ese mundo, sobra. En esta nueva educación para la sociedad precarizada y para la producción de trabajadores sobreexplotados y consumidores frenéticos, la reflexión filosófica es superflua. La idea es que las personas no reflexionen ni sitúen un pensamiento crítico que medie entre ellos y la realidad, sino que ésta sea asumida sin problemas para potenciar el consumo y la aceptación de las condiciones sociales de explotación.
En segundo lugar está la nueva materia de Educación en Valores Éticos y Cívicos. Se trata de la sustitución de una materia de reflexión por una especie de catecismo laico, como fue Educación para la Ciudadanía. No es más que la idea de la construcción de una pequeña rebeldía, cómoda y de luciemiento en redes sociales, pero que al carecer de reflexión y pensamiento crítico, al ser pura creencia, solo será la repetición incansable de las consignas dadas por el poder y la negación real de pensar por sí mismo. Es la vida dominada envuelta en el papel de celofán de las consignas pseudoprogresistas.
Así, la nueva ley no hace más que mantener aquello que ya hizo la Ley Wert del Partido Popular. Buscar la formación de un nuevo sujeto que se adapte perfectamente a las condiciones de precarización y explotación capitalista, incluso sintiéndose en su fuero interno cómo un rebelde. Construir un individuo que crea que realmente vive su propia vida cuando en realidad no es más que una hormiga perdida en mitad del inmenso hormiguero donde solamente servimos, usted y yo, todos, para cumplir los intereses de la reina, que es el capitalismo.
Enrique P. Mesa García, profesor de Filosofía en Secundaria