El festival de música independiente organizado por la Junta Municipal de Villaverde cumple dos decenas de ediciones ofreciendo lo más destacable de la escena indie
El Indyspensable, festival de música independiente organizado por la Junta Municipal de Villaverde, volvió por vigésima vez a mostrarnos lo más interesante de la escena indie actual. 20 ediciones ya, aunque es cita ineludible desde sus inicios por mérito propio: un cartel siempre variado y atractivo, totalmente gratuito, en horario de metro y organizado de forma que lo pueda disfrutar toda la familia.
Apuesta segura, por tanto, y así los pasados días 26 y 27 de septiembre, viernes y sábado, todos los que nos acercamos por el auditorio de El Espinillo tuvimos satisfacción garantizada, pasando un rato excelente, disfrutando de bandas que teníamos muchas ganas de ver y dejándonos sorprender gratamente por las que aún no habíamos escuchado demasiado. Lo dicho: un gustazo.
Primera jornada
La primera jornada ya prometía lo mejor, reuniendo en el cartel a cuatro bandas con distintas propuestas dentro de ese excitante cajón de sastre que es la música indie, que lograron reunir a un público nutrido y le dieron marcheta de la buena, cumpliendo sobradamente las expectativas. Hay que destacar asimismo que al principio estuvo presente la movilización en apoyo del pueblo palestino frente al genocidio que está sufriendo por parte del Estado de Israel, convocada por la Asamblea de Villaverde con Palestina, que encontró eco en la mayoría de los grupos que tocaron en las dos jornadas del festival.
Abrieron los Vicente Calderón, banda que podríamos encuadrar en esa nueva generación indie-punk-rock en la onda Carolina Durante, con claras reminiscencias al sonido de Los Nikis, letras ácidas cargadas de ironía y un fraseo del cantante que me recuerda no poco a Espasmódicos. Nos lo hicieron pasar bien y nos transmitieron su reivindicación de “la Costa Marrón”, las poblaciones obreras del sur de Madrid, que obviamente tuvo aplauso.
Siguieron Error 97, más punkarras, que dieron caña desde el principio y molaron muchísimo. En escena se movían lo suyo, recordando a unos Clash o, llevándolo a lo estatal actual, a unos Biznaga. Saben cuidar a sus fans, entre los y las que repartieron nada más terminar un centenar de tote bags. Supermajetes, serán grandes porque ya lo son.
A continuación, los Karavana, pop rock más blandito que los dos anteriores, les molan los Strokes y les dedican una canción muy chula en la que consiguen emular bastante su sonido, aunque en el resto los tiros van más por unos Modestia Aparte. Tienen un concepto muy profesional del show y dan a su público exactamente lo que quiere, lo que resulta en tremendas ovaciones.
Cerraron la noche las Cariño, que tras la reciente marcha de una de sus integrantes han quedado como dúo reforzado por un baterista y un teclista. Abarcan una paleta amplia dentro del pop desde los sonidos más actuales hasta el tontipop, el tecnopop o incluso el punk-pop estilo Aerolíneas Federales. El público se sabe todas sus canciones, lo que convierte el bolo en ceremonia y todo dios lo pasa teta cantando y bailando. Qué maravilla.
Segunda Jornada
La segunda jornada mantuvo el nivel de la primera, y pudimos disfrutar de otras cuatro propuestas muy interesantes, en este caso con un cartel casi más diverso que la noche anterior, que volvió a hacer las delicias del público asistente. Abrió escenario Cometa, grupo de propuesta personalísima cuya paleta va del pop barroco al rock progresivo, visitando incluso la cumbia y con una actitud sobre las tablas entre lo épico y lo festivo, muy Queen y un poquito ABBA. Jimmy, su cantante-teclista, es un tipo de enorme personalidad, que marca al resto de la banda. Gustaron un montón.
Siguieron Belako, excelente banda de post-punk de Munguía (Euskadi). Tremendos músicos y tremenda voz la de Cris, cuyo grito indomable estremeció al público asistente. Con una actitud escénica impecable, entre Patti Smith y Siouxsie, y perfectamente respaldada por sus compañeros, nos dieron un buen repaso en el que destacó la energía y también el compromiso, denunciando, además del genocidio en Palestina, los asesinatos machistas, y celebrando la lucha transfeminista. Gora.
A continuación llegó el turno de otra banda vasca, Tulsa, proyecto personalísimo de Miren Iza. De voz prodigiosa y muy bien acompañada por su grupo, otros tres músicos de primera, cautivó a un público que venía ya previamente enamorado de su música, que ella misma definía riendo en una entrevista del año pasado para Diario de Sevilla: “soy un poco mezcla de Mari Trini, Karen Dalton y PJ Harvey”. Más seria, reconocía: “Hago relatos cantados”, y por ahí va la cosa, con sentimiento y compromiso. Recitó con toda el alma al poeta palestino por excelencia, Mahmud Darwish. Maravilla.
Cerró la noche con mucho bailoteo y buen rollo Carlangas. El gallego, ex vocalista y guitarrista de Novedades Carminha y desde 2023 en solitario, terminó estupendamente la fiesta con el sonido más ecléctico de la velada, alternando pop, rock, funk, rumba, ritmos latinos, hip-hop y hasta sonidos electrónicos. Este tipo sabe mucho, chonis.
