JULIO HERNÁNDEZ GARCÍA.
La Guerra de las Comunidades fue el conflicto interno más grave al que tuvo que hacer frente Carlos I al inicio de su reinado en España. Las causas principales fueron la presencia de extranjeros en los altos cargos políticos y la aparente gran preocupación del rey por sus posesiones en Europa.
Se produce una sublevación de las principales ciudades castellanas, sustituyendo el poder municipal por comunas, integradas por artesanos, comerciantes y miembros de la nobleza. Reclaman al rey su regreso a España, puesto que estaba en Alemania, para conseguir el título imperial; la exclusión de extranjeros de los cargos políticos; un mayor protagonismo de las Cortes; la reducción de impuestos y gastos de la corte; limitación y control de la exportación de lana (principal fuente de riqueza de Castilla), que beneficiaba a la monarquía por los impuestos pero dejaba a la industria castellana sin materia prima.
No son escuchadas sus peticiones, radicalizándose el conflicto al incorporarse los campesinos, convirtiéndola en una revuelta antiseñorial contra los abusos de la nobleza, que se une al rey. Este hecho y las concesiones otorgadas por el Consejo Real, como el nombramiento de dos corregentes y oficiales castellanos, hizo que muchos nobles se pasasen a la fuerza real.
El 20 de mayo de 1520, Carlos I marcha a Alemania para ser nombrado emperador, dejando como regente al obispo Adriano de Utrecht. El día 30 comienza el levantamiento comunero en Segovia (Juan Bravo), Toledo (Juan de Padilla), Salamanca (Francisco Maldonado), Zamora, Toro, Guadalajara, Ávila, Burgos, etc. Madrid se unió a la revuelta a comienzos de junio de 1520. El corregidor de Madrid, Antonio de Astudillo, convocó al Ayuntamiento y prohibió el contacto con los sublevados. El pueblo de Madrid destituye al corregidor y se constituye en comunidad, formada por doce diputados, uno por cada parroquia de la ciudad, elegidos por la población, reuniéndose en la iglesia de El Salvador. Los gastos de los comuneros van a ser sufragados con el dinero de imposiciones fiscales.
Los líderes en Madrid fueron Pedro de Sotomayor, primer señor de La Zarzuela y alcalde de El Pardo; y Juan Zapata, capitán de la milicia local y antiguo regidor de la villa. El último perteneció al Consejo de Guerra Comunero, y estuvo presente en las reuniones con la reina Juana en Tordesillas, que no se puso al frente de la revuelta como querían los comuneros, y en Villalar, al mando de 240 hombres combatientes.
Las tropas reales marchan sobre Segovia. Juan Bravo preparó la defensa pidiendo ayuda a Madrid y Toledo. Desde Madrid, va en su ayuda Juan Zapata, con unos 500 madrileños, en julio de 1520. Madrid también ayudó a Toledo con hombres y dinero. Las tropas de Madrid estaban formadas por campesinos, artesanos, algunos hidalgos y miembros de la nobleza urbana.
Después de diversos enfrentamientos en algunas ciudades, con resultado desigual en uno y otro bando, el 23 de abril de 1521 tuvo lugar el encuentro definitivo de los dos ejércitos, siendo derrotados los comuneros y sus tres jefes principales. Padilla, Bravo y Maldonado fueron ejecutados al día siguiente (A.G.S. CMC, 1EP, 377, 3-8).
Las ciudades castellanas se fueron rindiendo. Madrid lo hizo el 7 de mayo de 1521, y el 15 de mayo se hace efectivo con la entrega del alcázar a las tropas del emperador. Toledo, al mando de María Pacheco, viuda de Juan de Padilla, resistió seis meses más, hasta el 25 de octubre de 1521. Posteriormente María Pacheco huyó a Portugal.
El 1 de noviembre de ese año, el rey promulgó un perdón general, concediendo la amnistía a los que habían participado en el levantamiento. Sin embargo, unas 293 personas fueron excluidas del perdón y condenadas a muerte. Entre ellas estaba Pedro de Sotomayor, que el 5 de diciembre de 1521 fue apresado en Tordesillas, el 15 de agosto de 1522 sentenciado a muerte, y el 13 de octubre murió decapitado en Medina del Campo. Por su parte, Juan Zapata fue condenado a muerte en enero de 1522, pero logró escapar sin que se volviera a saber de él.
Las consecuencias que tuvo la derrota comunera en Villalar fueron la frustración de los objetivos innovadores de la burguesía, la alianza entre la monarquía (poder político) y la alta nobleza (poder económico y social) y un conservadurismo social y económico más propio de la Edad Media que de la Moderna.
Teniendo en cuenta el carácter popular de la revuelta y la obligación de las aldeas de contribuir a las milicias de la villa, ello hace pensar en la participación de comuneros de Villaverde, a donde se mandaron para armarlos 100 picas, mientras que Carabanchel Bajo recibió 30, lo mismo que Carabanchel Alto y Vallecas (documentación del Archivo General de la Villa de Madrid, tomo IV, pg. 843. Las armas repartidas entre las 12 parroquias en que estaba dividida Madrid fueron 305 picas, 310 escopetas y 120 ballestas. En total 736 armas.
La familia Zapata tuvo propiedades en Villaverde, una tierra de secano, viñedos y una huerta (A.H.N., Nobleza. 1432, Leg. 72815).