Mi crispación lleva ya años en cola desde que la Ciudad de los Ángeles se ha vuelto un barrio sin ley y sin educación, con carencia de civismo.
Yo no tengo perro, pero a la vez tengo diez, porque cada vez que los sacan me despiertan. Diez perros ladrando sin parar desde las 7:00. En especial un señor con un yorkshire, que se dedica a estar desde las 8:00 hasta las 23:00 debajo de mi ventana. Yo tuve perro, y al primer ladrido le paraba, porque no tengo por qué molestar o despertar a la gente que está en su casa. Es mi perro, mi responsabilidad.
Vivo en la calle Alegría de la Huerta, mis ventanas dan al parque de la Ciudad de los Ángeles y llevamos como tres años aguantando gritos, peleas, música a todo trapo por la noche en verano… Y eso es maravilloso: hay que disfrutar, pero siempre con un mínimo de respeto.
¿Cómo os quedaríais si os dijera que me acuesto a las dos de la mañana (antes es imposible) y que a las siete ya están los grupitos con sus perros, que ladran sin parar? En invierno es diferente, puesto que hace más frío, la gente sale más tarde y apenas hay un alma en el parque por la noche, pero con este tiempo ya es infumable.
He denunciado como unas cuatro veces, y está en trámite. Hasta incluso he tenido a la Policía en casa para explicarles. Yo trabajo en hostelería, hay días que entro por la noche (tengo que descansar por la mañana) y otros que entro por la mañana (y tengo que descansar por la noche). No puedo dormir una media de cinco horas. Pues bien, me he quejado, he denunciado, y la Policía lo único que me dice es que no pueden hacer nada. Sé que hay una ley de contaminación acústica, que tengo derecho a quejarme y a que se ponga orden.
Y propondría algo un poco más divertido para los canes y al final para todos: un recinto donde ellos estén más tranquilos y molesten menos. O, si eso no saliera, mejor aún: ya que es tu perro, corrígele cuando ladre. Un poco de responsabilidad, por favor.
C.B.E.