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LAS CONSECUENCIAS DE LA DESMESURADA CAMPAÑA PUBLICITARIA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO

CAMBIO-CLIMATICO

Soy un ferviente amante de la naturaleza e intento respetarla al máximo, ya que considero que es mucho lo que nos da. Por eso me siento en la obligación de desenmascarar a todas aquellas personas que intentan aprovecharse de ella a costa de los demás. Actualmente se está llevando a cabo una desmesurada campaña sobre el cambio climático orientada desde diferentes sectores y publicitada en todas partes, y como todos sabemos, las campañas publicitarias son muy caras, y cuando se realiza una siempre se tiene como propósito amortizar los gastos invertidos e intentar sacar el mayor beneficio posible.

Eso es lo que están haciendo entre otros nuestros políticos, quienes alentados por los magnates del IPCC han lanzado un aluvión de mensajes catastrofistas y apocalípticos sobre el cambio climático, siendo éstos de tal enjundia que todo aquel que ose contradecirlos se verá abocado a la más cruenta de las persecuciones. Se ha creado una caza de brujas por la que, a día de hoy, ya hay científicos que no opinan por temor a que les quiten las subvenciones o a que les veten en sus diferentes trabajos a pesar de que sus estudios estén perfectamente fundamentados. Pero sí dicen que los factores que más influyen en el cambio climático son el vapor de agua, los océanos, los volcanes, la respiración de los animales, las bacterias o los animales muertos, y que el CO2 es solo una pequeña parte de los gases de efecto invernadero, o que los modelos matemáticos que proponen sobre el cambio climático no se cumplen puesto que se está calentando más la superficie que la troposfera, cuando debería ser al revés en base a lo que nos están postulando. Pues bien, cuando se atreven a decir algo así, son calificados poco menos que de herejes.

Hay que recordar que un modelo climático se puede variar cambiando tan solo un parámetro, de tal forma que dé una previsión más cálida o más fría, y estos modelos se pueden creer o no, el caso es que cada cual toma los que más se ajustan a sus intereses. No conviene olvidar que el clima ha aumentado o disminuido en mayor o menor medida a lo largo de la historia de la Tierra, incluso cuando no había seres humanos poblándola. Dicho todo esto, os voy a adelantar lo que nos va a costar esta campaña publicitaria: subida de precios en todos los vuelos, peajes en todas las autovías nacionales, continuará la subida de precios en los carburantes (no solo en el diésel), aumentarán las tasas de basuras, se intensificarán las multas y se implantarán infinidad de ecotasas, además de por supuesto aumentar el precio de las facturas de la luz, que aunque dicen que es una energía limpia, con el beneplácito de los de arriba siempre se las apaña para destrozarnos el bolsillo y a la vez gozar de buena prensa a base de pagar anuncios en los medios de comunicación. Y para rematar la faena, no bajaran los precios de los transportes públicos.

Todas estas medidas nos serán muy dañinas y como siempre los que más las padecerán serán los más necesitados, puesto que por poner solo un par de ejemplos muy crueles diremos que el gasoil de las calefacciones aumentará, de modo que habrá personas que no puedan pagarlo y pasen frío y calamidades; los agricultores, cuyos productos están en mínimos históricos, tendrán que afrontar todavía más gastos, porque recordemos que la amplia mayoría de los vehículos agrícolas son diésel que compraron en su momento porque les dijo un Gobierno anterior a éste pero igual de mezquino que eran los que menos contaminaban, y ahora les criminalizan por labrar la tierra y trabajar sus campos con la única intención de dar de comer a sus familias, muchas de las cuales empezarán a pasar hambre con la que les viene encima.

Sin embargo, nuestros ecológicos políticos seguirán viajando en aviones, algunos de ellos con catering anual de 40.000 euros. Pero no solo ellos viven a lo grande: la mayoría de los que han venido desde el extranjero a Madrid a dar charlas sobre el cambio climático lo han hecho en los aviones que tanto critican o en coches nocivos de alta gama. Además han cobrado dietas, pernoctas y un largo etcétera que en ocasiones será costeado con las medidas que os he descrito anteriormente o con otras parecidas. Por último, me gustaría añadir que el IPCC surgió en 1988 y que fueron los inventores de este ingente negocio. Desde entonces, es decir, desde hace más de 30 años, las asignaciones al cambio climático no han parado de crecer, las subvenciones se han multiplicado por el infinito, ¿y qué hemos conseguido? ¿Han mejorado el clima tal vez? ¿Han mejorado la vida de las personas de nuestro planeta? La nuestra no, las suyas sí.

AUTOR: DAVID MATEO CANO

MUJERES (ÁRABES) QUE ESTÁN CAMBIANDO EL MUNDO

Mujeres-Arabes

Hace casi diez años escribí un artículo en mi blog que se titulaba Mujeres que están cambiando el mundo. Inspirada en el libro que una profesora nos recomendó leer en el instituto —El don de arder, de Ima Sanchís—, me dediqué a recopilar el nombre y la historia de diez mujeres que yo consideraba estaban reescribiendo con tinta indeleble el esbozo que el destino había preparado para ellas.

Al hacerlo, no solo transformaban sus trayectorias vitales, sino que influían en el devenir del mundo. Con una nueva década a la vuelta de la esquina, quiero hablaros de tres mujeres del mundo árabe —entre muchas otras— que me han inspirado profundamente a lo largo del año.

Alaa-SalahEmpiezo con Alaa Salah, que en el momento de escribir estas líneas está de visita por Madrid contándonos de primera mano cómo ha vivido la revolución en su país, Sudán. Espero que recordéis una foto que se hizo viral de una mujer vestida con una túnica blanca, de pie sobre el techo de un coche, cantando a una multitud que la graba con sus móviles. Esta activista sudanesa de 22 años se ha convertido en el icono de las protestas contra el régimen de Omar Hasán Ahmad al Bashir exigiendo una transición democrática. Días después de la difusión de las fotos y vídeos de la apodada nueva “Reina nubia”, el Ejército desalojaba del poder al dictador. Pero las reivindicaciones continuaron porque nadie se fiaba de la junta militar que se había hecho con el poder. La represión se recrudeció para amedrentar a una población que ya no pensaba parar hasta conseguir sus demandas. Finalmente, militares y civiles pusieron en marcha un proceso de transición que durará meses pero que Salah ve con esperanza. “Estamos empezando a ver signos positivos. Las mujeres nos sentimos mucho más libres que a principios del año”, sentenciaba en una entrevista el pasado mes de diciembre.

Noura-GhaziTampoco puedo separar mi pensamiento de la abogada siria especializada en derechos humanos Noura Ghazi. Su marido, el desarrollador de software de código abierto Bassel Khartabil, fue uno de los principales activistas en favor de la libertad de expresión y la democracia en Siria. Tras ser arrestado por el régimen en 2012 y ejecutado en 2015, Ghazi fundó con otras mujeres la organización Familias por la Libertad, que pretende defender a los presos y presas de las cárceles sirias y ayudarlos a conseguir su excarcelación. Su trabajo en numerosos foros mundiales está permitiendo que se ponga el foco en las condiciones infrahumanas que viven las personas encarceladas durante la represión y que su liberación sea una condición indispensable para una futura transición democrática en el país.

Para terminar, nos trasladamos al país ultraconservador de Arabia Saudí. Allí, la activista Loujain Alhathoul encabezó las protestas en contra de la prohibición de las mujeres a conducir automóviles que regía en el reino wahabita.  Después de varios arrestos y liberaciones, volvió a ser encarcelada junto a otras activistas y a día de hoy sigue en cautiverio. Sus hermanos han denunciado en Twitter que está sufriendo vejaciones y torturas.

Sorprende que, después de que en junio del 2018 terminara la prohibición de conducir, Loujain y sus compañeras permanezcan privadas de su libertad y a la espera de que se anuncien los cargos. ¿Miedo a que se vuelvan otro icono? Demasiado tarde. Ya lo son. Porque lo que han escrito Salah, Ghazi y Loujain no se puede borrar.

LAILA MUHARRAM

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CAMBIAR EL MUNDO

Coordinadora-ONGD

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. Esta frase, atribuida a Eduardo Galeano, nos da a entender el verdadero poder que tenemos la gente corriente, la gente que cada día vamos al trabajo (fuera o dentro de casa), o a la compra, o que limpiamos la casa, o que nos tomamos unas cañas o un café. Parece que siempre tenemos que obedecer alguna ley o alguna norma, o incluso la moda o a algún influencer o experto. Tampoco podemos poner sobre nuestros hombros toda la responsabilidad de lo que pasa en el mundo, sin embargo yo creo que tenemos bastante poder: por ejemplo, podemos ver un programa u otro de televisión, o incluso apagar la televisión (¡qué bien se vive sin televisión!).

¿Te has parado a pensar alguna vez en el poder transformador que tenemos a través del consumo? Por ejemplo, ¿te has preguntado alguna vez de dónde sale lo que comes? ¿Quién lo habrá cultivado? ¿Qué precio le habrán pagado? ¿Se habrán utilizado técnicas respetuosas con el medio ambiente? ¿Habrán maltratado a los animales?

En realidad podemos escoger muchas cosas, y no me refiero solo al color del cepillo de dientes. Podemos comprar en un súper o en una tienda pequeña. Podemos escoger un producto de China o un producto de Valencia o de Madrid. Podemos escoger comer carne todos los días o comerla dos días a la semana, carne de buena calidad que no esté llena de hormonas ni de medicamentos, carne ecológica de animales que han sido bien tratados. Comprar en mas cantidad y barato no es sinónimo de calidad.

Cuántas veces derrochamos en cosas que no son vitales (como en televisores o en móviles) y ahorramos como fieras en cosas importantes, como es la comida que nos alimenta, nos da la energía, la salud, el bienestar… El nuestro y el del planeta.

Se ha celebrado en Madrid la COP25 para discutir y llegar a acuerdos a nivel gubernamental sobre emisiones, contaminación, sobre el cambio climático. Supongo que casi todos habrán viajado en avión para asistir allí. Aviones pagados con los impuestos de todos los que sufrimos los efectos de la contaminación. Y se ha celebrado, al mismo tiempo, una contraconferencia en la Universidad Complutense y una gran manifestación por el clima, en la que estuvo Greta Thunberg, que atravesó dos veces el Atlántico (al principio la COP25 se iba a celebrar en Chile) en veleros. Y en esa manifestación es donde estuvimos la gente corriente.

Aunque no lo parezca, siempre podemos escoger.

Elva Franco

EL GRAVE PROBLEMA DEL ALCOHOLISMO: UN TESTIMONIO

alcoholicos-anonimos

Mi nombre es Ángel, soy vecino de Villaverde, enfermo alcohólico, y pertenezco al Grupo Villaverde de Alcohólicos Anónimos. En primer lugar, quiero agradecer al periódico del Distrito que haya dado visibilidad a la solución que ofrece Alcohólicos Anónimos al grave problema del alcoholismo.

Quizá pueda sorprender que me reconozca como alcohólico… Otras personas se pueden presentar diciendo su condición física, social, sexual, laboral, etc. Soy alcohólico porque, haciendo lo que muchas personas hacen socialmente, beber alcohol, he desarrollado esta adicción, esta enfermedad. Nadie somos culpables de tener ninguna enfermedad, pero sí somos responsables de hacer lo que esté en nuestras manos una vez que sabemos que la padecemos.

¿Quién no conoce a alguien que tenga este problema? En el hogar de alguien que haya desarrollado esta adicción se vive un auténtico infierno, aunque toda la familia intente dar una imagen de normalidad. Los alcohólicos solemos negar nuestra condición, nos avergüenza y avergonzamos a la familia.

Quiero dejar constancia de que lo que aquí expreso es mi experiencia, mi experiencia hasta convertirme en un adicto al alcohol. Siendo muy joven entré en contacto con el alcohol, y durante muchos años fui un bebedor social. Alguna vez me pasaba en el consumo, pero creía que era lo normal, pensaba que a todo el mundo le pasaba.

Con el consumo, mi vida iba a peor: poco tiempo en casa, problemas en el trabajo, problemas económicos, no cuidar mi salud, abandono, etc. Mi vida empezó a girar en torno al alcohol, pensaba que si no bebía no merecía la pena vivir. Si me invitaban a algún acto social iba, porque allí estaba justificado el beber. Con el paso de los años cada vez iba a peor: mi familia no sabía qué hacer conmigo, me querían ayudar y no me dejaba. Intenté dejar de beber a base de fuerza de voluntad, y no pude. Había perdido todo el control respecto al alcohol, pretendía beber dos o tres cervezas y terminaba borracho. Una vez que dejé de beber, me dijo uno de mis hijos: “papá no sabes lo difícil que era quererte y odiarte a la vez”. Quererme como padre y odiarme como padre alcohólico. No quería reconocer que era alcohólico, creía que los alcohólicos eran otros que por causa de su alcoholismo estaban en peor situación que yo.

Fui muy afortunado: mi familia no me abandonó, estuvo a mi lado cuando lo normal es que hubieran huido de mí. Llamaron al teléfono de Alcohólicos Anónimos y se informaron de dónde podía ir. Llegué a un grupo sin fe; pensando, como había intentado dejar de beber y no había podido, que no se podía, que la única solución que tenía era morirme.

Fui recibido con mucho amor, cariño y comprensión. Ellos me entendían, habían pasado por el mismo infierno que yo. Me dijeron que era una enfermedad y me hablaron de a dónde les había llevado a ellos. Me identifiqué en el dolor que les había causado el alcohol. Me transmitieron esperanza: decían que eran alcohólicos y se reían.

Mi familia pidió ayuda por mí, y me dejé ayudar. Admití que era impotente ante el alcohol, sabía cuándo empezaba a consumir pero no cuándo terminaba ni cómo. Me dijeron que me lo hiciera fácil, que me levantase con el propósito de no beber por ese día, por 24 horas, que el borracho más borracho podía estar un día sin beber. Que acudiese a cuantas reuniones pudiese, que me estaba jugando la vida. Me ofrecieron la posibilidad de hacer el programa de los Doce Pasos, y me prometían una vida útil y feliz. Que si hacía ese programa y lo aplicaba a mi vida, tendría un despertar espiritual.

Al escuchar esta palabra, me sonó a religión. Tuve la oportunidad de oír a un terapeuta la definición de espiritualidad: este hombre decía que la espiritualidad era la calidad de la relación que tenemos con nosotros y con nuestro entorno. Evidentemente, si me quiero puedo querer; si estoy bien conmigo lo estoy también con los demás. Si soy feliz no voy a buscar la felicidad en el alcohol.

Me dejé ayudar, hice caso a lo que me decían y hoy tengo una vida diferente, en la que el alcohol no tiene cabida. Hoy soy feliz, y como soy feliz estoy más alejado del alcohol.

Vine sin esperanza, pero hoy no solo no bebo: hoy estoy aprendiendo a enfrentarme a la vida de una forma diferente. La vida, los demás, las circunstancias, no han cambiado; quien ha cambiado he sido yo: ahora no me hace daño cualquiera, soy yo el que más daño me puedo hacer.

Por último, decir que si alguien ve que su forma de beber es diferente a la de los demás, que no bebe por placer sino por necesidad, que cuando bebe no se siente feliz sino culpable, es probable que tenga un problema.

Lo primero que puede hacer cualquier persona que sufra a causa del alcohol es pedir ayuda, primero a los que le quieren, y después a su médico. Como es una enfermedad, primero lo tienen que tratar los profesionales. En el Hospital Doce de Octubre hay un gran equipo dedicado a las adicciones.

Alcohólicos Anónimos me ha ayudado a mantenerme sin beber, me está enseñando a vivir, valoro lo mucho que tengo: sobriedad, una familia que me quiere, una comunidad y compañeros que me ayudan, una “mala salud de hierro”, etc. Sobre todo me he liberado de la esclavitud del alcohol: soy libre de beber o no. Al ser y reconocerme alcohólico, no se me va a ocurrir beber.

Si alguien tiene problemas con el alcohol o nos quiere conocer, nos reunimos en un espacio de la Iglesia Santa Bibiana (calle Romeral, número 2). Somos gente normal, de toda clase y profesiones; el alcoholismo es una enfermedad muy democrática: afecta a listos, tontos, ricos, pobres, etc. Somos gente con muchas ganas de vivir y cuyo primer objetivo es mantenernos sobrios para poder ayudar a otros que están en la misma situación que nosotros estábamos, sufriendo por el alcohol. Nos reunimos los lunes de 11:00 a 12:30 y de 19:30 a 21:30, y los martes y viernes de 19:30 a 21:30. Los viernes son reuniones de acceso libre, a las que puede asistir cualquier persona que quiera conocer cómo nos recuperamos; somos anónimos, no secretos. Somos un recurso gratuito al problema del alcoholismo en Villaverde.

Muchas gracias, y feliz año 2020.

Ángel (Grupo Villaverde Alcohólicos Anónimos)

http://www.alcoholicos-anonimos.org/v_portal/apartados/apartado.asp

DIBUJOS INFANTILES EN RADIOLOGÍA PEDIÁTRICA

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PRENSA CAM

El Hospital 12 de Octubre ha renovado su zona de espera de radiología infantil, que ha sido decorada con dibujos inspirados en los juegos infantiles tradicionales y que se ha llevado a cabo gracias a la colaboración de la Fundación Pequeño Deseo y voluntarios de la compañía Lilly. El proyecto ha sido liderado por Pilar Cavestany, Piedad Palacio y Paloma Moreno.

https://www.fpdeseo.org/es

https://www.lilly.es/es/index.aspx

‘QUEREMOS QUE LAS PERSONAS APRENDAN A SENTIR LA MÚSICA COMO UNA HERRAMIENTA QUE PUEDE AYUDARLES EN SU VIDA’

Arquitectos-de-Sonidos-ESCUELA

Begoña González de Garay lleva años impartiendo clases de musicoterapia a niños y personas adultas. Ahora lo hace desde Arquitectos de Sonidos, centro pionero en Madrid de educación musical inclusiva

ANNABELLA MARTÍNEZ

A Begoña González de Garay se le nota la pasión por la música desde que comienza a hablar de Arquitectos de Sonidos. Lo hace despacio, con musicalidad, y se emociona cuando habla de inclusión, algo que conoce bien. “Yo estoy aquí por mi hijo Dani”, explica.

Begoña cursó la carrera de música hace más de 15 años. Lo suyo fue pasión desde pequeña, y tocaba varios instrumentos (guitarra, piano), pero la vida le llevó por caminos profesionales bien diferentes. Hace 11 años todo cambió. Tuvo a su hijo Dani, y todo iba bien hasta que, a los diez meses, el niño sufrió un ictus y pasó por un postoperatorio complicado que lo tuvo tres meses en la UCI. “Tuve que reestructurar mi vida por completo —cuenta—. Yo entonces trabajaba en el aeropuerto, a turnos, imagina. Dejé el trabajo y me dediqué por completo a él, que tuvo que pasar por una rehabilitación durísima”. Begoña compaginó estos cuidados, que implicaban asistir a terapias a diario, con el estudio de un máster en Neuropsicología, otro en Autismo y estudios diversos sobre diversidad funcional o inclusividad, entre otras materias.

Arquitectos-de-Sonidos“Después de toda aquella formación específica y de mis conocimientos, decidí que quería orientarme a la docencia”, explica Begoña. “Hace siete años, la Asociación Vecinal Independiente de Butarque (AVIB) me dio la oportunidad de ofrecer clases de musicoterapia en su local. Era una cosa muy modesta, un espacio pequeñito pero acogedor en el que crecí mucho y descubrí que me quería dedicar profesionalmente a esto”.

A partir de ahí, Begoña comenzó a trabajar con niños, adolescentes y adultos, dando clases de atención temprana y musicoterapia en colegios y centros para personas con discapacidad psíquica y motora, no solo en Villaverde, sino en Vallecas, Carabanchel, Moratalaz o localidades como Paracuellos del Jarama, Coslada, o Torrejón, al tiempo que veía cómo el alumnado de la asociación vecinal crecía. “Fue una época muy intensa, yo iba todo el día con mi coche cargado de instrumentos arriba y abajo. Era muy gratificante pero a veces también muy duro, por algunas situaciones que vivía y que tan bien entendía”.

‘He vivido cosas emocionantes,
como un niño autista que dijo aquí sus primeras palabras o una
persona invidente que cumplió
su sueño de tocar el piano’

Asegura que ha sentido muchas veces la discriminación: “estoy segura de que a veces más por ignorancia o miedo que por otra cosa”, matiza. “Mi hijo tiene una gran hemiplejia en una parte del cuerpo, y cuando lo quise apuntar a natación no lo quisieron coger, pero porque a la monitora le daba miedo por si le pasaba algo”. Estas actitudes también las ha vivido como docente. “Si un niño tiene un solo brazo y quiere tocar la guitarra, no le puedes decir que él no puede tocar la guitarra, tendrás que adaptar el instrumento para que lo pueda tocar, pero… ¿por qué no va a poder? O una persona invidente, en este caso adulta, que me dijo que su frustración era no haber podido nunca aprender a tocar el piano. Por eso siempre he tenido muy claro que la palabra inclusión estaría presente en todo lo que hiciera”.

Educación musical inclusiva

Arquitectos-de-Sonidos1Y así fue. Hace menos de un año en Butarque le salió una oportunidad “de ésas que no se pueden dejar pasar”. “Había crecido y tenía mucho alumnado como para poder seguir impartiendo las clases en la asociación vecinal, necesitaba más espacio, más horas, y vi un pequeño bajo que reunía los requisitos de lo que yo necesitaba”. Así nació Arquitectos de Sonidos en mayo de este año, una aventura que cuenta ya con 225 personas usuarias.

Este espacio multidisciplinar, formado por musicólogos, musicoterapeutas profesionales, psicólogos o terapeutas ocupacionales, se ha convertido en un centro pionero en la ciudad de Madrid, en el que se ofrece por una parte formación musical inclusiva y por otro lado musicoterapia, todo ello de forma individualizada o grupal. “Las personas que trabajamos aquí tenemos muy claro que nuestro objetivo es enseñar a que los niños y niñas aprendan a disfrutar y sentir la música, que el instrumento que elijan sea una herramienta que les ayude en su vida, para socializar, para expresarse mejor, para tratar problemas de nerviosismo o inquietud, para trabajar la soledad o la tristeza…”.

“No de ser el mejor, no se trata de tener una técnica perfecta o que lo que toquen suene espectacular —insiste—, porque para eso ya está la educación musical convencional. Eso no quiere decir en absoluto que no tratemos los clásicos, por supuesto, pero no educamos para ser Mozart o Paco de Lucía: para eso ya están los conservatorios”.

Begoña no pierde la sonrisa ni por un minuto, ni siquiera cuando habla de situaciones duras que ve en el centro, pero se emociona al hablar de pequeños logros. “Que un niño que no tenía lenguaje verbal dijera aquí sus primeras palabras, o ver a una persona invidente tocar el piano cuando pensaba que nunca lo podría hacer, es algo maravilloso, que hace sentir que todo lo que haces vale la pena”. Por eso ella lo tiene tan claro cuando asegura que espera poder poner su granito de arena en la diversidad funcional muchos años “y seguir apostando por una educación musical inclusiva, donde todo el mundo tenga cabida, porque se trata de sentir y disfrutar la música, y sacar lo mejor de ella para aplicarlo en nuestras vidas”.

https://arquitectosdesonidos.com/

Arquitectos-de-Sonidos2CONTÁCTANOS

Actualmente estamos impartiendo clases y talleres en diferentes Colegios y Centros de Madrid, teniendo como base nuestra sede en C/Estefanita 46 (28021).
Si quieres recibir información sobre horarios, zonas y precios, no dudes en contactarnos.

Puedes hacerlo de todas estas formas:
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ÉXITO DE LA IX SAN SILVESTRE DE VILLAVERDE ALTO

SAN-SILVESTRE-DE-VILLAVERDE-ALTO
A.V. LA INCOLORA

El 29 de diciembre tuvo lugar la IX San Silvestre de Villaverde Alto en el Parque de Plata y Castañar, en memoria de nuestro querido compañero José Manuel Torres Vales. Un año más ha sido un éxito de participación: más de 350 dorsales, y muchas personas que han corrido sin él. Muchas gracias a todos y todas por habernos acompañado, lo hacemos con dos objetivos: promocionar el deporte en el barrio y reivindicar una pista de atletismo homologada en Villaverde. Las carreras populares son grandes gracias a vosotros.

http://www.incolora.org/

 

LOS EQUIPOS DE ACTUACIÓN DISTRITAL DE USERA Y VILLAVERDE, EN EL AIRE

Equipos-de-Actuacion-Distrital-de-Usera-y-Villaverde
FUNDACIÓN INICIATIVAS SUR

iniciativassur1La Fundación Iniciativas Sur ha venido gestionando, en los dos últimos años y medio (desde mediados de 2017 hasta finales de 2019), los Equipos de Actuación Distrital de Usera y Villaverde. Estos equipos han centrado su tarea, sobre todo, en mejorar el entorno más degradado de los barrios. Por ejemplo, han trabajado en la rehabilitación de algunas de las zonas interbloques en las que no intervienen el resto de servicios municipales. Se han limpiado solares y pintadas, arreglado bordillos y pavimentos, rellenado socavones en zonas terrizas, etcétera.

Pero como no basta con la simple intervención si la vecindad no colabora en mantener los espacios limpios y libres de vandalismo, los Equipos de Actuación Distrital han realizado también diversas campañas de sensibilización con las vecinas y vecinos. Para ello se ha trabajado, codo con codo, junto a las entidades de barrio más representativas: asociaciones vecinales, colegios, guarderías, centros de la tercera edad, etc. Entre estas campañas han estado la de Gestión de residuos urbanos, la de Recogida de desechos caninos, la de Conoce tu jardín, la de Dinamización de huertos comunitarios urbanos, o incluso la campaña de No acepto publicidad de prostitución, entre otras.

Han centrado su tarea en el entorno más degradado de los barrios

Y por si fuera poco, los Equipos de Actuación Distrital de Usera y Villaverde han dado empleo a más de 50 vecinas y vecinos de los barrios con espacial dificultad a la hora de encontrar trabajo.

Tan estupendo proyecto fue una idea de la anterior corporación municipal encabezada por Manuela Carmena. Actualmente, los profesionales que han integrado los Equipos de Actuación Distrital vuelven a estar desempleados, y a la espera de la nueva interpretación que, en el recién iniciado 2020, les quiera dar el Gobierno del alcalde José Luis Martínez-Almeida.

https://iniciativassur.com/

VILLAVERDE PREMIA LA INNOVACIÓN Y LA IGUALDAD EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA

Cyniscas-de-Villaverde

La I Gala Villaverde Distrito Deportivo

Los galardones ‘Cyniscas de Villaverde’ reconocen el esfuerzo diario de deportistas y profesionales del sector por hacer de éste un distrito deportivo y saludable

PRENSA AYTO.

El distrito de Villaverde ha celebrado el 21 de diciembre la I Gala Villaverde Distrito Deportivo, que ha reconocido a deportistas, profesionales y entidades de Villaverde que promueven la innovación y la igualdad como valores de la práctica deportiva.

La ceremonia, que ha tenido lugar en La Nave, ha contado con la presencia de la concejala delegada de Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Sofía Miranda, y la concejala del distrito de Villaverde, Concha Chapa. “El objetivo de este Gobierno es dar visibilidad e incentivar la práctica deportiva como una medida de salud y socialización entre los vecinos del Distrito”, ha asegurado Miranda.

Durante la gala se ha hecho entrega de los premios “Cyniscas de Villaverde” (nombre que hace referencia a Cynisca, princesa espartana que fue la primera mujer en ganar unos Juegos Olímpicos en la antigüedad) a deportistas y profesionales del mundo del deporte “que con su trabajo y esfuerzo diario contribuyen a poner en valor la necesidad de instaurar una cultura deportiva que haga de Villaverde un distrito deportivo y saludable”, ha destacado Concha Chapa.

La ceremonia tuvo lugar
en la Nave el 21 de diciembre

En total se han entregado 16 galardones en las siguientes categorías: Promoción deportiva escolar; Promoción deportiva; Técnica deportiva; Técnico deportivo; Coordinación técnica; Dirección deportiva; Presidencia deportiva; Preparadora física; Servicio de atención técnica personalizada deportiva; Integración servicio de ATP deportiva y medicina deportiva; Directora de instalación; Árbitra, mesa cronometradora, entrenadora y jugadora; Deportista Nacional; Deportista internacional; Entidad promotora de deporte inclusivo y Programa deporte inclusivo.

Escuela Deportiva de Valores

La Junta Municipal, en colaboración con el Madrid Club de Fútbol Femenino y los centros educativos de titularidad pública del Distrito, ha puesto en marcha la Escuela Deportiva de Valores, un proyecto dirigido a niñas de entre 9 y 12 años que fomenta la actividad física en la etapa escolar. En sus primeras semanas de funcionamiento, este programa de promoción del deporte femenino cuenta con 263 integrantes. Todas ellas recibieron el sábado 21 una medalla de reconocimiento por el esfuerzo y los valores aprendidos en sus entrenamientos y durante el torneo de Fútbol 7 disputado en la tarde anterior, en el que se enfrentaron todos los equipos y escuelas que forman parte del proyecto.

Además, Villaverde es uno de los cuatro distritos, junto a Barajas, Puente de Vallecas y Tetuán, que forma parte de ¡Chicas, el deporte nos hace poderosas!, un programa del área delegada de Deporte del Ayuntamiento de Madrid cuya finalidad es fomentar el deporte base en niñas y mujeres de entre 12 y 24 años.

CALEIDOSCOPIO 

Encontrarse es renacer, abrazarse y contar…  Despedirse es recordar. 
A Irene Calvo y Gabriel Moreno por su generosa amistad

Las chicas del almacén dicen que soy un poco “novelero”, yo pienso que a veces me dejo llevar por mi imaginación. 

Aparto la sábana dejando desparramada en ella la noche. Abro la ventana y manoseo la reja blanca llena de polvillo contaminante. Aún se ven trocitos de cielo, tersos como la piel de un caballo negro, y dos o tres estrellas. Un cogollo de nubes blancas escolta a una luna hinchada todavía brillante, está tan atractiva y yo me siento tan solo que me dan ganas de tender la mano para acariciarla. Alguien trastea en la cocina de la casa vecina, puedo oírlo desde la salita mientras preparo mi cuaderno de notas, mis lápices, la cartera y la gorra. El desayuno, café frío, zumo de naranja y dos rebanadas de pan seco, me cae como una bendición. 

El autobús para a la vuelta de la esquina, pero, como llega ya medio lleno y no puedo elegir asiento, me he acostumbrado a andar hasta la primera parada. Su cara morena asoma con puntualidad espartana por una de las callejas de San Nicolás, atraviesa el antiguo puesto de melones y se coloca junto a mí con un estremecimiento para esperar el autobús. Siempre ocupa el mismo sitio, asiento de pasillo. Yo me siento a su lado con toda naturalidad, como si estuviera esperándome, y hacemos el recorrido juntos. Está graciosa con su bolsa de deportes como las que suelen usar las limpiadoras. Tal vez no sea de Marruecos, no, parece argelina o afgana, sí, decididamente creo que es afgana. Por su manera huidiza de moverse, pienso que vino de su país indocumentada. No debe de tener más de 25 años, sin embargo, yo la observo por el rabillo del ojo simulando que miro descuidadamente por la ventanilla y veo fluir en sus ojos abisales rescoldos de un sufrimiento pasado que hacen que parezca mayor. 

Debería hablarle, decirle aunque sea un ¡hola!, llevamos sentándonos juntos mucho tiempo. Figuraos, yo con una limpiadora indocumentada afgana. ¡Si no sé ni su nombre!, Zoraida, Zulema, Rachita… Podría invitarla a salir, a tomar un café… No, primero le preguntaré a qué hora acaba y luego ya veremos. Mis compañeras dicen que estas son fáciles, porque están muy solas. A mí me gusta, tiene un aire honesto de misterio y ese pulcro silencio que mantiene en los viajes… Las otras limpiadoras que montan en el autobús se conocen bien entre ellas y hablan a gritos, gesticulando mucho, de lo malos que son los encargados, de que siempre hacen ellas más de lo que les corresponde, de que las otras limpian mal… Rachita no habla, va siempre mirando por la ventana como si intentara desentrañar la noche, reconocer el sitio de donde vino entre la maraña de edificios oscuros que vamos dejando atrás rápidamente. 

Ya estamos atravesando el puente de Legazpi, a esta hora no hay patos, las aguas tranquilas destellan surcos brillantes, las ráfagas de luz de los coches que surcan la M-30, se estrellan contra el río. Yo me levanto primero y ella salta como un resorte detrás de mí. Caminamos en paralelo hacia la plaza sin hablar, y sin hablar y sin mirarnos ella desciende por las escaleras del metro y yo imagino que nos decimos adiós. Mientras espero el otro autobús, pienso en lo atractiva que estaba con su ropa blanca. Otro día que se me ha escapado, pero de mañana no pasa que le diga algo. Quiero saber más de ella y de esa ínfima porción de país que veo por sus ojos. Rachita… 

Legazpi es un clamor a las 6 de la mañana. Autobuses de todos los colores vomitan gente que va y viene sin parar como si de una noria humana se tratara. Faltan unos pocos minutos para la llegada del 8, que me llevará hasta la fábrica. No me gusta esperar en la parada, está muy descubierta, casi en el centro de la plaza, y me produce agorafobia. Yo prefiero el rinconcito del portal que da a la boca de metro cuando no está ocupado por la cama imposible, improvisada con cajas de cartón, de algún mendigo. 

Hoy me ha sucedido algo singular, uno de esos momentos mágicos que te pasan alguna vez en la vida. Sólo son diez segundos, pero ya no podré vivir sin ellos. 

Conocía Polonia por las películas de Andrezj Wajda. Muchas tardes al salir de la fábrica, me compraba un bocadillo y me iba para la “Filmo”, a ver cine del Este, ciclos en versión original subtitulada y a pelo. Sentía una gran simpatía por el cine polaco. Sus actores y actrices tienen un aire germanófilo, el rostro noble y los ojos limpios. 

La polaca ha surgido desde la oscuridad del Paseo de las Acacias, ha atravesado la gasolinera y ha cruzado por el semáforo para ir rodeando la plaza hasta llegar a la parada del 45, también a oscuras. Yo me he dirigido al rinconcillo del portal con el periódico recién comprado y, repentinamente, ha aparecido ella con todo el cine polaco esculpido en la cara. Alta, tez blanquísima mal disimulada por la noche y por las luces de la plaza, ojos verdes, pelo rubio corto, revuelto, cuerpo algo desordenado, debido quizás a su elevada estatura. Llevaba una cartera de colegio en la mano. En ese brevísimo intervalo hemos cruzado nuestras miradas sin que ella interrumpiera su camino. La he seguido con los ojos hasta su parada tratando de hacer transparente su figura entre la fina película negra de la noche que nos separaba. 

Se ha infiltrado tanto en mi retina, que Rachita ha pasado a ocupar un segundo plano. 

 

Desde mi encuentro con la polaca, trato de llegar antes a la plaza y situarme mejor en el portal, ver desde dónde viene para alargar la duración de la instantánea. Las mañanas se calcan, los ojos de Lucyzna penetran limpiamente en los míos y luego, según se va alejando, repasan el infinito. Estoy tentado de decirle algo, no sé, cualquier tontería. Pero me digo “no seas memo, ¿qué vas a decirle tú?, meterás el cuezo como haces siempre, tú no sabes hablar a las mujeres, ¡anda!, confórmate con mirarla”. Cuando monto en el segundo autobús, me reconforta pensar en esa ilusión fantasmal de carne y hueso. ¡Cómo deseo que llegue otro amanecer para vivir ese relámpago visual! Ya la amo sin conocerla y a cada momento me digo que al día siguiente le diré unas palabras. 

Al levantarme escudriño mi cara en el espejo, tratando de encontrar alguna turbulencia dentro de mi alma para entender. ¿Es que no me quiere? Tal vez mis ojos le delatan la preocupación que me atenaza. He tenido una idea, que me evitará tener que exponer mi voz, al tartamudeo del azoramiento, le escribiré una nota, algo que pueda ponerle en la mano, así no se sentirá violenta y tendrá más tiempo para pensarlo y darme una respuesta. Me siento mucho mejor y crece un moderado alborozo en mi interior que hace incluso que me parezca más ameno el trabajo en la fábrica. 

Pensando en ella el cuerpo me arde y en mi cabeza se dibujan las frases con tanta claridad que me parece del todo imposible que me rechace, pero trasladarlas al papel no resulta tan sencillo, lo que escribo me parece hortera y cursi. Lo intento una vez y otra, pero no consigo atinar con el texto, no sé cómo ni dónde colocar las palabras, que se agolpan sin remedio y mueren sin posibilidad de ser plasmadas en el papel. Me siento torpe para encontrar unas frases que estén a la altura del pedestal en que yo tengo a Lucyzna junto a las ”pelis” de Wajda, nada de lo que escribo me satisface, es como si su sola presencia en mi pensamiento oscureciera todo lo demás dejándome incapaz de garabatear nada y ya ni siquiera las ideas acuden a mí. Por fin, antes de salir para la fábrica, la llamita de un candil se enciende en mi cerebro. Rápidamente me pongo a escribir con lo primero que encuentro a mano. Básicamente, le cuento en unas pocas líneas lo mucho que me gusta el cine polaco y le menciono una de mis películas favoritas, “El manuscrito encontrado en Zaragoza”. Por último le pregunto si su nombre es Lucyzna (no sé por qué razón lo tengo metido en la cabeza). Al releer la misiva observo que no le pregunto si podríamos vernos, tomar un café, charlar, jugar a los chinos polacos, tomar unas bravas… Escribo una posdata en este sentido, doblo el papel y lo guardo en mi bolsa de colgar al lado del libro y de las llaves de la fábrica. 

Espero adrede a que pase mi autobús, para coger el siguiente, no quiero encontrarme con Rachita. Estoy contento, he tomado una decisión, porque si las miradas de Lucyzna no me engañan, en sus ojos hay un refugio para mí. 

 

Lucyzna no vino ese día, ni los siguientes. He llegado a desesperarme en la oscuridad de mi rinconcito. La nota se ha hecho vieja de tanto manosearla, me quema en las manos. Dejo pasar autobuses con la vana esperanza de que haya cambiado de horario o de ruta. Varios días he llegado tarde al trabajo y las muchachas del taller han tenido que esperar inquietas a que abra la puerta de la fábrica, me han preguntado si me pasaba algo, a lo que yo he respondido con “noes” evasivos. Una de ellas me ha hecho ver, sin ánimo de molestarme, mi barba de varios días, me ha rogado que me mire al espejo y me ha dicho que mis ojos parecen dos granos de arena. Todo ello me causa extrañeza. No sé bien qué me quieren decir, porque yo no noto nada de particular en mi persona, como no sea un ansia muy grande que me sube acelerada del estómago a la boca, dejándomela seca. Les he agradecido el detalle de interesarse por mí, y no han vuelto a molestarme, aunque he notado que sigo siendo observado. 

El tiempo pasa y yo he seguido evitando a Rachita mientras mantengo la esperanza de volver a ver a Lucyzna. De todas formas, ya he roto la nota. Me conformaría solo con verla una vez más esos diez segundos que llenaban días enteros, rezo por ese momento. Hasta he sacado un abono para la Filmoteca, dan un ciclo de cine polaco que me estoy tragando con la nimia esperanza de verla aparecer por allí, pero no tengo suerte.  

Una mañana, transcurrida una semana desde su desaparición, crucé el semáforo y me aposté en la gasolinera, allí esperé durante un buen rato el vómito viajero de los autobuses periféricos inútilmente. Lucyzna, por su altura es fácil de reconocer, pero por más que miré, no la distinguí entre la gente que se agolpaba para cruzar. 

Otro día, con un puntito de locura más, me aventuré por el Paseo de las Acacias con la débil esperanza de volverla a ver. Yo ya estaba decidido a hablar con ella si esto ocurría, le hablaría de su país, de Wajda o de Kieslowski, emplearía un tono cálido, conciliador, para no asustarla. Con estos pensamientos triturándome la sesera, había llegado sin darme cuenta al parque de la Arganzuela, donde tantas veces había soñado llevarla después de escaparnos del trabajo para pasear junto al estanque sin mirarnos, unas veces en silencio, otras veces hablándonos en voz baja. Ella me hablaría de su país, de su familia, yo le contaría los sueños de las muchachas de la fábrica. La sirena de una ambulancia con sus luces emergiendo de la oscuridad, me despertaron. Di media vuelta y, volviendo hacia la plaza, comencé a preguntarme si no le habría ocurrido algo. Quizás no quería verme, pero, ¿qué mal había en mirarnos? Si no quería comprometerse, siempre podíamos volver a las miradas. Tan solo pedía esa pequeñez de tiempo. “¡Por favor Lucyzna, aparece!”. Pasé un buen rato rogando en voz alta para que así fuera. Antes de llegar a la gasolinera me acurruqué en la entrada de un hostal y lloré compulsivamente, entonces noté mis pómulos muy pronunciados, me di cuenta de que había adelgazado y de que las muchachas del taller tenían razón al alertarme sobre mi salud. Descubrí mi precariedad física y me sentí sin fuerzas, me enjugué las lágrimas, aunque no el desamparo, y regresé a la plaza, subí en uno de los últimos autobuses y me reincorporé al trabajo mecánicamente. Los días siguientes las chicas del empaquetado me traían té y pastas en la hora del almuerzo, me ayudaron mucho anímicamente.  

Pase lo que pase, aquí no se acaba el mundo hombre, ¡esos ojos!, ¡más chispa! y esas carnes más volumen. ¡Ay! qué flacucho estás, debes comer más -me decían pellizcándome entre risas. 

Han ido pasando los días y yo he ido aceptando mi nueva situación y haciéndome a la idea de que el día tiene diez segundos menos. Desde mi puesto de observación siento mis ojos flotando en un huracán de emociones, pero la plaza sigue vacía para mí. No ver ya a Lucyzna parece irreversible. Tengo tanto miedo y me siento tan indefenso, que no he vuelto a montar en el mismo autobús que Rachita, pues, aunque es verdad que siento una profunda atracción por sus ojos afganos y sigo queriendo protegerla contra la soledad de encontrarse en un país extraño, estoy hecho un lío, la desaparición de Lucyzna me ha confundido y ya no sé si lo que me atraía de Rachita era verdadero amor o su condición de extranjera. 

 

Tres semanas ya, y no he olvidado a Rachita y menos aún a Lucyzna, aunque la vida diaria ha devuelto mi rutina a su cauce. Poco a poco he ido recomponiendo mi apariencia, ya no tengo un aspecto tan romántico, ni arden mis ojos, tampoco mi delgadez parece que vaya a convertirse en ceniza. Empiezo a sentirme lo bastante fuerte como para cometer nuevas torpezas. 

Por lo pronto, he cambiado de parada y me voy habituando a mis nuevos compañeros. Todavía, algunas veces, veo alejarse el autobús en el que irá Rachita, entonces miro hacia otro lado y dudo de mi fortaleza, a la que tanto invoco en la soledad de mi casa, el corazón me palpita como un volcán y mi cuerpo tiembla como la tierra al abrirse. Me estoy engañando, está todo demasiado reciente y yo muy tierno, y, como dijo alguien que no recuerdo, el amor no correspondido es el que no se olvida jamás. Ahora llego prontísimo a la parada, me siento, abro un libro y me pongo a leer, otras veces miro al cielo, contemplo la Luna, Venus o Júpiter. Pasados unos minutos aparecen mis nuevos compañeros, una mujer morena de mediana edad, que anda con paso vivo, comiéndose una fruta y fumando; una sesentona y su compañera de trabajo, la más joven habla de que siempre se le hace tarde por culpa del autobús, en cambio la otra nunca parece tener prisa; una veinteañera sale de uno de los portales cercanos, remolonea frente a la parada y espera fuera de la marquesina. Todos los días participo en este ritual. 

 

Después de varios meses, sigo sin saber nada de Lucyzna y evito ver a Rachita. Un día caí en la cuenta de que alguien más se había sumado al grupito de espera en la parada. Una mujer de unos treinta años, de constitución delgada y apariencia frágil, morena, con ojos polinesios, pelo rizado tapándole las orejas y nariz respingona venía andando desde uno de los portales que hay junto a la cercana chimenea de la calefacción. He dejado de sentarme en el banco y he empezado a quedarme de pie en un extremo de la marquesina por donde sé que viene ella para observar el paso tranquilo de su diminuta figura. Su grata visión disipa mi melancolía. 

Ya el primer día que reparé en su presencia, nos miramos intensamente. Me resistí a apartar la vista porque ella tampoco lo hacía, exploraba mis ojos con sus ojos inquisidores como si no le importara el resto de mi encorvado cuerpo. La llegada del autobús nos separó momentáneamente, pero, al sentarnos, ella de espaldas al conductor y yo en el primer asiento de las puertas del centro, continuamos mirándonos con más ahínco. Así transcurrió el viaje, unas veces nos mirábamos por el reflejo del cristal, otras directamente. El brillo de las luces acentuaba su palidez y daba la impresión de que algo o alguien la mantenía en vilo. Estaba realmente flacucha, quizá no comía o, tal vez, estaba muy enamorada. Yo, ¡maniático ilusionista!, empecé enseguida a sacar conclusiones, a implicarme sin darme cuenta. Los siguientes días, en la parada, al resguardo de la noche oscura, nos mirábamos abiertamente, sin disimulos, luego, en el autobús, aunque tratáramos de evitarlo, siempre encontrábamos un rebote, un travelling con el ojo para mirarnos, nos estudiábamos como en un juego, para ver quién apartaba antes los ojos. Siempre era yo.  

Mi natural timidez me impide siquiera hablarle o preguntarle, yo me bajo en la plaza de Legazpi y ella sigue su ruta por el Paseo de las Delicias. Marina ha devuelto la ilusión y la fuerza a mis sentimientos. Ya empiezo a hacer planes para las tardes, hablo solo y embalo mi ánimo hacia cotas más altas, mi corazón se infla como el globo de un niño y poco a poco voy recobrando la alegría natural y el optimismo anteriores a mis últimas calamidades sentimentales. Debo hablarle y decirle lo mucho que me gustan sus ojos polinesios, su frescura y su falta de azoramiento. Marina parece muy fuerte en su delgadez y yo necesito a alguien así a mi lado. 

El juego ha continuado hasta que esta mañana ella ha cambiado de sitio, se ha puesto junto a la ventana, en “mis asientos” de la puerta del centro, el que da al pasillo ha quedado libre, yo tenía que descifrar si aquello era una invitación. Después de pasar mi billete por la máquina he estado dudando, pero, finalmente, no me he atrevido a sentarme. 

Ahora me invaden oleadas de frustración y vergüenza. Trato de excusarme diciéndome que tengo muy reciente el recuerdo de Rachita y sobre todo el de Lucyzna. Además, ¿y si me equivoco?.   

Por Felipe Iglesias Serrano