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CAMBIAR EL MUNDO

Coordinadora-ONGD

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. Esta frase, atribuida a Eduardo Galeano, nos da a entender el verdadero poder que tenemos la gente corriente, la gente que cada día vamos al trabajo (fuera o dentro de casa), o a la compra, o que limpiamos la casa, o que nos tomamos unas cañas o un café. Parece que siempre tenemos que obedecer alguna ley o alguna norma, o incluso la moda o a algún influencer o experto. Tampoco podemos poner sobre nuestros hombros toda la responsabilidad de lo que pasa en el mundo, sin embargo yo creo que tenemos bastante poder: por ejemplo, podemos ver un programa u otro de televisión, o incluso apagar la televisión (¡qué bien se vive sin televisión!).

¿Te has parado a pensar alguna vez en el poder transformador que tenemos a través del consumo? Por ejemplo, ¿te has preguntado alguna vez de dónde sale lo que comes? ¿Quién lo habrá cultivado? ¿Qué precio le habrán pagado? ¿Se habrán utilizado técnicas respetuosas con el medio ambiente? ¿Habrán maltratado a los animales?

En realidad podemos escoger muchas cosas, y no me refiero solo al color del cepillo de dientes. Podemos comprar en un súper o en una tienda pequeña. Podemos escoger un producto de China o un producto de Valencia o de Madrid. Podemos escoger comer carne todos los días o comerla dos días a la semana, carne de buena calidad que no esté llena de hormonas ni de medicamentos, carne ecológica de animales que han sido bien tratados. Comprar en mas cantidad y barato no es sinónimo de calidad.

Cuántas veces derrochamos en cosas que no son vitales (como en televisores o en móviles) y ahorramos como fieras en cosas importantes, como es la comida que nos alimenta, nos da la energía, la salud, el bienestar… El nuestro y el del planeta.

Se ha celebrado en Madrid la COP25 para discutir y llegar a acuerdos a nivel gubernamental sobre emisiones, contaminación, sobre el cambio climático. Supongo que casi todos habrán viajado en avión para asistir allí. Aviones pagados con los impuestos de todos los que sufrimos los efectos de la contaminación. Y se ha celebrado, al mismo tiempo, una contraconferencia en la Universidad Complutense y una gran manifestación por el clima, en la que estuvo Greta Thunberg, que atravesó dos veces el Atlántico (al principio la COP25 se iba a celebrar en Chile) en veleros. Y en esa manifestación es donde estuvimos la gente corriente.

Aunque no lo parezca, siempre podemos escoger.

Elva Franco

EL GRAVE PROBLEMA DEL ALCOHOLISMO: UN TESTIMONIO

alcoholicos-anonimos

Mi nombre es Ángel, soy vecino de Villaverde, enfermo alcohólico, y pertenezco al Grupo Villaverde de Alcohólicos Anónimos. En primer lugar, quiero agradecer al periódico del Distrito que haya dado visibilidad a la solución que ofrece Alcohólicos Anónimos al grave problema del alcoholismo.

Quizá pueda sorprender que me reconozca como alcohólico… Otras personas se pueden presentar diciendo su condición física, social, sexual, laboral, etc. Soy alcohólico porque, haciendo lo que muchas personas hacen socialmente, beber alcohol, he desarrollado esta adicción, esta enfermedad. Nadie somos culpables de tener ninguna enfermedad, pero sí somos responsables de hacer lo que esté en nuestras manos una vez que sabemos que la padecemos.

¿Quién no conoce a alguien que tenga este problema? En el hogar de alguien que haya desarrollado esta adicción se vive un auténtico infierno, aunque toda la familia intente dar una imagen de normalidad. Los alcohólicos solemos negar nuestra condición, nos avergüenza y avergonzamos a la familia.

Quiero dejar constancia de que lo que aquí expreso es mi experiencia, mi experiencia hasta convertirme en un adicto al alcohol. Siendo muy joven entré en contacto con el alcohol, y durante muchos años fui un bebedor social. Alguna vez me pasaba en el consumo, pero creía que era lo normal, pensaba que a todo el mundo le pasaba.

Con el consumo, mi vida iba a peor: poco tiempo en casa, problemas en el trabajo, problemas económicos, no cuidar mi salud, abandono, etc. Mi vida empezó a girar en torno al alcohol, pensaba que si no bebía no merecía la pena vivir. Si me invitaban a algún acto social iba, porque allí estaba justificado el beber. Con el paso de los años cada vez iba a peor: mi familia no sabía qué hacer conmigo, me querían ayudar y no me dejaba. Intenté dejar de beber a base de fuerza de voluntad, y no pude. Había perdido todo el control respecto al alcohol, pretendía beber dos o tres cervezas y terminaba borracho. Una vez que dejé de beber, me dijo uno de mis hijos: “papá no sabes lo difícil que era quererte y odiarte a la vez”. Quererme como padre y odiarme como padre alcohólico. No quería reconocer que era alcohólico, creía que los alcohólicos eran otros que por causa de su alcoholismo estaban en peor situación que yo.

Fui muy afortunado: mi familia no me abandonó, estuvo a mi lado cuando lo normal es que hubieran huido de mí. Llamaron al teléfono de Alcohólicos Anónimos y se informaron de dónde podía ir. Llegué a un grupo sin fe; pensando, como había intentado dejar de beber y no había podido, que no se podía, que la única solución que tenía era morirme.

Fui recibido con mucho amor, cariño y comprensión. Ellos me entendían, habían pasado por el mismo infierno que yo. Me dijeron que era una enfermedad y me hablaron de a dónde les había llevado a ellos. Me identifiqué en el dolor que les había causado el alcohol. Me transmitieron esperanza: decían que eran alcohólicos y se reían.

Mi familia pidió ayuda por mí, y me dejé ayudar. Admití que era impotente ante el alcohol, sabía cuándo empezaba a consumir pero no cuándo terminaba ni cómo. Me dijeron que me lo hiciera fácil, que me levantase con el propósito de no beber por ese día, por 24 horas, que el borracho más borracho podía estar un día sin beber. Que acudiese a cuantas reuniones pudiese, que me estaba jugando la vida. Me ofrecieron la posibilidad de hacer el programa de los Doce Pasos, y me prometían una vida útil y feliz. Que si hacía ese programa y lo aplicaba a mi vida, tendría un despertar espiritual.

Al escuchar esta palabra, me sonó a religión. Tuve la oportunidad de oír a un terapeuta la definición de espiritualidad: este hombre decía que la espiritualidad era la calidad de la relación que tenemos con nosotros y con nuestro entorno. Evidentemente, si me quiero puedo querer; si estoy bien conmigo lo estoy también con los demás. Si soy feliz no voy a buscar la felicidad en el alcohol.

Me dejé ayudar, hice caso a lo que me decían y hoy tengo una vida diferente, en la que el alcohol no tiene cabida. Hoy soy feliz, y como soy feliz estoy más alejado del alcohol.

Vine sin esperanza, pero hoy no solo no bebo: hoy estoy aprendiendo a enfrentarme a la vida de una forma diferente. La vida, los demás, las circunstancias, no han cambiado; quien ha cambiado he sido yo: ahora no me hace daño cualquiera, soy yo el que más daño me puedo hacer.

Por último, decir que si alguien ve que su forma de beber es diferente a la de los demás, que no bebe por placer sino por necesidad, que cuando bebe no se siente feliz sino culpable, es probable que tenga un problema.

Lo primero que puede hacer cualquier persona que sufra a causa del alcohol es pedir ayuda, primero a los que le quieren, y después a su médico. Como es una enfermedad, primero lo tienen que tratar los profesionales. En el Hospital Doce de Octubre hay un gran equipo dedicado a las adicciones.

Alcohólicos Anónimos me ha ayudado a mantenerme sin beber, me está enseñando a vivir, valoro lo mucho que tengo: sobriedad, una familia que me quiere, una comunidad y compañeros que me ayudan, una “mala salud de hierro”, etc. Sobre todo me he liberado de la esclavitud del alcohol: soy libre de beber o no. Al ser y reconocerme alcohólico, no se me va a ocurrir beber.

Si alguien tiene problemas con el alcohol o nos quiere conocer, nos reunimos en un espacio de la Iglesia Santa Bibiana (calle Romeral, número 2). Somos gente normal, de toda clase y profesiones; el alcoholismo es una enfermedad muy democrática: afecta a listos, tontos, ricos, pobres, etc. Somos gente con muchas ganas de vivir y cuyo primer objetivo es mantenernos sobrios para poder ayudar a otros que están en la misma situación que nosotros estábamos, sufriendo por el alcohol. Nos reunimos los lunes de 11:00 a 12:30 y de 19:30 a 21:30, y los martes y viernes de 19:30 a 21:30. Los viernes son reuniones de acceso libre, a las que puede asistir cualquier persona que quiera conocer cómo nos recuperamos; somos anónimos, no secretos. Somos un recurso gratuito al problema del alcoholismo en Villaverde.

Muchas gracias, y feliz año 2020.

Ángel (Grupo Villaverde Alcohólicos Anónimos)

http://www.alcoholicos-anonimos.org/v_portal/apartados/apartado.asp

DIBUJOS INFANTILES EN RADIOLOGÍA PEDIÁTRICA

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PRENSA CAM

El Hospital 12 de Octubre ha renovado su zona de espera de radiología infantil, que ha sido decorada con dibujos inspirados en los juegos infantiles tradicionales y que se ha llevado a cabo gracias a la colaboración de la Fundación Pequeño Deseo y voluntarios de la compañía Lilly. El proyecto ha sido liderado por Pilar Cavestany, Piedad Palacio y Paloma Moreno.

https://www.fpdeseo.org/es

https://www.lilly.es/es/index.aspx

‘QUEREMOS QUE LAS PERSONAS APRENDAN A SENTIR LA MÚSICA COMO UNA HERRAMIENTA QUE PUEDE AYUDARLES EN SU VIDA’

Arquitectos-de-Sonidos-ESCUELA

Begoña González de Garay lleva años impartiendo clases de musicoterapia a niños y personas adultas. Ahora lo hace desde Arquitectos de Sonidos, centro pionero en Madrid de educación musical inclusiva

ANNABELLA MARTÍNEZ

A Begoña González de Garay se le nota la pasión por la música desde que comienza a hablar de Arquitectos de Sonidos. Lo hace despacio, con musicalidad, y se emociona cuando habla de inclusión, algo que conoce bien. “Yo estoy aquí por mi hijo Dani”, explica.

Begoña cursó la carrera de música hace más de 15 años. Lo suyo fue pasión desde pequeña, y tocaba varios instrumentos (guitarra, piano), pero la vida le llevó por caminos profesionales bien diferentes. Hace 11 años todo cambió. Tuvo a su hijo Dani, y todo iba bien hasta que, a los diez meses, el niño sufrió un ictus y pasó por un postoperatorio complicado que lo tuvo tres meses en la UCI. “Tuve que reestructurar mi vida por completo —cuenta—. Yo entonces trabajaba en el aeropuerto, a turnos, imagina. Dejé el trabajo y me dediqué por completo a él, que tuvo que pasar por una rehabilitación durísima”. Begoña compaginó estos cuidados, que implicaban asistir a terapias a diario, con el estudio de un máster en Neuropsicología, otro en Autismo y estudios diversos sobre diversidad funcional o inclusividad, entre otras materias.

Arquitectos-de-Sonidos“Después de toda aquella formación específica y de mis conocimientos, decidí que quería orientarme a la docencia”, explica Begoña. “Hace siete años, la Asociación Vecinal Independiente de Butarque (AVIB) me dio la oportunidad de ofrecer clases de musicoterapia en su local. Era una cosa muy modesta, un espacio pequeñito pero acogedor en el que crecí mucho y descubrí que me quería dedicar profesionalmente a esto”.

A partir de ahí, Begoña comenzó a trabajar con niños, adolescentes y adultos, dando clases de atención temprana y musicoterapia en colegios y centros para personas con discapacidad psíquica y motora, no solo en Villaverde, sino en Vallecas, Carabanchel, Moratalaz o localidades como Paracuellos del Jarama, Coslada, o Torrejón, al tiempo que veía cómo el alumnado de la asociación vecinal crecía. “Fue una época muy intensa, yo iba todo el día con mi coche cargado de instrumentos arriba y abajo. Era muy gratificante pero a veces también muy duro, por algunas situaciones que vivía y que tan bien entendía”.

‘He vivido cosas emocionantes,
como un niño autista que dijo aquí sus primeras palabras o una
persona invidente que cumplió
su sueño de tocar el piano’

Asegura que ha sentido muchas veces la discriminación: “estoy segura de que a veces más por ignorancia o miedo que por otra cosa”, matiza. “Mi hijo tiene una gran hemiplejia en una parte del cuerpo, y cuando lo quise apuntar a natación no lo quisieron coger, pero porque a la monitora le daba miedo por si le pasaba algo”. Estas actitudes también las ha vivido como docente. “Si un niño tiene un solo brazo y quiere tocar la guitarra, no le puedes decir que él no puede tocar la guitarra, tendrás que adaptar el instrumento para que lo pueda tocar, pero… ¿por qué no va a poder? O una persona invidente, en este caso adulta, que me dijo que su frustración era no haber podido nunca aprender a tocar el piano. Por eso siempre he tenido muy claro que la palabra inclusión estaría presente en todo lo que hiciera”.

Educación musical inclusiva

Arquitectos-de-Sonidos1Y así fue. Hace menos de un año en Butarque le salió una oportunidad “de ésas que no se pueden dejar pasar”. “Había crecido y tenía mucho alumnado como para poder seguir impartiendo las clases en la asociación vecinal, necesitaba más espacio, más horas, y vi un pequeño bajo que reunía los requisitos de lo que yo necesitaba”. Así nació Arquitectos de Sonidos en mayo de este año, una aventura que cuenta ya con 225 personas usuarias.

Este espacio multidisciplinar, formado por musicólogos, musicoterapeutas profesionales, psicólogos o terapeutas ocupacionales, se ha convertido en un centro pionero en la ciudad de Madrid, en el que se ofrece por una parte formación musical inclusiva y por otro lado musicoterapia, todo ello de forma individualizada o grupal. “Las personas que trabajamos aquí tenemos muy claro que nuestro objetivo es enseñar a que los niños y niñas aprendan a disfrutar y sentir la música, que el instrumento que elijan sea una herramienta que les ayude en su vida, para socializar, para expresarse mejor, para tratar problemas de nerviosismo o inquietud, para trabajar la soledad o la tristeza…”.

“No de ser el mejor, no se trata de tener una técnica perfecta o que lo que toquen suene espectacular —insiste—, porque para eso ya está la educación musical convencional. Eso no quiere decir en absoluto que no tratemos los clásicos, por supuesto, pero no educamos para ser Mozart o Paco de Lucía: para eso ya están los conservatorios”.

Begoña no pierde la sonrisa ni por un minuto, ni siquiera cuando habla de situaciones duras que ve en el centro, pero se emociona al hablar de pequeños logros. “Que un niño que no tenía lenguaje verbal dijera aquí sus primeras palabras, o ver a una persona invidente tocar el piano cuando pensaba que nunca lo podría hacer, es algo maravilloso, que hace sentir que todo lo que haces vale la pena”. Por eso ella lo tiene tan claro cuando asegura que espera poder poner su granito de arena en la diversidad funcional muchos años “y seguir apostando por una educación musical inclusiva, donde todo el mundo tenga cabida, porque se trata de sentir y disfrutar la música, y sacar lo mejor de ella para aplicarlo en nuestras vidas”.

https://arquitectosdesonidos.com/

Arquitectos-de-Sonidos2CONTÁCTANOS

Actualmente estamos impartiendo clases y talleres en diferentes Colegios y Centros de Madrid, teniendo como base nuestra sede en C/Estefanita 46 (28021).
Si quieres recibir información sobre horarios, zonas y precios, no dudes en contactarnos.

Puedes hacerlo de todas estas formas:
WhatsApp  +34 616 77 70 53
Email: info@arquitectosdesonidos.com
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ÉXITO DE LA IX SAN SILVESTRE DE VILLAVERDE ALTO

SAN-SILVESTRE-DE-VILLAVERDE-ALTO
A.V. LA INCOLORA

El 29 de diciembre tuvo lugar la IX San Silvestre de Villaverde Alto en el Parque de Plata y Castañar, en memoria de nuestro querido compañero José Manuel Torres Vales. Un año más ha sido un éxito de participación: más de 350 dorsales, y muchas personas que han corrido sin él. Muchas gracias a todos y todas por habernos acompañado, lo hacemos con dos objetivos: promocionar el deporte en el barrio y reivindicar una pista de atletismo homologada en Villaverde. Las carreras populares son grandes gracias a vosotros.

http://www.incolora.org/

 

LOS EQUIPOS DE ACTUACIÓN DISTRITAL DE USERA Y VILLAVERDE, EN EL AIRE

Equipos-de-Actuacion-Distrital-de-Usera-y-Villaverde
FUNDACIÓN INICIATIVAS SUR

iniciativassur1La Fundación Iniciativas Sur ha venido gestionando, en los dos últimos años y medio (desde mediados de 2017 hasta finales de 2019), los Equipos de Actuación Distrital de Usera y Villaverde. Estos equipos han centrado su tarea, sobre todo, en mejorar el entorno más degradado de los barrios. Por ejemplo, han trabajado en la rehabilitación de algunas de las zonas interbloques en las que no intervienen el resto de servicios municipales. Se han limpiado solares y pintadas, arreglado bordillos y pavimentos, rellenado socavones en zonas terrizas, etcétera.

Pero como no basta con la simple intervención si la vecindad no colabora en mantener los espacios limpios y libres de vandalismo, los Equipos de Actuación Distrital han realizado también diversas campañas de sensibilización con las vecinas y vecinos. Para ello se ha trabajado, codo con codo, junto a las entidades de barrio más representativas: asociaciones vecinales, colegios, guarderías, centros de la tercera edad, etc. Entre estas campañas han estado la de Gestión de residuos urbanos, la de Recogida de desechos caninos, la de Conoce tu jardín, la de Dinamización de huertos comunitarios urbanos, o incluso la campaña de No acepto publicidad de prostitución, entre otras.

Han centrado su tarea en el entorno más degradado de los barrios

Y por si fuera poco, los Equipos de Actuación Distrital de Usera y Villaverde han dado empleo a más de 50 vecinas y vecinos de los barrios con espacial dificultad a la hora de encontrar trabajo.

Tan estupendo proyecto fue una idea de la anterior corporación municipal encabezada por Manuela Carmena. Actualmente, los profesionales que han integrado los Equipos de Actuación Distrital vuelven a estar desempleados, y a la espera de la nueva interpretación que, en el recién iniciado 2020, les quiera dar el Gobierno del alcalde José Luis Martínez-Almeida.

https://iniciativassur.com/

VILLAVERDE PREMIA LA INNOVACIÓN Y LA IGUALDAD EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA

Cyniscas-de-Villaverde

La I Gala Villaverde Distrito Deportivo

Los galardones ‘Cyniscas de Villaverde’ reconocen el esfuerzo diario de deportistas y profesionales del sector por hacer de éste un distrito deportivo y saludable

PRENSA AYTO.

El distrito de Villaverde ha celebrado el 21 de diciembre la I Gala Villaverde Distrito Deportivo, que ha reconocido a deportistas, profesionales y entidades de Villaverde que promueven la innovación y la igualdad como valores de la práctica deportiva.

La ceremonia, que ha tenido lugar en La Nave, ha contado con la presencia de la concejala delegada de Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Sofía Miranda, y la concejala del distrito de Villaverde, Concha Chapa. “El objetivo de este Gobierno es dar visibilidad e incentivar la práctica deportiva como una medida de salud y socialización entre los vecinos del Distrito”, ha asegurado Miranda.

Durante la gala se ha hecho entrega de los premios “Cyniscas de Villaverde” (nombre que hace referencia a Cynisca, princesa espartana que fue la primera mujer en ganar unos Juegos Olímpicos en la antigüedad) a deportistas y profesionales del mundo del deporte “que con su trabajo y esfuerzo diario contribuyen a poner en valor la necesidad de instaurar una cultura deportiva que haga de Villaverde un distrito deportivo y saludable”, ha destacado Concha Chapa.

La ceremonia tuvo lugar
en la Nave el 21 de diciembre

En total se han entregado 16 galardones en las siguientes categorías: Promoción deportiva escolar; Promoción deportiva; Técnica deportiva; Técnico deportivo; Coordinación técnica; Dirección deportiva; Presidencia deportiva; Preparadora física; Servicio de atención técnica personalizada deportiva; Integración servicio de ATP deportiva y medicina deportiva; Directora de instalación; Árbitra, mesa cronometradora, entrenadora y jugadora; Deportista Nacional; Deportista internacional; Entidad promotora de deporte inclusivo y Programa deporte inclusivo.

Escuela Deportiva de Valores

La Junta Municipal, en colaboración con el Madrid Club de Fútbol Femenino y los centros educativos de titularidad pública del Distrito, ha puesto en marcha la Escuela Deportiva de Valores, un proyecto dirigido a niñas de entre 9 y 12 años que fomenta la actividad física en la etapa escolar. En sus primeras semanas de funcionamiento, este programa de promoción del deporte femenino cuenta con 263 integrantes. Todas ellas recibieron el sábado 21 una medalla de reconocimiento por el esfuerzo y los valores aprendidos en sus entrenamientos y durante el torneo de Fútbol 7 disputado en la tarde anterior, en el que se enfrentaron todos los equipos y escuelas que forman parte del proyecto.

Además, Villaverde es uno de los cuatro distritos, junto a Barajas, Puente de Vallecas y Tetuán, que forma parte de ¡Chicas, el deporte nos hace poderosas!, un programa del área delegada de Deporte del Ayuntamiento de Madrid cuya finalidad es fomentar el deporte base en niñas y mujeres de entre 12 y 24 años.

CALEIDOSCOPIO 

Encontrarse es renacer, abrazarse y contar…  Despedirse es recordar. 
A Irene Calvo y Gabriel Moreno por su generosa amistad

Las chicas del almacén dicen que soy un poco “novelero”, yo pienso que a veces me dejo llevar por mi imaginación. 

Aparto la sábana dejando desparramada en ella la noche. Abro la ventana y manoseo la reja blanca llena de polvillo contaminante. Aún se ven trocitos de cielo, tersos como la piel de un caballo negro, y dos o tres estrellas. Un cogollo de nubes blancas escolta a una luna hinchada todavía brillante, está tan atractiva y yo me siento tan solo que me dan ganas de tender la mano para acariciarla. Alguien trastea en la cocina de la casa vecina, puedo oírlo desde la salita mientras preparo mi cuaderno de notas, mis lápices, la cartera y la gorra. El desayuno, café frío, zumo de naranja y dos rebanadas de pan seco, me cae como una bendición. 

El autobús para a la vuelta de la esquina, pero, como llega ya medio lleno y no puedo elegir asiento, me he acostumbrado a andar hasta la primera parada. Su cara morena asoma con puntualidad espartana por una de las callejas de San Nicolás, atraviesa el antiguo puesto de melones y se coloca junto a mí con un estremecimiento para esperar el autobús. Siempre ocupa el mismo sitio, asiento de pasillo. Yo me siento a su lado con toda naturalidad, como si estuviera esperándome, y hacemos el recorrido juntos. Está graciosa con su bolsa de deportes como las que suelen usar las limpiadoras. Tal vez no sea de Marruecos, no, parece argelina o afgana, sí, decididamente creo que es afgana. Por su manera huidiza de moverse, pienso que vino de su país indocumentada. No debe de tener más de 25 años, sin embargo, yo la observo por el rabillo del ojo simulando que miro descuidadamente por la ventanilla y veo fluir en sus ojos abisales rescoldos de un sufrimiento pasado que hacen que parezca mayor. 

Debería hablarle, decirle aunque sea un ¡hola!, llevamos sentándonos juntos mucho tiempo. Figuraos, yo con una limpiadora indocumentada afgana. ¡Si no sé ni su nombre!, Zoraida, Zulema, Rachita… Podría invitarla a salir, a tomar un café… No, primero le preguntaré a qué hora acaba y luego ya veremos. Mis compañeras dicen que estas son fáciles, porque están muy solas. A mí me gusta, tiene un aire honesto de misterio y ese pulcro silencio que mantiene en los viajes… Las otras limpiadoras que montan en el autobús se conocen bien entre ellas y hablan a gritos, gesticulando mucho, de lo malos que son los encargados, de que siempre hacen ellas más de lo que les corresponde, de que las otras limpian mal… Rachita no habla, va siempre mirando por la ventana como si intentara desentrañar la noche, reconocer el sitio de donde vino entre la maraña de edificios oscuros que vamos dejando atrás rápidamente. 

Ya estamos atravesando el puente de Legazpi, a esta hora no hay patos, las aguas tranquilas destellan surcos brillantes, las ráfagas de luz de los coches que surcan la M-30, se estrellan contra el río. Yo me levanto primero y ella salta como un resorte detrás de mí. Caminamos en paralelo hacia la plaza sin hablar, y sin hablar y sin mirarnos ella desciende por las escaleras del metro y yo imagino que nos decimos adiós. Mientras espero el otro autobús, pienso en lo atractiva que estaba con su ropa blanca. Otro día que se me ha escapado, pero de mañana no pasa que le diga algo. Quiero saber más de ella y de esa ínfima porción de país que veo por sus ojos. Rachita… 

Legazpi es un clamor a las 6 de la mañana. Autobuses de todos los colores vomitan gente que va y viene sin parar como si de una noria humana se tratara. Faltan unos pocos minutos para la llegada del 8, que me llevará hasta la fábrica. No me gusta esperar en la parada, está muy descubierta, casi en el centro de la plaza, y me produce agorafobia. Yo prefiero el rinconcito del portal que da a la boca de metro cuando no está ocupado por la cama imposible, improvisada con cajas de cartón, de algún mendigo. 

Hoy me ha sucedido algo singular, uno de esos momentos mágicos que te pasan alguna vez en la vida. Sólo son diez segundos, pero ya no podré vivir sin ellos. 

Conocía Polonia por las películas de Andrezj Wajda. Muchas tardes al salir de la fábrica, me compraba un bocadillo y me iba para la “Filmo”, a ver cine del Este, ciclos en versión original subtitulada y a pelo. Sentía una gran simpatía por el cine polaco. Sus actores y actrices tienen un aire germanófilo, el rostro noble y los ojos limpios. 

La polaca ha surgido desde la oscuridad del Paseo de las Acacias, ha atravesado la gasolinera y ha cruzado por el semáforo para ir rodeando la plaza hasta llegar a la parada del 45, también a oscuras. Yo me he dirigido al rinconcillo del portal con el periódico recién comprado y, repentinamente, ha aparecido ella con todo el cine polaco esculpido en la cara. Alta, tez blanquísima mal disimulada por la noche y por las luces de la plaza, ojos verdes, pelo rubio corto, revuelto, cuerpo algo desordenado, debido quizás a su elevada estatura. Llevaba una cartera de colegio en la mano. En ese brevísimo intervalo hemos cruzado nuestras miradas sin que ella interrumpiera su camino. La he seguido con los ojos hasta su parada tratando de hacer transparente su figura entre la fina película negra de la noche que nos separaba. 

Se ha infiltrado tanto en mi retina, que Rachita ha pasado a ocupar un segundo plano. 

 

Desde mi encuentro con la polaca, trato de llegar antes a la plaza y situarme mejor en el portal, ver desde dónde viene para alargar la duración de la instantánea. Las mañanas se calcan, los ojos de Lucyzna penetran limpiamente en los míos y luego, según se va alejando, repasan el infinito. Estoy tentado de decirle algo, no sé, cualquier tontería. Pero me digo “no seas memo, ¿qué vas a decirle tú?, meterás el cuezo como haces siempre, tú no sabes hablar a las mujeres, ¡anda!, confórmate con mirarla”. Cuando monto en el segundo autobús, me reconforta pensar en esa ilusión fantasmal de carne y hueso. ¡Cómo deseo que llegue otro amanecer para vivir ese relámpago visual! Ya la amo sin conocerla y a cada momento me digo que al día siguiente le diré unas palabras. 

Al levantarme escudriño mi cara en el espejo, tratando de encontrar alguna turbulencia dentro de mi alma para entender. ¿Es que no me quiere? Tal vez mis ojos le delatan la preocupación que me atenaza. He tenido una idea, que me evitará tener que exponer mi voz, al tartamudeo del azoramiento, le escribiré una nota, algo que pueda ponerle en la mano, así no se sentirá violenta y tendrá más tiempo para pensarlo y darme una respuesta. Me siento mucho mejor y crece un moderado alborozo en mi interior que hace incluso que me parezca más ameno el trabajo en la fábrica. 

Pensando en ella el cuerpo me arde y en mi cabeza se dibujan las frases con tanta claridad que me parece del todo imposible que me rechace, pero trasladarlas al papel no resulta tan sencillo, lo que escribo me parece hortera y cursi. Lo intento una vez y otra, pero no consigo atinar con el texto, no sé cómo ni dónde colocar las palabras, que se agolpan sin remedio y mueren sin posibilidad de ser plasmadas en el papel. Me siento torpe para encontrar unas frases que estén a la altura del pedestal en que yo tengo a Lucyzna junto a las ”pelis” de Wajda, nada de lo que escribo me satisface, es como si su sola presencia en mi pensamiento oscureciera todo lo demás dejándome incapaz de garabatear nada y ya ni siquiera las ideas acuden a mí. Por fin, antes de salir para la fábrica, la llamita de un candil se enciende en mi cerebro. Rápidamente me pongo a escribir con lo primero que encuentro a mano. Básicamente, le cuento en unas pocas líneas lo mucho que me gusta el cine polaco y le menciono una de mis películas favoritas, “El manuscrito encontrado en Zaragoza”. Por último le pregunto si su nombre es Lucyzna (no sé por qué razón lo tengo metido en la cabeza). Al releer la misiva observo que no le pregunto si podríamos vernos, tomar un café, charlar, jugar a los chinos polacos, tomar unas bravas… Escribo una posdata en este sentido, doblo el papel y lo guardo en mi bolsa de colgar al lado del libro y de las llaves de la fábrica. 

Espero adrede a que pase mi autobús, para coger el siguiente, no quiero encontrarme con Rachita. Estoy contento, he tomado una decisión, porque si las miradas de Lucyzna no me engañan, en sus ojos hay un refugio para mí. 

 

Lucyzna no vino ese día, ni los siguientes. He llegado a desesperarme en la oscuridad de mi rinconcito. La nota se ha hecho vieja de tanto manosearla, me quema en las manos. Dejo pasar autobuses con la vana esperanza de que haya cambiado de horario o de ruta. Varios días he llegado tarde al trabajo y las muchachas del taller han tenido que esperar inquietas a que abra la puerta de la fábrica, me han preguntado si me pasaba algo, a lo que yo he respondido con “noes” evasivos. Una de ellas me ha hecho ver, sin ánimo de molestarme, mi barba de varios días, me ha rogado que me mire al espejo y me ha dicho que mis ojos parecen dos granos de arena. Todo ello me causa extrañeza. No sé bien qué me quieren decir, porque yo no noto nada de particular en mi persona, como no sea un ansia muy grande que me sube acelerada del estómago a la boca, dejándomela seca. Les he agradecido el detalle de interesarse por mí, y no han vuelto a molestarme, aunque he notado que sigo siendo observado. 

El tiempo pasa y yo he seguido evitando a Rachita mientras mantengo la esperanza de volver a ver a Lucyzna. De todas formas, ya he roto la nota. Me conformaría solo con verla una vez más esos diez segundos que llenaban días enteros, rezo por ese momento. Hasta he sacado un abono para la Filmoteca, dan un ciclo de cine polaco que me estoy tragando con la nimia esperanza de verla aparecer por allí, pero no tengo suerte.  

Una mañana, transcurrida una semana desde su desaparición, crucé el semáforo y me aposté en la gasolinera, allí esperé durante un buen rato el vómito viajero de los autobuses periféricos inútilmente. Lucyzna, por su altura es fácil de reconocer, pero por más que miré, no la distinguí entre la gente que se agolpaba para cruzar. 

Otro día, con un puntito de locura más, me aventuré por el Paseo de las Acacias con la débil esperanza de volverla a ver. Yo ya estaba decidido a hablar con ella si esto ocurría, le hablaría de su país, de Wajda o de Kieslowski, emplearía un tono cálido, conciliador, para no asustarla. Con estos pensamientos triturándome la sesera, había llegado sin darme cuenta al parque de la Arganzuela, donde tantas veces había soñado llevarla después de escaparnos del trabajo para pasear junto al estanque sin mirarnos, unas veces en silencio, otras veces hablándonos en voz baja. Ella me hablaría de su país, de su familia, yo le contaría los sueños de las muchachas de la fábrica. La sirena de una ambulancia con sus luces emergiendo de la oscuridad, me despertaron. Di media vuelta y, volviendo hacia la plaza, comencé a preguntarme si no le habría ocurrido algo. Quizás no quería verme, pero, ¿qué mal había en mirarnos? Si no quería comprometerse, siempre podíamos volver a las miradas. Tan solo pedía esa pequeñez de tiempo. “¡Por favor Lucyzna, aparece!”. Pasé un buen rato rogando en voz alta para que así fuera. Antes de llegar a la gasolinera me acurruqué en la entrada de un hostal y lloré compulsivamente, entonces noté mis pómulos muy pronunciados, me di cuenta de que había adelgazado y de que las muchachas del taller tenían razón al alertarme sobre mi salud. Descubrí mi precariedad física y me sentí sin fuerzas, me enjugué las lágrimas, aunque no el desamparo, y regresé a la plaza, subí en uno de los últimos autobuses y me reincorporé al trabajo mecánicamente. Los días siguientes las chicas del empaquetado me traían té y pastas en la hora del almuerzo, me ayudaron mucho anímicamente.  

Pase lo que pase, aquí no se acaba el mundo hombre, ¡esos ojos!, ¡más chispa! y esas carnes más volumen. ¡Ay! qué flacucho estás, debes comer más -me decían pellizcándome entre risas. 

Han ido pasando los días y yo he ido aceptando mi nueva situación y haciéndome a la idea de que el día tiene diez segundos menos. Desde mi puesto de observación siento mis ojos flotando en un huracán de emociones, pero la plaza sigue vacía para mí. No ver ya a Lucyzna parece irreversible. Tengo tanto miedo y me siento tan indefenso, que no he vuelto a montar en el mismo autobús que Rachita, pues, aunque es verdad que siento una profunda atracción por sus ojos afganos y sigo queriendo protegerla contra la soledad de encontrarse en un país extraño, estoy hecho un lío, la desaparición de Lucyzna me ha confundido y ya no sé si lo que me atraía de Rachita era verdadero amor o su condición de extranjera. 

 

Tres semanas ya, y no he olvidado a Rachita y menos aún a Lucyzna, aunque la vida diaria ha devuelto mi rutina a su cauce. Poco a poco he ido recomponiendo mi apariencia, ya no tengo un aspecto tan romántico, ni arden mis ojos, tampoco mi delgadez parece que vaya a convertirse en ceniza. Empiezo a sentirme lo bastante fuerte como para cometer nuevas torpezas. 

Por lo pronto, he cambiado de parada y me voy habituando a mis nuevos compañeros. Todavía, algunas veces, veo alejarse el autobús en el que irá Rachita, entonces miro hacia otro lado y dudo de mi fortaleza, a la que tanto invoco en la soledad de mi casa, el corazón me palpita como un volcán y mi cuerpo tiembla como la tierra al abrirse. Me estoy engañando, está todo demasiado reciente y yo muy tierno, y, como dijo alguien que no recuerdo, el amor no correspondido es el que no se olvida jamás. Ahora llego prontísimo a la parada, me siento, abro un libro y me pongo a leer, otras veces miro al cielo, contemplo la Luna, Venus o Júpiter. Pasados unos minutos aparecen mis nuevos compañeros, una mujer morena de mediana edad, que anda con paso vivo, comiéndose una fruta y fumando; una sesentona y su compañera de trabajo, la más joven habla de que siempre se le hace tarde por culpa del autobús, en cambio la otra nunca parece tener prisa; una veinteañera sale de uno de los portales cercanos, remolonea frente a la parada y espera fuera de la marquesina. Todos los días participo en este ritual. 

 

Después de varios meses, sigo sin saber nada de Lucyzna y evito ver a Rachita. Un día caí en la cuenta de que alguien más se había sumado al grupito de espera en la parada. Una mujer de unos treinta años, de constitución delgada y apariencia frágil, morena, con ojos polinesios, pelo rizado tapándole las orejas y nariz respingona venía andando desde uno de los portales que hay junto a la cercana chimenea de la calefacción. He dejado de sentarme en el banco y he empezado a quedarme de pie en un extremo de la marquesina por donde sé que viene ella para observar el paso tranquilo de su diminuta figura. Su grata visión disipa mi melancolía. 

Ya el primer día que reparé en su presencia, nos miramos intensamente. Me resistí a apartar la vista porque ella tampoco lo hacía, exploraba mis ojos con sus ojos inquisidores como si no le importara el resto de mi encorvado cuerpo. La llegada del autobús nos separó momentáneamente, pero, al sentarnos, ella de espaldas al conductor y yo en el primer asiento de las puertas del centro, continuamos mirándonos con más ahínco. Así transcurrió el viaje, unas veces nos mirábamos por el reflejo del cristal, otras directamente. El brillo de las luces acentuaba su palidez y daba la impresión de que algo o alguien la mantenía en vilo. Estaba realmente flacucha, quizá no comía o, tal vez, estaba muy enamorada. Yo, ¡maniático ilusionista!, empecé enseguida a sacar conclusiones, a implicarme sin darme cuenta. Los siguientes días, en la parada, al resguardo de la noche oscura, nos mirábamos abiertamente, sin disimulos, luego, en el autobús, aunque tratáramos de evitarlo, siempre encontrábamos un rebote, un travelling con el ojo para mirarnos, nos estudiábamos como en un juego, para ver quién apartaba antes los ojos. Siempre era yo.  

Mi natural timidez me impide siquiera hablarle o preguntarle, yo me bajo en la plaza de Legazpi y ella sigue su ruta por el Paseo de las Delicias. Marina ha devuelto la ilusión y la fuerza a mis sentimientos. Ya empiezo a hacer planes para las tardes, hablo solo y embalo mi ánimo hacia cotas más altas, mi corazón se infla como el globo de un niño y poco a poco voy recobrando la alegría natural y el optimismo anteriores a mis últimas calamidades sentimentales. Debo hablarle y decirle lo mucho que me gustan sus ojos polinesios, su frescura y su falta de azoramiento. Marina parece muy fuerte en su delgadez y yo necesito a alguien así a mi lado. 

El juego ha continuado hasta que esta mañana ella ha cambiado de sitio, se ha puesto junto a la ventana, en “mis asientos” de la puerta del centro, el que da al pasillo ha quedado libre, yo tenía que descifrar si aquello era una invitación. Después de pasar mi billete por la máquina he estado dudando, pero, finalmente, no me he atrevido a sentarme. 

Ahora me invaden oleadas de frustración y vergüenza. Trato de excusarme diciéndome que tengo muy reciente el recuerdo de Rachita y sobre todo el de Lucyzna. Además, ¿y si me equivoco?.   

Por Felipe Iglesias Serrano 

 

UN DISTRITO CON HISTORIA

estacionvillaverdebajo

Los orígenes y evolución de Villaverde a lo largo de los años, uno de los temas que más se han tratado en este periódico desde sus primeros números

REDACCIÓN

Como saben nuestros lectores, la historia de nuestro distrito, antes pueblo, nos ha interesado muchísimo desde el principio, pues nos parece importante conocer las raíces del lugar que habitamos, considerándolo un elemento clave en la construcción de su identidad. Así, ya desde el primer año de andadura de Distrito Villaverde este tema ha estado bien presente en nuestras páginas.

Así es, y como muestra la serie de artículos que hoy queremos recordar en esta sección especial para conmemorar el primer cuarto de siglo de nuestro/vuestro periódico y que podéis ver en algunas de las imágenes que ilustran esta página. Fueron publicados en los primeros números de Distrito Villaverde, y ofrecían datos de la historia de este lugar entre el año 1840 y la década de los ochenta del siglo pasado, aproximadamente.

Más adelante, entre febrero de 2006 y abril de 2009, mantuvimos también una sección que recorrió toda la historia de Villaverde hasta la actualidad, extraída de la obra Villaverde, historia del Distrito, editada por la Junta en 2005, que lógicamente gustó mucho y tuvo gran seguimiento entre nuestros lectores.

Por todo ello, estaba claro que a la hora de repasar estos 25 años no podía faltar un tema tan importante como es la historia de este distrito, motivo por el cual nos ha parecido buena idea ofreceros al menos un rápido recorrido desde los orígenes de Villaverde hasta la absorción del entonces pueblo por la ciudad de Madrid (fue el último de los 13 municipios independientes absorbidos en aquel proceso de crecimiento de la capital, el 31 de julio de 1954). Allá vamos…

Érase una vez, en la Edad Media…

historia-Villaverde2Pese a existir constancia de yacimientos paleolíticos y villas romanas en la zona, lo cierto es que los orígenes del pueblo de Villaverde se remontan a la Edad Media, con la conquista de Madrid por Alfonso VI de León en 1085, ayudado por miembros de la Orden de Santiago. Agradecido a ellos (y siempre según la tradición, pues la Edad Media es lo que tiene, escasa concreción en los datos), aquel rey donó tierras cercanas al vado del Manzanares en dirección Vallecas a caballeros de la orden. En tales tierras se creó el núcleo de población llamado “Vado de Santiago el Verde”, en las cercanías de una casa de labranza de origen árabe, con jardín, noria y huerta, conocida como “La Algarrada” (exacto, igual que una de las secciones de este periódico), donde se celebraba la fiesta de Santiago el Verde. No se conoce el motivo (probablemente la excesiva humedad de la zona o las continuas crecidas del río Manzanares), pero lo cierto es que pasado un tiempo el poblado se trasladó al lugar donde se encuentra hoy Villaverde, entre los arroyos Butarque y Malvecino.

Los orígenes del pueblo de villaverde se remontan a la Edad Media, con la conquista de Madrid por Alfonso VI de León en 1085, ayudado por miembros de la orden de Santiago, a quienes donó tierras

En el fuero otorgado a Madrid en 1222 por Fernando III el Santo aparece por primera vez Villaverde como uno de los sexmos o departamentos rurales dependientes de la villa de Madrid. Incluía las villas de Villaverde, Getafe, Fuenlabrada, Torrejón de la Calzada, Casarrubuelos, Humanejos y Perales.

Entre 1413 y 1414, Santiago el Verde y La Algarrada aparecen como despobladas, figurando como existente el pueblo de Villaverde. Próximas a éste se hallaban las ermitas de Santiago el Verde (luego trasladada a la madrileña ermita de Atocha por Gracián Ramírez) y de la Magdalena.

Una aldea de realengo

historia-villaverde.Ya en el siglo XVI, según las relaciones de Felipe II, Villaverde era una aldea de realengo, propiedad del monarca, y que dependía jurisdiccionalmente de Madrid, judicialmente de la Chancillería de Valladolid y eclesiásticamente del Arzobispado de Toledo. El Concejo de Villaverde estaba gobernado por dos alcaldes, dos regidores y un sexmero. Éste permanecía en el cargo un año y era elegido el día de San Blas.

En aquella época el pueblo tenía 250 vecinos (sin contar mujeres e hijos), dedicados en su mayoría a la agricultura. Contaba con una iglesia (la actual de San Andrés de Villaverde), pero no poseía hospitales, conventos u otros edificios importantes. Existían dos graneros (uno de ellos real), tres tiendas, una taberna, un mesón y una posada. La mitad del término de Villaverde estaba dedicado al cultivo de secano, aunque existían algunas huertas de regadío con agua suministrada por norias desde el arroyo Butarque.

En el siglo XVII, las tierras dependientes de Villaverde incluían la dehesa de la Arganzuela (al otro lado del Manzanares).

Auge económico

En el siglo XVIII Villaverde comenzó a ser lugar de paso de la Corte en sus viajes a Aranjuez. Ello motivó un auge económico en la pequeña aldea, haciendo que pasara de 204 casas (la mayoría de un piso) a finales del siglo XVIII a 400 casas en 1849 (según el diccionario general de Pascual Madoz). Asimismo, favorecida por la composición arcillosa del terreno, floreció la industria de la teja, convirtiéndose Villaverde en la mayor población productora de dicho producto para Madrid, y la que las proporcionaba de mayor calidad.

A mediados del siglo XIX existían en el término de Villaverde dos paradores en el Camino Real (antigua carretera de Andalucía y Aranjuez), algunas casas de crianza de toros de lidia, cuatro fábricas de horno de teja y dos molinos harineros. En 1849 tenía una población de 876 habitantes.

En la segunda mitad del siglo XIX, el ferrocarril modificó por completo la fisonomía y economía del municipio. En 1848 se inauguró la línea Madrid – Aranjuez (con el tiempo sería la línea Madrid-Alicante), que atravesaba Villaverde. Por ello se comenzaron a instalar, junto a las vías férreas, industrias auxiliares a las mismas.

Paralelamente, la industria cerámica continuó prosperando, estableciéndose la fábrica de Cerámicas La Nora en los terrenos donde en la actualidad se encuentra el barrio de San Cristóbal de los Ángeles. En los años 40 también se construye la fábrica de Boetticher y Navarro, referente en la construcción de ascensores. En esta época, Villaverde formaba parte del partido judicial de Getafe.

Pero he aquí que terminada la Guerra Civil en 1939, Madrid había seguido su imparable crecimiento. Cientos de miles de personas emigran del campo a la ciudad, y la nuestra es una de las más escogidas para instalarse. Además, el régimen franquista decide que Madrid debe poder compararse en superficie y población a las grandes capitales europeas, lo que conseguirá absorbiendo las poblaciones cercanas. Así, a partir del 5 de junio de 1948 comienza el proceso de anexión de hasta 13 municipios limítrofes, entre ellos el nuestro (sería el último, como apuntábamos arriba), con lo que la extensión de la capital de España pasa de 66 km² a los 607 km² actuales y gana unos 300.000 nuevos habitantes.

En 1954, justo antes de la absorción por parte de la capital, los límites de Villaverde eran: por el oeste con los términos municipales de Leganés y Carabanchel, por el sur con Getafe, al este con el municipio de Vallecas (situándose el límite pasado el río Manzanares) hasta el arroyo Abroñigal y al norte con el municipio de Madrid.

(Fuente: diferentes entradas de la Wikipedia)

MOTIVOS PARA UNA HUELGA

Plataforma-Vecinal-por-Villaverde+

Ponencia: ‘Degradación de los servicios públicos por este Ayuntamiento’, presentada el pasado 10 de diciembre en la Asociación Vecinal Los Hogares

El día 10 de diciembre, la Plataforma Sindical de la EMT junto con la Plataforma Vecinal por Villaverde han ofrecido, en la Asociación Vecinal Los Hogares, una charla informativa sobre los motivos que les han llevado a la huelga. Los ponentes, José Emilio Martín y Eleuterio Hernández, son ambos delegados de la Plataforma Sindical (José además pertenece al comité de empresa), y nos dejan claro a los vecinos y vecinas de Villaverde que “ésta no es una huelga económica”. No están pidiendo una mejora de su convenio o una subida salarial, sino que reivindican una mejora del servicio ofrecido a los usuarios. Es decir, quieren un servicio público de calidad, como trabajadores y como vecinos

Comienzan explicándonos cómo, en tiempos de Ana Botella, la Empresa Municipal de Transportes empieza a degradarse: no se invierte en renovación de material, se recortan algunas líneas (como la 22 y la 117), se realizan menos turnos, los trabajadores tienen menos descansos, etc., y se llevan a la periferia sur los autobuses más viejos, algo que afecta directamente a distritos como Villaverde. Más tarde, el nuevo Ayuntamiento de Más Madrid decide sanear la EMT, remunicipalizando el servicio del Teleférico y BiciMad, acabando con la deuda y dotando a dichos barrios periféricos de material nuevo, renovando el 70% de la flota y contratando a 1.411 conductores.

Ahora, sin embargo, la situación es muy distinta. Nuestros ponentes nos explican que el Ayuntamiento de Almeida pone en cuestión la municipalidad del Teleférico y BiciMad y pretende externalizarlos a empresas privadas. El servicio tiene pérdidas de nuevo, no se contratan los trabajadores necesarios, hay menos autobuses y la calidad es peor. Esto afecta directamente a los vecinos, que tienen que soportar largos tiempos de espera, autobuses que se averían, líneas que desaparecen o se recortan… A esto se le suma que Naviluz, el autobús especial que recorre el centro de Madrid en un tour para ver el alumbrado navideño, pasa a privatizarse y deja a muchos usuarios sin entradas. Además, el Ayuntamiento debe a la EMT diez millones de euros.

‘Pedimos que se realicen entre 350
y 400 contrataciones,
para dar un servicio digno’

También nos proporcionan algunos datos ofrecidos desde el sindicato: hay 3.506 turnos sin cubrir desde el mes de octubre, 18.500 horas de trabajo perdidas… y compañeros cambiando sus días libres para intentar suplir esas carencias. Aseguran que ellos quieren que “contraten más trabajadores” porque defienden lo público, que “existe para dar un servicio a los ciudadanos, no para que algunos tengan beneficios”.

Por su parte, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, les ha asegurado que no negociará con ellos mientras mantengan la huelga. Por ello, el día 13 de diciembre los trabajadores de EMT realizaron el último paro y nos comunicaron que no habrá más durante las Navidades para “dar un respiro a los usuarios y ver si realmente el alcalde tiene intención de negociar”. Es ahora cuando la pelota está en el tejado del Ayuntamiento, que debe sentarse a la mesa con la Plataforma Sindical de EMT para intentar realizar una mejora del servicio.

“Pedimos que se realicen entre 350 y 400 contrataciones, que son las que se necesitan para dar un servicio digno a los ciudadanos, que se calendaricen y se hagan efectivas”, nos dicen los delegados sindicales. Éstos aseguran que pretenden facilitar el diálogo con el Ayuntamiento y que durante las Navidades esperan recibir noticias del alcalde.

Desde la Plataforma Vecinal por Villaverde decidimos que era muy importante dar a conocer a nuestros vecinos y vecinas la problemática existente respecto a la EMT, puesto que es un servicio público que muchos y muchas de nosotras utilizamos y que debemos defender. Podemos tener en mente cómo afectaba a nuestro distrito la suspensión de la línea 22 en domingos y festivos o la larga espera del autobús 79 en Colonia Marconi. No queremos sufrir las consecuencias de una mala gestión por parte del Ayuntamiento, pues nos merecemos un buen transporte público. El “derecho a la ciudad”, de movernos libremente por ella y que sea accesible para todos los vecinos y vecinas, vivan donde vivan, es indispensable en un lugar como Madrid. Esperemos que la Empresa Municipal de Transporte y el Ayuntamiento lleguen a un acuerdo y ganemos con ello todos y todas.

Ainoha León Luque
Plataforma Vecinal por Villaverde+

http://@pvxvillaverde