Jeosm, fotógrafo freelance de Villaverde, ha publicado recientemente el libro ‘No soy uno de los vuestros’, una colección de imágenes en las que aparecen muchos de los nombres más importantes de las letras hispanas
No soy uno de los vuestros es un libro de almas. Cada foto de Jeosm es mucho más que un retrato. No solo se aprecia el rostro, es un viaje a la persona. Las fotografías se acompañan de textos, y los mismos generan curiosidad y proximidad. Estuvimos con Jeosm, persona entrañable, y curiosamente los recuerdos junto a él se tornan en un blanco y negro que él moldea.
El título es ya una declaración de intenciones, al menos en apariencia. ¿A quién no eres igual? ¿A los que retratas? ¿A ti? ¿A todos? Ya es un maravilloso acto de rebeldía en sí mismo…
Como bien dices, es una declaración de intenciones. No soy uno de los suyos, de los que aparecen en este libro. No lo veo tanto como un acto de rebeldía, pero sí como una premisa clara en mi trabajo, mi lenguaje y herramientas son otras. Y esa diferencia es la que me ha permitido reunir a todas las firmas que aparecen en el libro.
El libro es una delicia. Hay algo muy significativo: es heterodoxo atendiendo a los tiempos que corren. ¿Cómo lo planteaste?
Muchas gracias. El enfoque del libro es muy sencillo: mostrar varias generaciones de cronistas, con diferentes puntos de vista e ideologías.
No están todos lo que son, pero sí son todos los que están. Tenía claro que debía utilizar la libertad e independencia que me da mi trabajo para poder mostrar una mirada general, honesta y sincera del panorama literario y cultural de los últimos 30 años.
Cuando Dalí pintaba un retrato, lo primero que pintaba era el pie. ¿Tienes algún extraño ritual? ¿Cuál es la prioridad en un retrato?
Me gusta ir libre de conceptos y prejuicios a cada sesión que hago. Suelen ser trabajos muy rápidos, e intento aprovechar ese tiempo y el entorno para que juegue a mi favor. Claramente hay una intención en cada foto de este libro, pero no es tanto un ritual como sí mantener una coherencia y estética en mi trabajo, con cómo es la luz, el encuadre y el gesto que busco conseguir.
Mi prioridad siempre es que el retrato sea lo más sincero posible y muestre a la persona y no tanto al personaje.
¿Blanco y negro o color? ¿Por qué?
Siempre que puedo blanco y negro, es un lenguaje en el que me siento muy cómodo. Soy un apasionado de la fotografía clásica. El blanco y negro enseña menos, insinúa más, hace que el espectador ponga el foco en la persona.
Me gusta reivindicar la fotografía clásica, no pasa de moda. Es más, incluso a día de hoy, con tanta saturación de imágenes en las redes sociales o en la vida cotidiana, lo clásico se está convirtiendo en vanguardia.
Al final solo trato de tener una mirada y lenguaje propios y que mi trabajo envejezca con la mayor dignidad posible con el paso de los años, y en eso el blanco y negro es mi mejor aliado.
No hay dos retratos iguales, y eso es gozoso. Es curioso, porque en el libro, en tu introducción indicas que la primera vez que viste a Antonio Lucas y a Javier Marías no los conocías, y sin embargo quedó una sesión muy íntima. ¿Cómo te enfrentas a un retrato de alguien que no conoces? ¿En qué cambia de alguien que tengas cerca?
No hay dos retratos iguales porque no hay dos personas iguales.
Lo principal en mi metodología de trabajo es no “invadir” a la persona que voy a retratar, hacer que se sienta cómoda, generar confianza. No imponer la foto que quiero hacer, sino llegar a ese acuerdo de que estemos los dos cómodos para que hagamos la mejor foto posible y conseguir un gesto sincero.
Si ya conozco a la persona, suele ser más ágil, pero siempre intento que esto no influya en el resultado final del retrato.
Las fotos cuentan historias, y en este caso hay muchas. Desde librerías a sofás, a miradas que interrogan como la de Andrés Aberasturi o a expresiones que despiertan una sonrisa. Me gustaría insistir en ese cómo articulas la historia que el espectador/lector disfruta al introducirse en el libro.
Intento utilizar a mi favor el entorno, como bien dices, en librerías, sus casas, o el lugar donde esté hecha la foto. Me gusta mucho darle importancia a los pequeños detalles, ya que creo que suman al encuadre y a la historia o biografía de la persona. Lo más importante es que reconozcas a la persona que hay en la página, pero que a la vez la veas humana. Siempre intento que las fotos cuenten algo y generen un proceso de empatía con el espectador, y tanto el entorno como el gesto me ayudan a ello.
¿Tienes algún retrato preferido o que te haya marcado?
Hay muchos en este libro. Me han marcado los de las personas que ya no están entre nosotros, como Javier Marías, Almudena Grandes, Antonio Escohotado, David Gistau… porque te hace ver la importancia y el gran valor documental de la fotografía. De alguna manera se les sigue manteniendo vivos y su recuerdo forma parte de nosotros.
Algunas de mis fotos preferidas de este libro son las que salen acompañados de sus animales: me gusta mucho ver la relación que tienen, cómo interactúan con ellos, y me ayuda mucho a humanizar al retratado.
Muchas gracias, maestro de la luz o de su ausencia. Nos veremos en una clase de muay thai o tomando ese vino pendiente.
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El libro se puede adquirir en cualquier librería a partir del 13 de diciembre o desde hoy en la página web de la editorial Círculo de Tiza