Lo más cruel de vivir es que me canso
de haberme de inventar cualquier rutina,
fichar diariamente en la oficina,
tomarme mis minutos de descanso;
lo más vil de esta paz es su remanso,
coger el Metro siempre en Concha Espina,
hablar de aquella oscura golondrina
que, en tu balcón, disfruta un aire manso;
me aburre que se acabe hasta el champú,
que todo me parezca bien o mal,
que solo haya una hora del vermú,
que lo siguiente pase por real:
la vida es lo que pasa mientras tú
acudes a un colegio electoral.
Por Javier Báez