Carlos Gómez Cacho. Tecnólogo
Hoy en día es algo ya normal llevar nuestro teléfono “pegado” a nosotros constantemente y estar pendientes de la pantalla a todas horas. Pero… ¿qué pasa si esa “rutina” habitual se convierte en un problema de comunicación con las personas de nuestro alrededor? ¿Quién no ha dicho en alguna reunión (familiar, profesional, de amigos…) aquello de “dejad el móvil, por favor”? Observamos que ya no es un problema solo de los adolescentes o nativos digitales, o incluso “millennials”, sino de todas las edades, con lo cual el “problema” no es una cuestión generacional, sino de educación.
En general la utilización de la tecnología puede ayudarnos muchísimo o, por el contrario, darnos muchos disgustos. Se puede utilizar para lo bueno y para lo malo… todo se reduce a la forma en que la utilizamos. Generalmente la gente joven, por carecer de miedo “social”, suele manejar muy bien esa tecnología, pero no saben utilizarla; es decir, para qué, por qué, cuándo, dónde, etc. (es una utilización simple y básica de la tecnología). Por ello es muy importante que en los centros de formación, así como en las familias o grupos, se atienda este tema, pues ya no es solo cuestión del manejo de las herramientas tecnológicas, sino de aprender a utilizarlas.
Está demostrado que el uso y abuso de las redes sociales y la mensajería instantánea (WhatsApp) provoca situaciones problemáticas en las relaciones sociales. Ver, por ejemplo, una mesa de cuatro comensales adultos, cada uno con su móvil y sin conversaciones entre ellos, es por desgracia algo cada vez más habitual, y si uno de ellos no utiliza el teléfono acaba sintiéndose absolutamente solo.
Es importante que seamos conscientes de que cuando estamos con otras personas tenemos que estar en todos los sentidos, y no solo presencialmente. Es por tanto oportuno hacer ver a esas personas “pegadas” a un móvil que tienen que saber dejarlo en ciertos momentos y dedicar su atención a los interlocutores con quienes se encuentra. Cada cosa tiene su momento. Es triste que se pierdan esas sobremesas animadas por culpa, no de la tecnología, sino de las personas que no saben utilizarlas.
Todos debemos tomar conciencia sobre nuestra forma de comportarnos respecto a ese uso adictivo de nuestro teléfono, y aprender a “desconectar” para “reconectar” con las personas que tenemos a nuestro alrededor. Y es posible recuperar esas relaciones personales sin necesidad de renunciar a la tecnología. Solo tenemos que ponernos en el lugar de la otra persona que no usa el móvil en ese momento. ¿Qué haces con tu teléfono cuando estás con otras personas tomando una caña?