En el día a día se nos juzga tanto a las mujeres como a los hombres por nuestro físico. Que si nariz grande, que si ojos saltones, orejas desproporcionadas, gordos, flacos, altos, bajos, dentudos… ¿Cuántos de nosotros nos hemos sentido feos o acomplejados alguna vez?
En la transición del colegio al instituto, en la etapa de la adolescencia, comenzamos a preocuparnos mucho más por nuestro físico. Por la forma en la que el resto nos verán. Nos dejamos guiar por los cánones de belleza que nos meten la televisión, las revistas o los programas. Idealizamos una belleza que no es para nada natural: se nos impone.
Nos mantenemos vulnerables a la aprobación ajena en vez de darnos el visto bueno nosotros mismos, y eso crea complejos. Los adolescentes estamos acomplejados, es un hecho, pero no es culpa nuestra que persigamos un tipo de belleza enseñado. Lo que sí es culpa nuestra es no hacer nada para cambiarlo o corregirlo. Si estás en esta situación de “no me gusto” por equis razones, hay “trucos” para sentirte mejor contigo mismo, como por ejemplo:
— Las fotos: hazte muchas fotos desde todos los ángulos, desde todas las perspectivas, de las partes que te acomplejan o no te gustan de tu cuerpo. Es una forma de que las normalices y te sientas a gusto con ellas.
— También está nuestro querido espejito mágico: mírate todas las veces necesarias y dite a ti mismo lo guapo y maravilloso que eres, usa todos los adjetivos bonitos que se te ocurran.
— Destaca las partes de ti que te gustan. Si te es fácil ver las malas, ¿por qué te tendría que costar ver las buenas?
— Y por ultimo, recuerda que la belleza es subjetiva: dependiendo de las personas a las que preguntes puedes parecerles más o menos atractivo, pero eres tú quien vas a convivir contigo el resto de tu vida, y por tanto es a ti a quien tienes que gustar.
Sofia O. (Libres Pensadores)