A menudo nos encontramos con personas que sufren algún tipo de intolerancias alimentarias, que consisten en una reacción desfavorable durante la ingesta de una comida o de la metabolización deficiente de los alimentos que contiene. Esta intolerancia se manifiesta con molestias abdominales (dolor abdominal, diarrea, hinchazón abdominal, náuseas, vómitos) que se intensifican en cuanto más consume el alimento, y que ceden al evitar la ingesta del mismo.
Por un lado, las intolerancias alimentarias suelen comenzar a manifestarse en la niñez y adolescencia, ocasionando molestias abdominales muy incómodas como son el exceso constante de gases, la diarrea y la distensión abdominal. Suele ser común la intolerancia a la lactosa y la intolerancia al gluten (también llamada “enfermedad celiaca”). Estas intolerancias pueden ser detectadas con la orientación clínica y los test diagnósticos oportunos que son indicados en cada caso por prescripción médica, para diferenciarlos de otras enfermedades que nada tienen que ver con las intolerancias.
En primer lugar, conviene diferenciarlas de las alergias alimentarias, en las que realmente se produce una reacción desmedida del sistema inmunitario de defensas de nuestro organismo: puede aparecer erupción cutánea generalizada en la piel, inflamación de los párpados y la cara, mareos, desvanecimiento. En situaciones graves, la alergia puede llevar a taquicardias y síncopes, en una situación vital comprometida, ocasionando la llamada “reacción anafiláctica” (es una reacción alérgica muy exagerada).
Por otra parte, debemos diferenciarlas de la enfermedad inflamatoria intestinal, que es en realidad un apartado de patologías digestivas que engloban a la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, que habitualmente cursan con síntomas parecidos a los anteriormente citados, pero en cuyo caso el motivo de la enfermedad y el tratamiento son completamente distintos.
Por norma general, hay que ser cauteloso cuando se trata del estudio de las manifestaciones digestivas, diferenciando los posibles desencadenantes sospechosos. En cualquier caso, si los síntomas se repiten, se recomienda acudir al médico para una evaluación más acertada, especialmente si además se asocia a importantes pérdidas de peso, cansancio o debilitamiento general no justificados por otros motivos.
Dr. Ángel Luis Laguna Carrero