Autor: Javier Báez
A finales del mes pasado, llegó la primavera. Para no perder la costumbre de la serie, aquí va su soneto.
Nunca jamás permitas que me acuerde
del ayer de tu luna en mi zapato,
no me muestres un diente que no muerde,
hazme eterno aunque sea solo un rato;
verde, verde, que te quiero verde,
como verde estará el estrato
que, al pisar, no quiere que concuerde
mi rima con tu inútil aparato.
Dame una vez, que sea la segunda,
pero que se parezca a la primera;
aleja la estación más iracunda.
Verdes patio y patria, verde entera.
No deseo que tu mayo se confunda.
Disculpa si te llamo primavera.
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