En la articulación de la cadera se encuentran relacionados la cabeza del fémur con el hueso de la pelvis mediante una región de cavidad llamada acetábulo. Esta relación entre dos superficies óseas, que a su vez cuenta con una protección ligamentosa, proporciona la movilidad entre el tronco y el miembro inferior, que nos sirve para apoyar la pierna sobre el suelo y caminar.
Un impacto grave consecuencia de un traumatismo por accidente de tráfico o por agresiones puede ser causa de una fractura de cadera en cualquier rango de edad. En personas mayores, es más común por una caída al tropezarse estando de pie y por movimientos bruscos. En general, las personas mayores tienen más riesgo de presentar fractura de cadera porque los huesos tienden a debilitarse con la edad (osteoporosis) y porque habitualmente ven más disminuida su masa muscular. Se estima que es más frecuente este tipo de fracturas en mujeres, debido a que la disminución de hormonas estrógenas durante la menopausia acelera la pérdida ósea.
Algunos trastornos crónicos relacionados con el tiroides, el déficit de vitamina D y el consumo muy prolongado de medicamentos con corticoides pueden debilitar los huesos a largo plazo. El consumo de alcohol y tabaco puede interferir en el mantenimiento correcto de los tejidos musculares y de los huesos. Por otra parte, el ejercicio físico puede ayudar a fortalecer nuestro sistema musculoesquelético.
Por norma general, se puede intuir una fractura de cadera por los síntomas de dolor intenso en la ingle y la posición de la cadera y la pierna. A veces puede aparecer hematoma y rigidez, o incapacidad para moverse. La radiografía muestra las lesiones, el tipo de fractura se distingue en función anatómica y suele ser necesaria la intervención traumatológica para colocación de una prótesis del hueso dañado.
Las fracturas de cadera, en realidad se producen por una rotura en la cabeza del fémur, en su región proximal con la vecindad de la pelvis, que inhabilita la articulación y por tanto trae como consecuencia la inutilidad de la movilidad en el miembro inferior. Estas fracturas se dividen generalmente de modo anatómico en: región subcapital (justo por debajo de la cabeza del fémur), en cuello de fémur, intertrocantérea (por encima del trocánter); o subtrocantérea (por debajo del trocánter). Existen igual otro tipo de fracturas que se producen en la rama de la pelvis, y habitualmente no requieren cirugía, tan solo reposo absoluto. En otras ocasiones no se visualizan lesiones en radiografías, aunque si pasado un largo tiempo continúa con síntomas y dolor no bien controlado puede ser necesaria una reevaluación clínica.
Dr. Ángel Luis Laguna Carrero – Especialidad Medicina Familiar y Comunitaria, Máster Medicina de Urgencias y Emergencias, Experto Universitario en Nutrición y Dietética