Parece muy lejano aquel 9 de marzo cuando se nos dio la noticia que el día 11 se cerraban las aulas y nuestros hijos e hijas quedaban al desamparo educativo.
En este tiempo, todo han sido noticias, órdenes y resoluciones, algunas contradictorias, que no solo afectaban a los centros educativos, sino directamente a nuestros hijos e hijas.
Profesores que han seguido la directriz de no ampliar la materia y solo reforzar la ya dada hasta el momento frente a profesores que han decidido seguir el temario como si nada hubiera cambiado, obviando que se han vivido momentos muy duros en las familias derivados de esta pandemia, tanto a nivel económico como emocional.
Tampoco podemos olvidarnos de las carencias y necesidades que ha destapado este nuevo sistema adoptado, tanto de medios personales como materiales de las familias y del profesorado (en algunos casos sin ningún tipo de formación tecnológica).
Cambios de criterios de evaluación, eliminando en muchos casos la evaluación continua de algunas asignaturas y donde da la sensación de que no se valora lo suficiente el esfuerzo realizado tanto por el alumnado como por sus familias en estos últimos meses, que no debemos restar importancia que hemos pasado a ser sus padres/madres-profesores al tiempo que hemos tenido que seguir con el resto de nuestras responsabilidades laborales y domésticas.
Hemos sufrido la descoordinación por parte de una parte del profesorado en el modo de acceder a las tareas enviadas (por correo, a través de diversas plataformas, aulas virtuales, clases grabadas, web de los centros…), siendo una carrera a contrarreloj en muchas ocasiones para adaptarnos a cada uno de ellos.
Y como en todo, las familias hemos sido conscientes de la profesionalidad de cada uno de ellos, su preocupación por las situaciones en los hogares o su falta total de interés por cómo se está viviendo esta pandemia en cada caso.
Ahora nos enfrentamos, como en todos estos momentos, con la incertidumbre de cómo será realmente el fin de curso, si se volverá o no a las aulas, si es lo recomendable o no, si realmente es viable mantener las medidas sanitarias para que vuelvan, si realmente desde el punto de vista educativo valdría la pena volver….
No podemos obviar que el sistema educativo español es lamentablemente la solución del problema de la falta de conciliación laboral que sufrimos los padres y madres trabajadores y que ha generado un gran debate en nuestra comunidad por la necesidad de la apertura de los centros no ya porque este curso se pueda salvar, sino como solución a las situaciones de la vuelta a los trabajos sin tener dónde dejar a nuestros hijos y a la preocupación derivada de esta posible vuelta por si realmente los estamos enviando a un lugar seguro.
Mucho nos tememos que esta incertidumbre durará hasta el inicio de curso, en el que se plantea la reducción de ratios (es inviable porque tendríamos que duplicar el número de centros educativos que ya están de por sí masificados y no se dispone en muchos casos ya de laboratorios, aulas de informática, bibliotecas… para este fin) o el compaginar la educación a distancia con la presencial, por lo que aparte de revivir los problemas encontrados hasta ahora de falta de recursos nos encontraríamos con el anteriormente citado problema de la conciliación laboral.
DELEGACIÓN VILLAVERDE FAPA GINER DE LOS RÍOS