La Casa de las Siete Chimeneas está ubicada en el barrio de Chueca: en la plaza del Rey, esquina a la calle de las Infantas, a pocos pasos de la Gran Vía
Destacan siete chimeneas cilíndricas dispuestas en línea, del mismo color del ladrillo rojo que la fachada. Pero en el siglo XVI era una casa de campo rodeada de huertas y jardines en el límite de la ciudad.
Fue proyectada y construida entre 1574 y 1577 por el arquitecto Antonio Sillero. Se dice que las siete chimeneas representan los siete pecados capitales o que la casa sirvió de reclusión a una hija ilegítima de Felipe II y que todavía habita allí su espíritu.
Este edificio se construyó para servir de morada a la hija de un montero de Felipe II, de quien se dice que fue amante en secreto. La joven se llamaba Elena y poseía una extraordinaria belleza que cautivó al hijo de Carlos I cuando aún era príncipe. El caso es que la joven Elena Osorio, que carecía de nobleza, se casó con un capitán del Ejército del Rey llamado Zapata. Poco después del enlace tuvo que partir a la guerra en Flandes contra las tropas francesas, donde participó en la famosa batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, el día de la festividad de San Lorenzo. El capitán murió en combate y la joven viuda quedó desolada por la tristeza. Finalmente murió de pena, pero algunos afirmaron que antes del fatal desenlace dio a luz a una niña de la que no se supo nada.
El asunto se complicó cuando los sirvientes afirmaron que en realidad Elena no había muerto de pena, sino asesinada, porque habían descubierto en su cuerpo varias marcas de cuchillos. Por eso empezaron a circular rumores que relacionaban la muerte de la joven con el rey, que había sido su amante y tal vez trataba de ocultar una relación de la que había nacido una supuesta hija por evitar futuros problemas sucesorios. Pero a quien se acusó formalmente del crimen fue al padre de Elena, quien fue interrogado. Poco después, su cuerpo sin vida apareció colgando de una cuerda sujeta a las vigas de la Casa de las Siete Chimeneas.
Las autoridades ordenaron entonces investigar más a fondo la muerte de Elena, pero el cadáver ya había desaparecido. A finales del siglo XIX se realizaron obras para adecuar el edificio para una entidad bancaria y los albañiles encontraron el cadáver perteneciente a una mujer con monedas de la época de Felipe II. Cuando la casa se vende al Ministerio de Cultura y se acometen otras obras, aparece un segundo cadáver, esta vez de un hombre. Cuerpos que según la leyenda corresponderían a los cadáveres de Elena Osorio y su padre.
En el siglo XVIII la casa fue ocupada por el marqués de Esquilache, ministro de Carlos III, contra quien el pueblo madrileño se amotinó en 1766. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1948 y otra vez reformada en 1957 por los arquitectos Fernando Chueca Goitia y José Antonio Domínguez Salazar. Y en 1995 es declarada Bien de Interés Cultural.
NARCISO CASAS