La artrosis consiste en una degeneración crónica progresiva en las articulaciones caracterizada por la pérdida del cartílago y del hueso adyacente, que puede originar dolor articular y rigidez en la movilidad de las mismas. Es un trastorno articular que afecta en algún grado a gran parte de la población alrededor de los 70 años de edad, y su presentación puede ocurrir tanto en varones como en mujeres. La aparición de la artrosis suele relacionarse con la edad, parece estar en dependencia con la anormalidad en la producción de los componentes del tejido que forma el cartílago.
El tejido cartilaginoso se sitúa formando una capa de revestimiento que recubre las superficies de los huesos que se articulan entre sí (en las rodillas, las caderas, los hombros, etc.) facilitando la movilidad y al mismo tiempo quedando recubiertas en su conjunto por cavidades articulares con componentes que lubrican la movilidad de las articulaciones. Con el paso del tiempo, el cartílago que reviste las articulaciones se vuelve más delgado y se producen unas grietas en la superficie que reviste el hueso, lo cual puede interferir en el funcionamiento normal de la articulación y causar dolor.
Generalmente, los síntomas de la artrosis se presentan de modo gradual conforme pasan los años, pueden afectar a una o varias articulaciones, y el dolor es la principal forma de presentación, que aumenta con la práctica de ejercicio. También pueden aparecer rigideces articulares después de dormir o de permanecer en inactividad durante un tiempo limitado, sin embargo esta rigidez suele desaparecer una vez que se inicia el movimiento de la articulación.
En algunas articulaciones, como la rodilla, los ligamentos que la estabilizan se pueden estirar y sentir inestabilidad al apoyar mientras se va caminando, incluso en ocasiones puede aparecer hinchazón por derrame articular y dolor intenso. En otras articulaciones como la cadera puede provocar rigidez importante y dolor al moverse. En general, la artrosis sigue un lento deterioro de presentación a lo largo de los años.
Los ejercicios físicos suaves de estiramientos y movilidades de articulaciones son favorables para contrarrestar los síntomas de la artrosis. El ejercicio se debe compensar con el reposo de la articulación, y se considera importante mantener las actividades diarias habituales para continuar ejerciendo la movilidad adecuadamente. Suelen favorecer las medidas físicas aplicando calor local y en ocasiones los tratamientos con fisioterapia aplicados sobre las regiones más sintomáticas.
Dr. Ángel Luis Laguna Carrero