Hablando de arte, Ex-Catedral de San Isidro
NARCISO CASAS
Colegiata de San Isidro, también llamada Colegiata de San Isidro el Real, fue construida en el siglo XVII como iglesia del antiguo Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, situado en el casco histórico de Madrid, en la calle de Toledo. Fue la catedral provisional hasta 1993, año en el que abrió sus puertas la catedral de Santa María la Real de la Almudena. El templo se debe a un diseño de 1620 de Pedro Sánchez. Las obras fueron dirigidas por este arquitecto hasta 1633 y continuadas por Francisco Bautista y Melchor de Bueras, quienes finalizaron la construcción en 1664.
La iglesia sustituyó a la parroquia de San Pedro y San Pablo, del siglo XVI, que fue demolida, junto al primitivo Colegio Imperial, siguiendo las instrucciones dejadas en su testamento por María de Austria, hija de Carlos I de España. La emperatriz legó su fortuna a la Compañía de Jesús, fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola con el propósito de que se construyera un edificio de nueva planta sobre el solar de la iglesia derribada.
El templo fue consagrado el 23 de septiembre de 1651. En 1767, con la expulsión de los jesuitas, se transformó en colegiata. Dos años después, quedó bajo la advocación de San Isidro, coincidiendo con el traslado del cuerpo del santo desde la Iglesia de San Andrés, ubicada en el céntrico barrio de La Latina, donde se custodiaba desde el siglo XVI en la Capilla del Obispo de Madrid. También fueron trasladadas las reliquias de Santa María de la Cabeza. Su interior fue entonces reformado por el arquitecto Ventura Rodríguez. En 1885, con la constitución de la diócesis de Madrid, pasó a ser la catedral provisional de esta ciudad, rango que ostentó hasta 1993, cuando recuperó la categoría de colegiata.
En 1936, el edificio fue incendiado al comenzar la Guerra Civil Española. El fuego destruyó numerosas obras de arte, entre ellas el retablo de Ventura Rodríguez, así como lienzos de Francisco Ricci y Luca Giordano. El incendio también provocó el hundimiento de la cúpula. Tras la contienda, se procedió a su restauración. Ésta se fue desarrollando lentamente a lo largo de dos décadas.
El sarcófago con las reliquias de San Isidro se custodia hoy día en el retablo mayor. La fachada principal, en calle Toledo, está realizada en granito y destaca por su aire monumental.