Cada vez más, oímos de boca de muchas personas una frase que parece inofensiva pero encierra mucho más: “Estoy siempre cansado”. No importa si han dormido ocho horas, si es lunes o viernes, si están de vacaciones o no. Es un cansancio que no se va. Que pesa. Que limita. Que, poco a poco, va dejando de parecer algo puntual para convertirse en una forma de estar, en una forma de vida que acaban por integrar y normalizar.
Lo cierto es que el cansancio continuo no debería normalizarse, porque puede ser un síntoma de que el cuerpo o la mente nos están pidiendo ayuda. Como profesional de la salud, sé que detrás de esta frase pueden esconderse muchas causas: desde una anemia, un hipotiroidismo o una apnea del sueño hasta una depresión encubierta, una sobrecarga por los cuidados familiares, un trabajo emocionalmente exigente o una rutina que no deja espacio para el descanso de verdad.
La vida actual nos empuja a vivir rápido, producir, cumplir y estar disponibles todo el tiempo. Y entre las tareas, el cuidado de los demás y las pantallas, dejamos de escucharnos. El cuerpo nos avisa: se manifiesta en forma de insomnio, fatiga, dolores musculares, apatía o dificultad para concentrarnos. Pero nos hemos acostumbrado a seguir adelante sin atender esos avisos.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero: no minimizarlo. Si llevas semanas con fatiga persistente, dificultad para levantarte, cambios en el estado de ánimo o una sensación general de agotamiento, consulta con tu enfermera o tu médico. Una sencilla exploración y alguna que otra prueba más concreta como una analítica puede descartar causas físicas, y una buena entrevista puede ayudarte a identificar factores emocionales o del estilo de vida.
También tenemos que revisar nuestros hábitos del día a día:
- ¿Duermes al menos siete horas sin interrupciones?
- ¿Comes de forma equilibrada o vives a base de café y ultraprocesados?
- ¿Tienes algún momento del día para ti, sin pantallas ni tareas?
- ¿Te mueves al menos 30 minutos al día?
- ¿Pides ayuda cuando la necesitas o vas acumulando sin soltar?
Estar cansado no es una medalla al mérito. Escuchar nuestro cuerpo y priorizar el autocuidado no es un lujo, es una necesidad y cuestión de salud y bienestar físico y mental.
Esta vez, pregúntate: ¿descansas o simplemente te paras un momento antes de volver a exigirte más? A veces, el primer paso para estar bien no es hacer más, sino parar y escucharte.