Cuando hablo de Educación Ambiental (E.A.) en Villaverde me desilusiono y me enfado conmigo mismo, ya que no he sabido transmitir el espíritu que debe regir la E.A. a las personas, alumnos, asociaciones y grupos que, a su vez, desarrollen acciones tendentes a concienciar, divulgar y hacer partícipes a la gente (en especial jóvenes) en actividades sobre medio ambiente. Siempre nos quedamos en una etapa intermedia de los fines de la E.A.
No llegamos al principal: “potenciar unos cambios en las actitudes y conductas de los ciudadanos que, mediante un análisis crítico, fomenten su propia responsabilidad y participación en la resolución de problemas ambientales en cooperación con los demás”. Además, debe ser con una actitud de “convencer” y no “vencer” en el respeto y cumplimiento de nuestra normativa y legislación ambiental.
La E.A. no está solo dirigida a niños, eso es una etapa, la de divulgación y concienciación, pero el incitar las actitudes y aptitudes responsables (separar los residuos, recoger las cacas de nuestros animales, ahorro energético, no tirar colillas al suelo, etc.) debe dirigirse a los ciudadanos que a nivel personal deben cambiar costumbres porque estén convencidos de ello y no por la amenaza de una multa.
Estamos más concienciados de los osos blancos sin apenas hielo, de los elefantes cazados, de los plásticos en el mar, y no somos conscientes de que, por ejemplo, “el mar empieza en el desagüe y alcantarilla de tu calle”, pues ello implica renunciar a algo y cambiar.
Pido perdón por no conseguir aún esas aptitudes ciudadanas solidarias y responsables. ¡Seguiré intentándolo!
RAÚL MARTÍNEZ