En Madrid, donde a la gripe se suman niveles de contaminación extremos que han multiplicado las urgencias respiratorias, la situación es especialmente grave, pero también hay hospitales colapsados en Andalucía, Valencia, Cataluña…
Los hospitales vuelven a colapsarse, una vez más, en época de repunte de gripe. El día 13 de enero, saltó la alarma en diversos hospitales de Madrid, cuyas urgencias se hallaban completamente colapsadas, con esperas que superaban las doce horas y pasillos repletos de camillas y sillas con pacientes graves que esperaban una cama. “Tenemos noticia de gente que ha esperado 32 horas en urgencias de La Paz (Madrid), y ayer estaban colapsados al menos el Puerta de Hierro y el Ramón y Cajal”, explica Antonio Gómez, de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad (CAS-Madrid). Las noticias de urgencias repletas también llegaban del 12 de Octubre y del Gregorio Marañón. En este último hospital, un paciente que acudió con sintomatología de gripe nos explica que tuvo que esperar durante siete horas a ser atendido, aunque había personas, añade, que llevaban más de doce horas de espera para ser recibidas por un facultativo. El propio personal de urgencias, añade la acompañante de este paciente, animaba a los pacientes a poner una queja por la situación, que se lleva produciendo desde hace al menos dos semanas, cuando empezaron a multiplicarse los casos de gripe, algo agravado en Madrid por unos niveles de contaminación extremadamente altos, que han superado en lo que va de año en más de 200 ocasiones los niveles permitidos, y que han provocado un repunte de las patologías respiratorias.
Una trabajadora del Gregorio Marañón que quiere mantener el anonimato por miedo a represalias explica a este periódico que “llevamos mucho tiempo con este problema, aunque en las últimas dos semanas la situación es denigrante. No se pueden cerrar camas en noviembre cuando saben que va a llegar una epidemia de gripe. Tenían tiempo para prevenir esto”. Esta empleada denuncia que “tenemos pacientes en camas o sillas en los pasillos, por donde pasan los carros de la limpieza, algunos ni siquiera tienen silla en urgencias, los acompañantes permanecen en pie durante horas, y mientras sabemos que hay camas y plantas cerradas”. Y añade que “tanto urgencias como observación están saturadas, se ponen biombos para intentar de alguna forma que el paciente tenga intimidad, no hay mantas, no hay almohadas, no hay hueco donde meter a la gente, es horroroso”. Además, continúa, “en los últimos días se ha dado el caso de que una auxiliar estuviera a cargo de 27 personas, que estaban en pasillos, y los médicos están saturados porque no han contratado a ninguno. Los profesionales estamos desbordados, y sufriendo la indignación, con razón, de pacientes y familiares, porque somos nosotros los que damos la cara”.
Según una nota que ha hecho circular personal de enfermería desde otro hospital madrileño, el Ramón y Cajal, “en el área de ´amarillos´ (pacientes con prioridad de asistencia de una hora de tiempo máximo) hay más de 70 pacientes, de los cuales cerca de 30 esperan más de tres horas a ser atendidos en una sala de espera desbordada. Esos pacientes son atendidos por cinco enfermeras, por lo que tocan a un ratio de casi 15 pacientes por enfermera, inviable en unas urgencias”. Según esta misma nota, en el área de “naranjas” (pacientes que precisan una asistencia en menos de diez minutos dada su gravedad) había 37 pacientes para ser asistidos por cuatro enfermeras, es decir, ratios de nueve pacientes por enfermera en un área de cuidados críticos. Y añade que, aunque personal de otras áreas acudió en auxilio de sus compañeros, “conseguían poca cosa, dado que no disponían de espacio físico para atender con calidad a los pacientes”. Sin embargo, añaden, los órganos responsables, informados sobre la situación, “no han sido capaces de resolver la situación”.
Pero, como explica Antonio Gómez, esto no es algo exclusivo de Madrid, ya que se están recibiendo noticias desde Andalucía, “con los hospitales de Cádiz desbordados, el Virgen del Rocío de Sevilla, La Fe de Valencia, hospitales de Cataluña…”. Y tampoco es una novedad de este año. “Es lo de siempre. Es un problema estructural del sistema al que nunca se ha metido mano, y que se debe a la reducción de camas, al cierre de plantas, a no contratar plantilla, a que no existan camas de media estancia para ingresar a pacientes que no deberían ocupar camas de agudos… En algunos hospitales tenemos noticia de que había muchas camas vacías, y el hecho de que no se abra plantas es una decisión de los gerentes”.
Fuente: www.casmadrid.org