CARLOS RODRÍGUEZ EGUÍA
Un Día Internacional de la Palabra es una iniciativa de la Fundación española César Egido Serrano (FeCES). Ante el edificio de la ONU en Nueva York, proclama en un manifiesto, en el que invita a sumarse a cuantos quieran, a aceptar el 23 de noviembre como Día Internacional de la Palabra. A esta idea se pueden adherir asociaciones, instituciones y personas en particular que consideren la palabra como herramienta fundamental para erradicar la violencia y como vínculo de la humanidad. Como la palabra es también origen de violencia y puede ofender y separar personas y pueblos, se trata de convertirla en un medio de comunicación sin estridencias ni agravios. Que sirva para enseñar cuanto redunde en favor de la ciudadanía, para unir voluntades y contribuir a que se respeten los derechos fundamentales de las personas.
La pretensión de FeCES es que la palabra sirva de diálogo y consiga una paz duradera, sin discriminaciones de ningún tipo. Que no haya más armas que la palabra, pero la que une en la diversidad, en el respeto mutuo, no la que separa y ofende. Estos principios y el 23 de noviembre como Día Internacional de la Palabra los recuerda el Museo de la Palabra en Quero (Toledo), sede de FeCES. Esta fundación, constituida en 2009, ha firmado un acuerdo con la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) para crear el Premio Palabra, concedido en 2017, en reconocimiento a la utilización de la palabra en defensa de la justicia, a la venezolana Lilian Tintori, esposa del político Leopoldo López, condenado a 13 años de cárcel en Venezuela.
En la campaña de las elecciones de 1977, Unión de Centro Democrático (UCD) se sirvió de la canción Habla, pueblo, habla para promocionarse. Comienza así: “Habla, pueblo, habla: / tuyo es el mañana. / Habla y no permitas / que roben tu palabra”. Diez años antes, el cantante Paco Ibáñez eligió un poema del libro de Blas de Otero Pido la paz y la palabra para componer la canción Me queda la palabra, cuya primera estrofa dice: “Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, / me queda la palabra”.
La palabra, en tanto patrimonio de todos, no pertenece a nadie, aunque según el ensayista francés Montaigne “Es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha”. Las palabras que pronunciamos o escribimos nos delatan. Se atribuye al filósofo Séneca la frase “Háblame para que yo te conozca”.
En el periódico Distrito Villaverde, altavoz de tantas voces desde hace más de 20 años, se da la palabra a quien, con respeto a los derechos humanos, escribe sobre cuestiones relacionadas sobre todo con el Distrito, donde particulares, asociaciones de vecinos y otros colectivos se hacen eco de la canción Habla, pueblo, habla: “No escuches a quien diga / que guardes silencio”.