La criptozoología es la ciencia que estudia a los animales cuya existencia no ha sido probada: se basa en mitos, leyendas o vestigios del pasado, y las criaturas estudiadas se llaman críptidos. En base a esta descripción podemos encontrar todo tipo de especímenes que, dependiendo de lo que se haya deformado la leyenda, pueden ser más o menos reales, pero en cualquier caso siempre fascinantes. Aquí expondré tres críptidos no muy conocidos, como son el águila de Haast, el lobo de los Andes y el caddy. De ese modo tocaremos tres de los cuatro estados de la materia: aire, tierra y agua; dejándonos tan solo en el alero el fuego, el cual es potestad de los dragones.
El águila de Haast habitaba en las islas de Nueva Zelanda. Su cerebro era desproporcionadamente pequeño comparado con su cabeza, sin embargo su envergadura era colosal, doblaba en tamaño al águila harpía, que es la más grande de las águilas actuales. Sus garras eran como cuchillos afilados y mucho mayores que las de un tigre, además tenían la posibilidad de juntarlas a modo de lanza para insertar a sus presas. Dentro de éstas, qué duda cabe que su favorita era el moa, un ave no voladora que con el cuello erguido podía alcanzar los tres metros y medio de altura y pesar más de doscientos kilos.
El lobo de los Andes se extinguió aproximadamente hace unos doce mil años, casi al mismo tiempo que los mamuts, de los cuales se alimentaba siempre que podía. Y si no podía, ya que la brutal cacería terminaba en no pocas ocasiones con la muerte del lobo, lo hacía de bisontes, una presa mucho más asequible para sus titánicos colmillos y sus despiadadas garras. Su tamaño era muy superior al de los lobos actuales, y las patas traseras ligeramente más cortas que las delanteras. En ocasiones era carroñero, por lo que se asemejaba más a una hiena que a un lobo, si no fuera porque se desenvolvía siempre en lugares extremadamente gélidos e iban comandados en todo momento por un macho alfa, a quien se sometía incondicionalmente el resto de la manada.
El caddy tiene ciertas similitudes con el monstruo del lago Ness, solo que a diferencia de éste habita en los grandes y profundos lagos canadienses, concretamente en la Columbia Británica. Se trata de una serpiente de unos cuatro metros de largo que de vez en cuando saca la cabeza fuera del agua creando pavor en todo aquel que la ve, puesto que se asemeja a la de un caballo con unos escalofriantes ojos rojos que paralizan a quienes se topan con ella. Nada a gran velocidad, y cuando abre la boca se alimenta de todo cuanto cae en ella. Tan solo tiene un enemigo en su medio, que no es otro que el cachalote, en cuyo interior se han encontrado varios especímenes de caddy.
DAVID MATEO CANO