Carlos Luis Galerón, doctor en Filología Hispánica y desde hace unos años “felizmente jubilado”, es también escritor con abundante obra, tanto publicada como inédita. Miembro de la comunidad religiosa de San Félix, lleva diez años en nuestro distrito. Nació en El Rif (Marruecos), y ha vivido muchos años en el País Vasco, Cataluña, Castilla y León y en África (Costa de Marfil). Su última novela, Ocho mujeres, nos sirve de excelente excusa para una entrevista.
Tu última publicación es Ocho mujeres… ¿Qué encontrará en ella el lector?
Es una novela que ha querido dar a conocer a una agrupación de mujeres y a sus acompañantes, sacerdotes, hombres y mujeres laicos. Esta asociación de ya muy larga existencia en nuestro barrio, nacida en el entorno de San Félix, se llama “Madres de la Esperanza”. Su principal razón de ser: acompañamiento, ayuda, amistad, a mujeres fuertemente golpeadas por la plaga de la drogadicción. La razón de la publicación de esta novela ha sido la de dar a conocer el azote de la drogadicción, de la delincuencia, del paro y de otros graves problemas sociales. Y ello por medio de la existencia de este grupo “de más de” Ocho mujeres.
¿Cómo y cuándo empezaste a escribir?
Desde que comencé a frecuentar la escuela, quise “ser como mis profesores”. No solo eran enseñantes, sino también educadores. Entre otras muchas actividades en el colegio, me sedujo la existencia de una especie de club de lectura. La biblioteca de pequeños estaba muy bien provista, y aunque era un niño bastante futbolero, me dediqué a leer cuantos más libros mejor. Más tarde, de la afición a la lectura llegué a la de escribir. Primero un diario en medios cuadernos que nos procuraba el profesor a los más aficionados, y luego en pequeñas libretas muy chulas. Luego empecé a rellenar blocs y blocs… No exagero si digo que mi diario es la más apreciada de mis obras. Y que todavía sigue agrandándose… Miles de páginas, hasta que empecé con el ordenador. Leer y escribir son inseparables…
¿Qué géneros literarios practicas?
Yo empecé a leer novelitas, cuentos, tebeos… pero muy pronto me sedujo la poesía. Tuve un “retroceso” en lo poético cuando, al intentar escribir sonetos, me di cuenta de que la poesía no era lo mío, y dejé de escribir en verso. Sin embargo, pronto me percaté de que la poesía no eran solo los sonetos y otras composiciones. Descubrí el verso libre, blanco, tras pasar por las coplillas. Y en adelante, nada de pensar y contar versos, buscar consonantes, etc. Tengo seis libros de poemas, y muchos medios poemas o incluso acabados sin preocuparme de ponerlos en volumen… Es decir, la poesía me va muy bien, pero sin que encorsete con las medidas, rimas y demás artilugios métricos. La poesía para mí es pensar en lo bello, en lo triste, en los sentimientos, y comunicar al papel lo que bulle en mi mente. No sé dónde leí que “la poesía, si lo es, es como es”. Es decir, que no debe haber normas, ni versos, ni medidas…
Y la prosa… he escrito mucho. Y guardo composiciones de diferentes tipos en un cuaderno de cuando tenía 15 años, en donde, cuando me da por desempolvarlos, veo que ya escribía casi como hoy. Al ser profesor, tenía la posibilidad de aprender bien las técnicas, etc., ya que yo las tenía que explicar a mis alumnos… Escribo con mucha facilidad, pero otro asunto es el tema. He dicho alguna vez que si me dan un tema, unos personajes… los pongo rápidamente en forma de libro.
¿Destacarías alguna de tus obras?
Acabo de enviar a la editorial el libro que más aprecio. Y precisamente es prosa poética: una cuarentena de textos de variable extensión, basándome en personajes que habitaron mis diez primeros años en el continente negro. Una especie de autobiografía espiritual. Una muestra de cuanto viví en aquel tiempo… Si la Comisión de Valoración lo considera “valioso”, la veremos pronto en papel. Título: Al caer de la tarde.
La novela Monseñor Mateo (memorias de un buen ladrón) me resulta muy gratificante. Aconsejo que se haga conocer algo más… También el ensayo Recuperación de Ramiro de Maeztu lo considero muy importante como labor investigadora. Hijo del deseo (poesía), Balance y otros sentimientos escritos (poesía)… Pero como he dicho, tengo muchas páginas que esperan ver la luz.
¿Qué temas te interesan al escribir?
Lo que verdaderamente me interesa es reflejar mi vida y la de los que han vivido y viven conmigo. En verso o en prosa. Por una parte, la fuente de inspiración es la realidad circundante y mi propia vida. De mi diario y mis recuerdos de infancia y adolescencia podría comentar mucho, pero cito dos volúmenes publicados “en familia”: Mis primeros brotes y La vida crecía. Si fuera económicamente solvente, los publicaría mañana mismo en cualquier editorial. Mi “ópera máxima” es Diario personal (miles de páginas desde 1964).
¿Algún mensaje especial para los lectores?
Dos palabras para todos; para los niños y jóvenes en especial: leer, escribir. Tenemos la inmensa suerte de contar con excelentes bibliotecas: no dejéis de acudir frecuentemente. Para trabajar, consultar y leer. Y mi lema: “A escribir se aprende leyendo; cuanto más lees, mejor escribes”. Un consejo es llevar un diario personal.
ROBERTO BLANCO TOMÁS