Amor es cruzarnos por la escalera y mirarnos. Intentar coincidir en las pausas del café. Sentarnos cada vez más cerca, rozarnos la mano. Mandarnos mensajes todo el día y quedar para comer. Despedirnos con un beso, sabiendo que vendrán muchos más.
Amor es la bronca que nos echan nuestros padres por llegar tarde sin avisar. Cuidar de primos pequeños y engancharnos a sus dibujos. Subir bricks de leche para la abuela y que, al irnos, nos dé cinco euros por las molestias.
Amor es criticar a los que nos caen mal. Comer hamburguesas y helado cuando nos han pedido un tiempo. Hacer comentarios bordes y un tanto desagradables sobre la ropa del otro. Discutir, pero saber que nada nos va a separar.
Amor es mirarnos cada mañana al espejo y decir que nos vamos a comer el mundo.
Porque el amor son las pequeñas cosas y no los 14 de febrero. Pareja, familia, amigos y nosotros mismos. Cada uno en su forma, complementando a las demás. Por eso, dejemos de celebrar el Día de los Enamorados y enarbolemos las banderas por un Día del Amor.
María Mascaraque Rubio